Pretexto y contexto presupuestario
Luis Barragán
Décadas anteriores, el proyecto de presupuesto nacional movilizaba a todos los sectores de opinión. Por mandato inexorable de una economía rentista, la otrora democracia representativa dirimía las distintas pugnas por alcanzarlo, aunque hoy la democracia participativa paradójicamente nos lleva a la asignación autoritaria de los recursos, catalizando y afianzando un modelo que prometimos por siempre superar.
De fácil constatación en la vieja prensa, abundaron las reseñas divulgativas y los análisis especializados de interés para la sociedad socialmente organizada, que – además – la familiarizaban con nombres como los de Mauricio García Araujo, Héctor Malavé Mata e Iván Pulido Mora para complementar la sobria y convincente vocería técnica de la sociedad políticamente organizada, gremios y partidos. La arbitraria imposición de la mayoría gubernamental en el extinto Congreso, iniciada la discusión en la cámara baja, acarreaba un elevado costo político que procuraba disminuir a través de la negociación con los sectores opuestos, y, si bien es cierto que supo de vicios, no menos lo es que no tardaban en aflorar, agravar ese costo y generar la correspondiente investigación parlamentaria.
Ahora, la propuesta ejecutiva espera por el mero cumplimiento de los lapsos parlamentarios, indiferente ante las escasas voces que lo adversan, aminoradas las expectativas que únicamente conciernen a la burocracia y sus interioridades. Siendo escasa la audiencia efectivamente interesada en sus pormenores, el asunto queda reducido a una silenciosa refriega oficialista en la Comisión de Finanzas que también arbitra favores y dádivas, caracterizado el parlamento por su desenfadado inmovilismo.
El oficialismo aprobó casi 400 mil millones de bolívares débiles de presupuesto, más 116 mil millones de iguales bolívares por la Ley Especial de Endeudamiento (incorrectamente abordada antes que la presupuestaria), para el ejercicio fiscal 2013. Cada uno de los parlamentarios de la oposición, apenas contaron con cinco minutos para acusar el déficit, observar la relevancia del gasto militar y de la seguridad presidencial por encima de otros renglones, acertando en algunos de los detalles para distanciarse de los antiguos, profundos y convincentes debates escenificados en la materia.
El pretexto presupuestario
El ministro Giordani ha negado la definición del presupuesto a partir de la estimación realista del precio petrolero, so pretexto de la cultura rentística que dice – así – combatir. Definida ésta como despilfarro, derroche o desperdicio, más la fijación irracional de metas, refiere que “cambiar el inicio del cálculo presupuestario a partir de los ingresos no petroleros, que indica una recaudación interna mayor con un esfuerzo por superar las evasiones, elusiones y demás fugas que ocurren en el régimen fiscal del país, puede significar comenzar a combatir esa cultura nefasta del rentismo petrolero” (Impresiones 2011: 72). Por lo demás, está “la simple y profunda lección de un cálculo siempre prudente, para no gastarlo todo, para que quede algo si se presentan las contingencias no esperadas, el tener siempre unas provisiones adicionales” (Ibídem: 85).
Evidentemente, el formulador del presupuesto nacional no pasa de un gesto moralista, ya que – además de la deliberada subestimación del precio promedio anual en los últimos años, cifras conservadoras indican un total de ingresos acumulados por encima de $ 900 mil millones que, en largos catorce años, no se traduce en una obra palpable en materia de infraestructura o social, excepto las inversiones militares constantes y sonantes. Dado el inmovilismo parlamentario, la supeditación de los restantes órganos del Poder Público, y los obstáculos interpuestos para una efectiva libertad de información, ha llegado muy lejos la pdvalización del Estado, condenada toda actividad contralora y judicial a la persecución de la disidencia.
Los ingresos no petroleros constituyen el principal soporte del presupuesto recientemente aprobado (previéndolos por el orden de 217 mil millones de bolívares débiles). Sin embargo, la falacia estriba en la existencia de un presupuesto paralelo que consagra el modelo rentista, está destruido el aparato productivo privado (y no es – precisamente – rentable o sostenible el social), y sólo queda castigar el sobreviviente, tal como ocurre en materia tributaria con todos los venezolanos sin contraprestación alguna.
Giordani ha ejemplificado la situación con la reducción presupuestaria de marzo de 2009, bajando el referente del precio promedio del petróleo de $ 60 a $ 40, ajustados los volúmenes de producción y la disminución del precio promedio, lo que forzó a aumentar el IVA de 9 a 12% y el nivel de endeudamiento de aproximadamente 25 mil millones de bolívares, y una exitosa emisión de papeles: que permitió cubrir los pagos de fin de año (aguinaldos y pensiones, entre otros). (Impresiones 2009: 169). Vale decir, la otra falacia, ha sido práctica constante la de no prever ni dar satisfacción a la deuda que cada año contraen con los empleados y trabajadores del Estado, para desafiarlos y, finalmente, incluirlos operando un chantaje: los suman a un paquete o “cajita feliz” que permite pagar las prestaciones sociales, y – a la vez – lograr otros financiamientos para proyectos sobrevenidos y completamente ajenos, vía créditos adicionales: ¿si esto no es otro rasgo de la cultura rentística consumada, qué será?
