sábado, 9 de abril de 2011
DE LA FEBRILIDAD
A todos o muchos les ha ocurrido: comenzamos por una insospechada lectura inicial, algún párrafo al azar,y - a la vuelta de los años - no bastará la obra del autor, yendo a los críticos. Fiebres inadvertidamente cultivadas, pues, como ocurrió con esta vieja entrega de la editorial que siempre fue de costosa adquisición, Anagrama, en la que el respetado Gimferrer nos reportó su versión octaviana (Barcelona, 1980).
"El lenguaje del cuerpo (...) el lenguaje es un cuerpo" (62), tomando por azar un párrafo subrayado. Y es que,posiblemente, nos perdimos de otros autores por "enfebrecernos" con la poesía y los ensayos de Octavio Paz, como alguien nos señaló alguna vez. No importa, le dijimos, porque no tuvimos nunca por profesión leerlos a todos y por especialidad, forzar una cita opotuna para cualquier tertulia. Simplemente, lo disfrutábamos por meses y por años, hallando las obras en el camino sin esos afanes de la profesión o de la especialidad que es tratar de impresionar al otro, mientras la prisa nos deja indemne al encontrarnos con nosotros mismos. Pere sigue en casa mientras que pueda, pues alguna relectura puede despedirlo porque ya no se le encuentra sentido o, encontrándoselo, el obsequio del título promete que otro lo descubra.
LB
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