martes, 17 de mayo de 2011
QUÉ DE COSAS, EL AZAR
Día de la Raza
Luis Barragán
Incorporados a la cámara, nos sorprendió la primera discusión del proyecto de Ley Contra la Discriminación Racial. Presuntamente, un trabajo sobrio y profundo, fue desmentido por la inmensa manipulación que hizo el oficialismo de tan delicada, equívoca y punzante materia. Sin embargo, valoramos el aporte, a
De un lado, compartimos las consideraciones que hizo el diputado opositor Arcadio Montiel, quien libró – por cierto – de todo complejo al resto de la bancada para que la votase. Hay elementos culturales, reflejados en una bastarda historiografía, en los que prevalece una versión étnica que privilegia a unos, en detrimento de otros, en el esfuerzo común de conquistar y hacer la Patria.
Del otro, es necesario actualizar el debate, pues, salvando las distancias, recordamos a algunos integristas de ocasión que aspiraban a la prohibición de la versión fílmica de “El código de Da Vinci” de Dan Brown, como si no fuese ocasión para señalar sus inexactitudes, adulteraciones o fantasías. De modo que la discusión sobre la existencia o no de la segregación racial en Venezuela, a propósito del mencionado proyecto, nos parece válida para sincerar la realidad y desarmar a un régimen que emplea las armas más indecibles de la manipulación para sostenerse.
Finalmente, aceptemos esa herencia secreta y eficaz de la escuela positivista venezolana tan necesaria de combatir, al igual que el uso de toda predisposición anclada o sobrevenida para explicar nuestras desgracias personales y colectivas actuales, como bien lo refleja – por ejemplo – Ricardo Sucre, en su “La amenaza social y el autoritarismo en Venezuela” (1998). Por dejar los malentendidos intactos, aunque no experimentemos tan dramáticas situaciones de discriminación, es que nos tropezamos con el régimen prevaleciente en Venezuela, presto a hincar el cuchillo en cualquier desencuentro.
Valga la doble coletilla, tenemos que, en el fondo, no toleramos lo diverso, y, por ello, sin que el dato étnico mismo sea frecuentemente decisivo, decimos o dicen que no nos entendemos con el inmigrante, el obeso, el paticojo, el que profesa otra religión, el que – hay que acentuarlo – no es partidario de Hugo Chávez, por no citar a esos burdos sectores de clase media que peregrinan una explicación de su radical incongruencia de estatus. Por lo demás, el oficialismo se excede, pues despacha un proyecto que contempla una edificación burocrática compleja, amén de un régimen penal acaso innecesario por las magnitudes planteadas, como si de segregación,
discriminación o persecución, todo se redujera al universo afrodescendiente (por no hablar de la sofisticada persecución política).
Fuente: http://www.medios24.com/p33134.html
Ilustración: Jason Pollock
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario