EL UNIVERSAL, Caracas, 17 de Diciembre de 2012
El abismo fiscal venezolano
LUIS OLIVEROS B.
El llamado "precipicio fiscal" en Estados Unidos está de moda, ya que representa un punto a analizar vital para entender qué puede pasar en el año 2013. Si en el Congreso de ese país no hay el humo blanco para cambiar las reglas fiscales, ese país se verá en la obligación de acometer un conjunto de recortes de gastos y aumentos de impuestos que prometen llevar esa economía y posiblemente al mundo entero a una nueva recesión. En nuestro país estamos desde hace unos años caminando al borde de la cornisa en el tema fiscal, y es que el desorden de la actual administración que es el mayor de la historia (algo que de por sí nos invita a pensar en lo mal que estamos), y está comprometiendo la sostenibilidad de nuestra economía para el mediano plazo. Venezuela cerrará este año con un histórico (récord) déficit fiscal, dependiendo del economista que se cite, ese déficit rondará entre 15% a 19% del PIB, algo sorprendente y a la vez preocupante. Para que tengan una idea del tamaño del déficit fiscal, si suponemos que el PIB equivale (a tipo de cambio Bs. 4.3/$) a unos $320.000 millones, el déficit oscilaría entre los $45.000 y los $60.000 millones. Lo más grave de este asunto es que esto ocurre en medio de la mayor bonanza petrolera de nuestra historia, con un barril de petróleo cotizándose a niveles récord, no solo en términos nominales sino también en términos reales.
El desorden fiscal en nuestro país es tan grande, que no solamente dilapidó las exportaciones petroleras, sino que generó que tanto la República como Pdvsa experimentaran un crecimiento de sus deudas sin precedentes en nuestra historia. Por ejemplo, la necesidad (y por lo tanto la voracidad) de recursos del Ejecutivo hacia Pdvsa, ha llevado a que ésta solicite financiamiento (ayuda) al BCV por más de Bs. 150.000 millones, mientras la deuda total de Venezuela supera los US$ 200.000 millones (y se coloca en más de un 60% de su PIB).
El problema fiscal está lejos de terminar, no importa que los precios del petróleo sigan altos, el modelo económico actual necesita dosis petrodólares elevadas, a ritmos insostenibles. Los ajustes vendrán, el almuerzo gratis hay que pagarlo, la arruga no se podrá seguir corriendo. Solo un milagro (un evento bélico en Medio Oriente, un atentado en Arabia Saudita, etc.) nos permitiría mantener la fiesta de consumo.
Ilustración: Hans Hartung.
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