sábado, 21 de mayo de 2011
EL ARTE DE RELEERLO
El Nacional, Caracas, 25 de Agosto de 2001 / Papel Literario
Espejo de tinta
Mutis y el arte de la relectura
Gabriel Jiménez Emán
Una sorpresa aconteció en el mundo literario hispanoamericano a mediados de la década de los años 80: Alvaro Mutis, escritor que había alcanzado cifras elevadas en la poesía del continente con una obra lírica madura y compleja, dio un giro en su trabajo creador, afincándose en un personaje que ya había dibujado en su poesía: Maqroli El Gaviero. De hecho, Maqroli es un personaje novelesco viviendo en medio de un discurso poético, el cual, en muchos momentos tomaba giros narrativos, donde las presencias marinas y las nostalgias de puerto tomaban lugar relevante. Alvaro Mutis no lo dudó; tomó la pluma y emprendió una saga novelística que enriqueció nuestra prosa de ficción en obras como La nieve del almirante (1986), Ilona llega con la lluvia, (1987), Un bel morir (1989), Amirbar (1990); con ella consiguió mayor divulgación y los premios Médicis (Francia), Villaurrutia (México) e IILA (Roma).
Ahora es grato encontrarse con artículos, ensayos y crónicas de Mutis, cuya compilación ha estado a cargo de su hijo Santiago Mutis Durán, quien nos aclara: “En esta ocasión se le ha dado cabida sólo a las notas, artículos, reseñas y otros textos dispersos, que muestran de una manera probablemente más explicita la visión de Alvaro Mutis del mundo contemporáneo (...) le debo a otros artículos el descubrimiento de muchos e importantísimos libros y de un par de escondidos, raros y extraordinarios, como Antonio España y Roger vos Gunten”.
Los trabajos van de 1943 hasta 1998. Los primeros fueron publicados cuando el autor contaba apenas 20 años –como los dos dedicados a William Faulkner- mientras el más reciente corresponde a la intervención de Mutis en el Congreso Mundial de la Lengua Española celebrado en Zacatecas en 1997, donde le vi de lejos, rodeado de algunas personalidades “pavorreal” y preferí no acercármele. Ya había hablado con él un año antes en Caracas, donde me firmó su libro La mansión de Araucaima (“Para Gabriel, con el mar adentro”). Allí en Zacatecas asistí a la conferencia mediática de Octavio Paz y a las polémicas palabras de García Márquez donde llamaba a pulverizar la gramática. El discurso de Mutis (“La rebelión de los zombies”) también generó mucho escozor entre los nuevos mesías de la cibermética.
De lecturas y algo del mundo (Seix Barral, 1999) tiene la virtud de acercarnos a un buen número (39) de autores y obras en la sección titulada “Lecturas”, mientras en la otra “Algo del mundo” nos asomamos a diferentes fenómenos: estéticos, sociales, políticos o tecnológicos: la guerra española, la música francesa, los reyes árabes, Goethe, dos novelas inglesas, J. Brodsky, César Borgia, el rey Juan Carlos I o la retórica, tan disímiles pueden ser éstos. En cambio, los de la primera parte están mejor cohesionados a través del tema literario. Junto a escritores conocidos como Pablo Neruda, Constantin Cavafy, Guillaume Apollinaire, Yukio Mishima, Ledo Ivo, Henry Miller, Juan José Arreola, Honoré de Balzac, Octavio Paz, Benito Pérez Galdós o Marcel Proust (el más grande escritor del siglo XX, según Mutis), se hayan otros menos célebres, cuyo descubrimiento lo debo al colombiano: el francés André Velter, el húngaro Miguel de Ferdinandy, el austríaco Alexander Lernet-Holenia, el checo Franz Werfel, el chileno Ludwig Zeller (ya lo conocíamos en Venezuela, por la Revista Nacional de Cultura), el brasileño José Lins Do Rego y los mexicanos Anrés Heneztroza y Francisco Cervantes.
Una de las ideas centrales de Mutis es la de nuestro atropellado vivir en el mundo, el aislamiento del hombre de sus semejantes, la inhumanidad constante a que somos sometidos. Por contraparte, el valor de releer, de redescubrir valores y belleza en obras, nos salva de todo aquello. No comparto la fobia de Mutis hacia la cultura audiovisual (se refiere, por ejemplo, a “la sospechosa delicia del cine”), pero es de celebrar su saber asimilado a un centro de conocimiento sensible: lo contrario del delirio de la información, al bloque de datos metido en un molde de palabras. Más bien “la creación de belleza como forma altísima de oración” -tal dice del arquitecto Luis Barragán- y el compartir la premisa de cómo “para el lector nato la lectura es una segunda vida”, validan estos acercamientos. Todo ello usado como método personal para encontrar libros y obras en trabajos breves, frescos y personales, donde la voz del poeta se disfruta en su mejor y más cabal sinceridad.
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