El contexto presupuestario
Queda el ingreso petrolero para la inversión productiva y el pago de la deuda social, justificando la discrecionalidad (Impresiones 2011: 75). En consecuencia, “el presupuesto como mecanismo de distribución de los recursos debe reflejar, no tanto una cultura rentística derrochadora que a todos nos duele, y que unos pocos se aprovechan, sino la administración justa y equitativa que permita seguir pagando una inmensa deuda social acumulada” (Ibídem: 78).
Curioso, desea eliminar la cultura rentística preservando enteramente al Estado que le es afín. Ha versado sobre el fortalecimiento del Estado rentista (“hecho que ocurre como necesario”) por las insuficiencias de la producción interna y el grado necesidades, pues, “lo importante se encuentra en cómo dicha renta se distribuye en los sectores excluidos de la sociedad, y entre aquellos sectores productivos que pudieran reemplazar a la economía extractiva”, en el marco de “una sociedad basada en el trabajo como lógica que define la esencia de una de tipo socialista” (Transición: 78 s.).
Para que haya lógica alterna de trabajo, debe existir… el empleo. Y la asignación directa e incontrolada de recursos, no equivale al desarrollo de un mercado interno.
Una consigna, el socialismo rentístico productivo, cuya transición depende del aumento y madurez de la productividad de la inversión social que debe contar con el Estado como propietario para “alcanzar la máxima eficacia y eficiencia en la distribución colectiva de esa renta”, necesaria de captar la máxima (Transición: 80), se nos antoja como un vulgar capitalismo de Estado en beneficio de una nomenclatura que logrará consolidarse con las comunas que tendrá a bien financiar. Empero, así como Giordani esgrimió la crisis de legitimidad de la llamada cuarta república, por apropiación de la renta por unos pocos, semejante cosa está ocurriendo según él mismo lo conceptualiza: “La crisis de legitimación comenzaba a horadar de manera sistemática a los gobiernos que intentaban continuar utilizando la bonanza petrolera para sus propios fines” Gramsci: 36).
Por consiguiente, formando parte del Plan Giordani, es necesario asociar el proyecto de presupuesto – irónicamente– a esta otra bonanza del barril petrolero por encima de $ 100: es una bonanza que no declaran en el presupuesto para confiscarla de nuevo. ¿La Venezuela Saudita no es la suma de una alta renta petrolera, masivo endeudamiento y corrupción generalizada?
La diputada Vestalia Sampedro ha suscrito un extraordinario informe en torno al presupuesto 2013, denunciándolo al perder su carácter de instrumento para la planificación, el reemplazo de un régimen fiscal por un sistema integrado de asignación de recursos, la existencia de fondos paralelos que absorben recursos que no ingresan al Tesoro Nacional, y la clara violación de los artículos 187, 311 y 321 de la vigente Constitución de la República. A pesar de la contundencia del informe, como la de otros que hemos tenido ocasión de leer, no trasciende debidamente a la opinión pública, reducida la polémica parlamentaria a ANTV (y ya sabemos su destino), consagrada la dilapidación por la que el ministro Giordani rasga sus vestiduras.
Finalmente, el responsable, creador, diseñador y propulsor del presupuesto, no sólo subestima a los diputados de la oposición, sino a los del mismo oficialismo. “…Ocupar un lugar en la Asamblea Nacional no es lo mismo que ocupar un ministerio, como ha sido verificado y confirmado en nuestra práctica en la que el tránsito para algunas personas que han venido de la Asamblea ha sido fugaz en su paso por cargos ministeriales”: condición de lámpara de techo (ministro) y lámpara de pie (diputado), aunque unos terminan siendo lámpara de pared: ni lo uno ni lo otro (Impresiones 2010: 40). Huelgan los comentarios.
NOTAS:
Giordani, Jorge
(2009) “Gramsci, Italia y Venezuela (Apuntes e impresiones)”, Vadell Hermanos, Caracas-Valencia.
(2009) “La transición venezolana al socialismo”, Vadell Hermanos, Caracas-Valencia.
(2010) “Impresiones de lo cotidiano 2009”, Vadell Caracas-Valencia.
(2011) ”Impresiones de lo cotidiano 2010”, Vadel Hermanos, Caracas-Valencia.
(2012) “Impresiones de lo cotidiano 2011”, Vadell Hermanos. Caracas-Valencia.
Fuente: http://www.analitica.com/va/economia/opinion/8728121.asp
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