EL NACIONAL - Domingo 18 de Noviembre de 2012 Tecnología/6
PROYECCIONES Continúa la evolución de la red de redes
En 2020 habrá más de 20 millardos de equipos conectados a Internet
La proliferación de sensores permitirá una interacción inteligente de casi todas las cosas y objetos
FROILÁN FERNÁNDEZ
Entre 2008 y 2009 la cifra de dispositivos conectados a Internet, incluyendo computadores, smartphones, tabletas y una gran diversidad de sensores, sobrepasó al número de habitantes del mundo.
Según un estudio del Grupo de Soluciones de Negocios de Internet de Cisco (IBSG, por sus siglas en inglés), los dispositivos conectados pasan de 15 millardos (más de 2 dispositivos por habitante) y en 2020 superarán los 20 millardos de equipos.
¿Pero qué tipo de dispositivos se están integrando a la red de manera tan acelerada, más allá de las computadoras, tabletas o smartphones? La respuesta incluye sensores en muchas más cosas de las que imaginamos, incluso dispositivos minúsculos pero con capacidad de cómputo, que monitorean las mareas, algunas vacas privilegiadas, autos, acueductos, fábricas o zapatos deportivos, todos ellos transmitiendo información a humanos, computadoras o a otros dispositivos que procesan automáticamente ese gran volumen de datos.
La referencia a las vacas es real.
La compañía holandesa Sparked coloca sensores inalámbricos en las orejas del ganado con la finalidad de hacer un seguimiento a los movimientos de los animales y a su estado de salud, lo que asegura atención temprana cuando ocurren incidentes.
Una vaca produce más de 200 MB de datos al año que, analizados con la data total, ofrece valiosa información para mejorar la productividad de leche y carne.
Este ejemplo muestra la diversidad de lo que se ha denominado el Internet de las Cosas (IoT en inglés), que apenas se comienza pero que constituye un paso evolutivo crucial en la red de redes.
El vicepresidente senior de Cisco en las áreas de video y colaboración, Marthin De Beer, señala que un mundo con decenas de millardos de dispositivos conectados no sólo está en capacidad de detectar, recolectar y transmitir más datos, sino que también puede analizar los datos en tiempo real y proveer información útil a los individuos, empresas y gobiernos.
Menos brecha. El estudio del ISBG de Cisco (disponible en j.mp/iotcisco) pone un buen ejemplo sobre el impacto del Internet de las Cosas en la reducción de la brecha entre pobres y ricos.
En Bombay, la India, el metro cúbico de agua cuesta 1,31 dólares en el barrio pobre de Dharavi y sólo 0,03 dólares o 37 veces menos en el acomodado barrio de Warden Road.
La mayor fuente de esta disparidad está en las deficiencias de la infraestructura para suministrar agua a los barrios más pobres, fugas o robo del líquido. Lo mismo ocurre con la distribución de energía eléctrica.
El Internet de las Cosas, con sensores ubicuos e interconectados, está en capacidad de brindar la información precisa para identificar y corregir las deficiencias, lo que permitiría a las compañías proveedoras operar a menores costos.
Un importante sector con grandes beneficios potenciales es el de la tercera edad. Con IoT la calidad de vida de mil millones de personas de 65 años de edad o mayores puede mejorar notablemente. Se puede imaginar un pequeño sensor con capacidad de detectar los signos vitales y enviar un alerta en caso de sobrepasar ciertos umbrales o descubrir si la persona se cae y no puede incorporarse.
Cuando se diseñó el protocolo de Internet la red de redes era apenas un proyecto.
Las direcciones IP llegan hasta 4,3 millardos y se pensaba hace más de 3 décadas que ese era un número más que suficiente para los computadores conectados.
Hoy esas direcciones están agotándose y ya está en vigor el IP versión 6, que tiene capacidad para 340 sextillones de direcciones (un número de 39 cifras).
Es difícil imaginar una cifra de esa magnitud, pero hay capacidad suficiente para asignar muchas direcciones a cada grano de arena del planeta. Esto indica que no hay límites a las cosas que podemos conectar a Internet en un futuro.
Cisco está planificando una "Piel Planetaria" compuesta por mil millones de sensores conectados en red, en tierra, aire, agua y en el espacio que será capaz de detectar y predecir cambios en el ambiente.
Para ello está probando en sus laboratorios cámaras y computadores que miden sólo un milímetro cúbico.
Ilustración: Sophie Taeuber-Arp.
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