EL NACIONAL - Domingo 30 de Diciembre de 2012 Siete Días/7
Vueltas alrededor del año 13
SIMÓN ALBERTO CONSALVI
Quizás valga la pena dar una mirada a los años terminados en 13 a través de los doscientos de historia recorridos por Venezuela como país independiente. La retrospectiva no tiene otros propósitos que los de ilustrar cómo los primeros fueron años decisivos, que marcaron con tinta indeleble nuestro proceso hacia la libertad o que la negaron de manera trágica. Aquí no se pretende establecer paralelismos ni menos formular pronósticos. Simplemente, se trata de un ejercicio que muestra que los años 13 no transcurrieron en vano, que fueron determinantes en nuestro destino. Sucedió en 1813 y en 1913. Fatalmente, el ensayo nos conduce a nuestro propio tiempo y a nuestras desventuras. 2013 está a la vuelta del amanecer.
1813 fue el año de la efímera república de Bolívar. Caída la primera y entregado Miranda, el joven coronel viajó a Cartagena de Indias, y desde allá lanzó su célebre Manifiesto, una crítica arbitraria y personalista del primer fracaso.
Responsabilizó a los códigos y a los hombres de ideas, "por manera que tuvimos filósofos por jefes, filantropía por legislación, dialéctica por táctica y sofistas por soldados". Culpó del desastre a la Constitución de 1811, aunque, en efecto, ésta apenas tuvo tiempo de entrar en muy relativa vigencia.
Al invadir en 1813, y pasar por Trujillo el 15 de junio, Bolívar lanzó la Proclama de la Guerra a Muerte que pintó aquel tiempo de nubes negras: "Españoles y canarios, contad con la muerte, aun siendo indiferentes, si no obráis activamente en obsequio de la libertad de la América. Americanos, contad con la vida, aun cuando seáis culpables".
1813 fue un año relampagueante. El país naufragó en espejos de sangre. El historiador Francisco Javier Yanes escribió en Relación documentada de los principales sucesos ocurridos en Venezuela desde que se declaró Estado independiente hasta el año de 1821, estas palabras: "Desde el 19 de abril de 1810 hasta fines de este año (1813) se calculó que habían muerto en Venezuela, por los terremotos y la guerra, sobre cuatrocientos mil personas y consumídose cerca de veinte millones de pesos".
Lo que significaba una guerra a muerte se comprendió cuando de los infiernos surgió la figura del brutal José Tomás Boves y llevó la destrucción a los extremos más inverosímiles, sembró el odio y quemó la tierra. Sangre sobre sangre. Epílogo de una aventura.
Otro signo tuvo la opereta de 1913. Juan Vicente Gómez había sido elegido por un periodo de cuatro años y se vencían en el 14. Con sus intelectuales tras la escena, Gómez inventó en 1913 una supuesta invasión del general Cipriano Castro, se armó de todas sus armas y se marchó en son de guerra, y no pasó de Maracay. Dejó encargado del Poder Ejecutivo al doctor José Gil Fortoul, como presidente del Consejo de Gobierno. El gran historiador le puso sal a la farsa, y dijo ante el Congreso: "El presidente Gómez no se arrogó de hecho las tradicionales facultades de la dictadura; llamó, en cambio, a encargarse de la suprema autoridad al hombre civil que en su carácter de presidente del Consejo de Gobierno estaba para ello designado por la misma Constitución; y desde entonces, el uno en el campamento y el otro en el Palacio de Gobierno, continúan fraternalmente unidos en igual propósito, a saber: esforzarse en el restablecimiento de la paz".
Obvio, en un estado de guerra no podían celebrarse elecciones. Redujo a prisión al periodista Rafael Arévalo González y desterró al doctor Félix Montes, lanzado candidato a la Presidencia por el primero.
Otorgó concesiones petroleras y, según Edwin Lieuwen (Petroleum in Venezuela), en 1913 se perforó el primer pozo petrolero en el lago de Guanoco, a 600 pies de profundidad. Se impuso la consigna de Gómez Único hasta 1935.
Al amanecer 2013, debemos partir de un hecho cierto: ha terminado el siglo del petróleo que contaba con un mercado al alcance de la mano. Si algo está comprobado en el horizonte petrolero es la abundancia y la competencia por mercados. Para Venezuela esto plantea un gran desafío. El petróleo del Medio Oriente abastecerá a China e India con ventajas visibles. Con tan grandes reservas, Venezuela produce ahora menos que hace sesenta años, según las cifras de Lieuwen (de 1954).
2013 requerirá de una política de responsabilidad ciudadana que afronte las deudas del Estado, las deudas de Pdvsa, la inflación, la devaluación, el secuestro discrecional de los bienes públicos, las expropiaciones, la crisis de la producción, el desorden de las importaciones que conspiran contra la nación y, en una palabra, el pernicioso proyecto de que podemos sobrevivir como una sociedad subsidiada. O sea, como un pobre país.
1813, 1913, 2013. Sería una banalidad incurrir en la feria de las especulaciones políticas que condenan a los venezolanos a no pensar en su futuro, o a darle vueltas a la noria de proyectos anacrónicos sin reparar en que se nos acaba el tiempo consumido por las utopías y los fuegos fatuos. Junto con los dilemas políticos, 2013 obligará a tirios y troyanos a preguntarse hacia dónde vamos y qué clase de país queremos. O si, por el contrario, optamos por la resignación de conformarnos con lo que venga. Que el azar decida por quienes dejamos de pensar.
Fotografía: Juan Vicente Gómez, según Peli. El Diario de Caracas, 24/03/86.
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