Acampando en la Navidad
Luis Barragán
Acumulamos más de diez años dudando del período navideño, antes motivo de reencuentro y paz, cordialidad y reconciliación, siendo creyentes o no, encontrándose entristecidos por una pérdida irreparable, o jubilosos por la llegada de un nuevo integrante de la familia. Por más aislados que nos pretendamos, confiando en la intimidad hogareña como un refugio inexpugnable, el país – inevitable destino compartido – nos da alcance.
Aspiramos a un poco más de sosiego, en un contexto de insólita violencia espiritual que se ha convertido en el elevadísimo costo impuesto por el desarrollo de un proyecto totalitario, capaz de invocar grandes y generosos valores que traiciona. El llamado a la paz y el amor, tiene por descarado soporte el odio, la rencilla, el revanchismo, la intriga y el sectarismo que amasan una realidad que desemboca principalmente en la delincuencia, atisbando y legitimando una guerra civil que el más elemental gesto de cordura rechaza.
Realizamos un esfuerzo inaudito por no dejarnos atrapar y tragar por el generalizado ambiente de intimidación, apocamiento o miedo, acampando en los predios navideños. Intentamos construir una esperanza, más de las veces asilándonos en la radical indiferencia hacia los acontecimientos que, otra vez, prometerán no tocarnos.
Esa esperanza no es la que conduce a la fe, sino al mero afán de neutralidad que es de supervivencia, disminución, subestimación, humillación y rendición. Por ello, la sola posibilidad de una masiva abstención electoral ha de indicar cuán lejos llega la guerra psicológica del régimen, logrando que diciembre se convierta en un gigantesco exilio de pareceres, experiencias, sentimientos, ideas, vivencias y afanes que, en su intricada travesía de precipicios ocultos, tiene por única oferta el reacomodo - arrepentido y subrepticio – como genial apuesta para 2013.
Es necesario reconocerlo, la consabida enfermedad presidencial se convirtió en una magistral pieza de habilidad política, apenas empañada por la sesión especial del parlamento en Maracay que autorizó otro viaje a Cuba, temerosa de la interpelación opositora. La muy escasa información en la materia, añadida la ausencia de una convincente certificación, deliberadamente ha estado orientada a una provechosa ambigüedad, duda, vacilación o recelo que – precisamente – apunta a un estado general de sospecha de comprobadas consecuencias sociales.
Lejos de creerlo profético, como exageradamente alguien pudiera estimar, traemos a colación un viejo artículo de Guillermo Meneses: cuando le tocó pasar con el médico, ambos comentaron sobre el paciente ya atendido que, por muy recio que pareciera el llanero, sufría de cáncer (El Nacional, Caracas, 30/12/1944). Hoy, en su sano juicio, a nadie puede contentarle la situación personal del barinés, pero luce justificadísima la indignación por tan inaudita manipulación que lo lleva a una suerte de destierro decembrino y sentimental.
Manipulación que conduce a la desconfianza que opta por la neutralidad militante, en nombre de la aparente tregua navideña. O, tocándose los extremos, a un fundamentalismo trepidantemente verbal y, preferiblemente, digital convertido el escepticismo en un pretexto para escapar de las realidades que nos fatigan, invocando – esta vez – valores y principios que tampoco se realizan.
Coletilla: Entenderemos cabalmente, después del 16-D, a quienes aportaron sus planteamientos al mentado debate constituyente, desde la acera del frente. Por lo menos, debieron meditar sobre los buzones de IPOSTEL que emplearon haciéndose cómplices de un peculado de uso.
Fuente:
http://www.noticierodigital.com/2012/12/acampando-en-la-navidad/
http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=921769
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