jueves, 20 de diciembre de 2012

LA CULTURA DEL ACOSO

EL UNIVERSAL, Caracas, 17 de Diciembre de 2012
ENTREVISTA MARÍA ELENA RAMOS, CRÍTICO E INVESTIGADORA DE ARTES VISUALES
El desmontaje cultural
"El libro muestra casos de intentos de borramiento intencional del pasado"
"No es cierto que 'no podemos estar peor', siempre podemos estarlo, y eso hay que saberlo a tiempo"
La exdirectora del Museo de Bellas Artes publicó, la pasada semana, el libro "La cultura bajo acoso" de Artesano Editores
DUBRASKA FALCÓN

Hay una maldición antigua, recuerda María Elena Ramos (1947), que reza: "Ojalá te toque vivir en tiempos interesantes". A la crítico e investigadora de artes visuales le tocó uno... lleno de desasosiego. Un tiempo que le ha producido, en algunos casos, hasta dolor. "Demasiado ha sucedido en estos tiempos 'interesantes', no nos podemos quejar de aburrimiento", asegura vía correo la exdirectora del Museo de Bellas Artes.
Ella, una mujer que ha dedicado parte de su vida al mundo del arte, decidió mirar dentro de este momento cultural. Lo que halló está plasmado en el libro La cultura bajo acoso (Artesano Editores), que se encuentra en las librerías.
Se trata de un diagnóstico personal que Ramos comenzó, hace una década, a escribir por separado. Ensayos que decidió aglomerar en este libro de 178 páginas, que está dividido cuatro capítulos: Cuando se politiza la cultura; Los discursos del poder en tiempos críticos; Los museos al centro del debate, y De curadores y curadurías.
-¿Es un diagnóstico de lo que ocurre culturalmente o, como dice Simón Alberto Consalvi en el prólogo, es un grito de desasosiego?
-¿Desasosiego? Sí, puedo decirte que ir escribiendo estos ensayos en sus distintos momentos, y ahora reunirlos en un libro, me ha producido inquietud, verdadero dolor, por momentos, desasosiego. Pero, ¿no es eso lo que siente gran parte de la población venezolana en estos años? Soy simplemente una voz de alguien que no quiere mirar para otro lado.
-Observa el deterioro de la cultura. ¿Es una denuncia acerca de la pretensión de abolir la historia?
-El libro muestra casos de intentos de borramiento intencional del pasado, de abolición de aspectos de la historia de las instituciones culturales. Los libros de historia están siendo reescritos para nuestros niños y jóvenes; eso es un claro testimonio que a todos debería alertar.
-¿Qué pasa cuando se politiza la cultura?


-Se diluye la motivación al sano hacer, al logro y la excelencia, en motivación al poder. Cuando se politiza, en el sentido al que me refiero, la cultura es solemnemente enunciada como interés de Estado, pero no para enriquecerla como recurso del humanismo, sino más bien para ponerle la mano, cubriéndola de ideología.
-Son escritos que realizó durante una década. ¿Por qué publicarlo ahora?
-La estructura del libro permite ir sintiendo aquella gradualidad del proceso, de un gobierno que no quiere aceptar límites de tiempo (...). No es cierto que "no podemos estar peor", siempre podemos estarlo, y hay que saberlo a tiempo.
-Personeros de la cultura oficial han dicho que el primer interesado en la cultura venezolana es el presidente Hugo Chávez. ¿Lo responsabiliza de lo que sucede?
-Ciertamente, Chávez es responsable principalísimo de lo que en el país bajo su dirección está mal, que es mucho (...). Pero no todo es atribuible a Chávez, sino también a ministros o viceministros. Y asimismo, ha faltado visión y coraje de directivos en cargos medios.
-Cuando fue ministro Francisco Sesto puso de moda un concepto: democratización cultural. ¿La cultura se ha democratizado?
-En lo real no la democratizó. En su intención tal vez, o en su palabra. Pero los políticos autoritarios y soberbios son eminentemente nominalistas. Esos modos nominales de la demagogia suelen ser macrodiscurso y microobra. Flatus vocis, verbo sin mundo. Sería mucho lo que los políticos deberían aprender de los creadores.
-Decide publicar una radiografía que escribió acerca del Bellas Artes en 2000. ¿Cree que hoy el museo está en retroceso o en amenaza?
-Hay sí un retroceso, pues con relación al Museo de Bellas Artes se ha dado, cíclicamente, lo que en muchas instancias del país: el mito de Sísifo asoma con peligrosa frecuencia. A lo largo de las décadas vemos un encadenamiento de logros y de retrocesos, como la piedra de Sísifo, que debe subirse una y otra vez con gran esfuerzo hasta la cima para verla rodar también una y otra vez. Sísifo y el Bellas Artes son también ideas para pensar esa otra realidad del país, y no sólo de estos tiempos de Chávez.
-Sugiere que quieren desmontar a los museos. ¿Esto en realidad puede pasar?
-No es que creo que esto puede pasar, sino que ya comenzó a pasar. Más aún, lo que llevamos de siglo XXI ha sido un persistente esfuerzo de desmontaje, con menor o mayor eficacia. Con la sola salida de Sesto del ministerio se empezó a sentir un cierto respiro en el ambiente, y esto pareció abrir una compuerta. No es suficiente. Se requiere mucho más compromiso de rescate para que los museos sean lo que deben para la comunidad; se requiere inversión, pero sobre todo respeto, una virtud que en los años de Chávez ha escaseado.
-El gobierno enfrentó la cultura elitesca versus la popular. ¿Cuál ganó?
-Como suele suceder cuando se enfrentan artificialmente dos polos: o se inventan bandos o se alimentan resentimientos. Ninguno gana. Perdió la gente y la cultura, simplemente.


Fotografía: Oswer Díaz Mireles.

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