lunes, 16 de enero de 2017

ANDADURA

Del estrecho callejón a la avenida promisoria
Luis Barragán


Convengamos, fueron muchas las expectativas generadas con el triunfo parlamentario opositor de 2015 que, sincerada  aún más al siguiente año, derribando la fachada de sus cuidadosas formalidades, forzó el reconocimiento de la dictadura por los más escépticos, interesados o no: se vieron igualmente acorralados en el estrecho callejón de la represión y el chantaje en sus variadas modalidades, por más constancias de buena conducta que exhibiesen. Truncada la aplicación de la Carta Democrática Interamericana, por obra de las calculadas maniobras del gobierno venezolano que también halló complicidades en quienes supuestamente lo combatían y combaten, la comunidad internacional privilegió la mirada hacia otros problemas, aunque – sobre todo los vecinos – saben de las graves consecuencias que reportará la consolidación del Estado Cuartel en su inaudita versión socialista.

Un balance de la gestión asamblearia de 2016,  fundado en la extendida y peligrosa coyuntura, no debe versar principalmente sobre la producción legislativa, las investigaciones adelantadas y los debates celebrados, pues,  destacando algunos de sus méritos, lo más importante era y aún es la respuesta política oportuna, decidida y contundente que no se dio al concluir el período postergando la declaratoria de abandono del cargo presidencial, sin el reemplazo  de los consabidos magistrados del TSJ y rectores del CNE. La llamada mesa de diálogo finalmente no sólo neutralizó las posibilidades reales para reivindicar el Estado Constitucional, sino – particularmente – las responsabilidades de la Asamblea Nacional, revelando la ineficacia de una conducción en el marco de un régimen de facto que brega por el  ornamento institucional.

Cuatro  partidos monopolizan la MUD y toman sendas iniciativas que, desoyéndolas,  afectan a todas las fuerzas de la oposición; e, incluso, resistiéndose a la ampliación e innovación de la instancia, por más que reconozcamos el capital de sus curules, trasladan la dirección al parlamento con algunas consecuencias: por ejemplo, ninguna incumbencia tienen los sectores políticos y sociales que no cuentan con diputados, suponiéndose representados; delegan responsabilidades en actores secundarios, ahorrando  el costo de los fracasos a los principales; la propia conducción estratégica, suele confundirse con las realizaciones tácticas; el hemiciclo sustituye la calle, un escenario indispensable en tiempos de franca anormalidad democrática. Además, el revestimiento que procura el TSJ darle, no desmiente una situación de facto que, para el drenaje de las tensiones, hasta ahora concibe a la Asamblea Nacional como el visible referente conspirativo, según el relato oficial que ansía e intenta su sustitución por otro.

El período legislativo recién inaugurado, tiene o debe tener por prioridad encarar el desafío político esencial y, como tareas complementarias, por una parte, sancionar el instrumental jurídico que coadyuvará a la transición que no ha de tardar, propiciando las discusiones como un medio para obligar a la bancada oficialista a pronunciarse, poniéndose en evidencia, y como campana de resonancia de los justos planteamientos de la hora. Nadie niega que pueda darse un diálogo con el gobierno, término que él mismo ha vaciado de significado, pero nunca la apuesta ha de tener  un carácter incondicional que, asegurando su completa impunidad,  adquiera los rasgos de una inmensa feria de distracción, levantando toda suerte de sospechas y de certezas.

Se abren las avenidas promisorias de insistir en la transición democrática que la ciudadanía espera, ampliar la plataforma unitaria de la oposición que supere todo ardid electoral, profundizar en una dirección política que sea tal, reconocer los liderazgos reales jamás desmentidos, a pesar  que  muy específicas circunstancias  relegaron a  sus partidos a pocos diputados principales o suplentes, o a ninguno. La MUD, trastocada en una mera alianza electoral, igualmente impidió – es necesario reconocerlo – el reconocimiento de los liderazgos que compiten con otros sobre-representados, por lo que la fundamental promesa reside en sincerar y reconocer las fuerzas que emergen indeteniblemente.

08/01/2017:
http://guayoyoenletras.net/2017/01/08/del-estrecho-callejon-la-avenida-promisoria/
http://www.radiowebinformativa.com/opinion/del-estrecho-callejon-a-la-avenida-promisoria-luisbarraganj/

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