martes, 10 de mayo de 2011

DE LA (IN) ESTABILIDAD INSTITUCIONAL


EL SOL DE MARGARITA, Porlamar, 10/05/11
Teoría de la relatividad
Luis Barragán


Hay consenso entre los especialistas al señalar que los comicios de 1963, realizados en un país hoy irreconocible, significaron una contundente y decisiva derrota política para el guerrillerismo de entonces, precediendo a la militar. El llamado a la abstención electoral fracasó, aún cuando se le creyó inscrito en las condiciones objetivas y subjetivas que – por irradiación – lo hicieron terco imitador del consabido proceso cubano.

E, incluso, declarándose en emergencia el Consejo Supremo Electoral (CSE), al reseñar que apenas se había inscrito el 8,24% del electorado (El Nacional/Caracas, 03/07/63), no puede descartarse la absoluta confusión de los cuadros insurgentes, como tampoco desautorizar la hipótesis de un juego táctico del gobierno que la punzara. Lo cierto es que, para unos, se abrió la senda de la segura estabilidad institucional, mientras que, para otros, ésta siempre fue endeble y propicia al ademán insurgente.

De un lado, la democracia representativa se asentaba con los sucesivos períodos electorales, afianzándose y avivándose las actividades de los órganos del Poder Público. A mediados de la década de los setenta, canalizadas parlamentariamente las vitales diferencias, el ensayo recibió un formidable impulso con las inaugurales bonanzas petroleras que aceraron la ilusión de una estabilidad fuera de todo peligro.

Del otro, el fracaso subversivo se entendió como una mera y accidentada coyuntura, pues, a pesar de los brotes que languidecieron hasta finales de los setenta, cualquier otra podía encender la pradera, tal como intentaron convertir el llamado Movimiento de Renovación en las universidades en la chispa esperada. Esta vez, la ilusión acerada fue la de una inestabilidad crónica, así pasaran décadas para que, extrapolando las realidades, reclamasen la revolución en curso como producto de añejas gestas.

Salvadas las circunstancias, ahora hay una sorprendente equivalencia de posiciones, ya que el chavezato cree en la absoluta estabilidad de un régimen tan curiosamente festejado por otras bonanzas petroleras, incluyendo el descomunal e injustificado endeudamiento público, mientras la oposición apuesta por algún acontecimiento, por tímido que fuere, que puede dar al traste con el actual orden de cosas, siendo devota de la enfermiza estabilidad que le atribuye. Y, valga la constatación, todo esto se debe al radical desaprendizaje de la política y de lo político que se manifiestan en un complejo proceso que intimida y atemoriza.

Proceso que debemos asir, pues, en el fondo de ese eterno retorno histórico que puede alegarse, hay una sobrada novedad histórica que responder, tal como ocurrió – por ejemplo – en la Venezuela de 1936, 1945 o 1958. Es decir, lo público y lo trascendente, va más allá de los títulares de la prensa, sean de oposición o de gobierno: la relatividad que nos resistimos a teorizar o meditar.

Fuente: http://www.elsoldemargarita.com.ve/Noticias.aspx?NoticiaId=79191&Seccion=5

Ilustración: Albert Gleizes, "La ciudad"

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