viernes, 13 de enero de 2017

LA PERSISTENCIA DEL MAL

EL MUNDO, Barcelona, 10 de enero de 2017
 CANELA FINA
Alarma nazi en Alemania
Luis María Ansón

Como todos los años, me he reunido durante las navidades con compañeros extranjeros en almuerzos amables y dilatadas sobremesas. Me ha preocupado la alarma de algunos profesionales alemanes sobre el reverdecimiento nazi entre la juventud germana. Hace ya años que me hice eco de lo que me decían mis colegas al denunciar la crecida de la atracción nazi entre las nuevas generaciones. No se equivocaban. El auge de varias agrupaciones racistas de extrema derecha se ha convertido en una cuestión de hecho.

A través de incontables canales de televisión, Hitler está presente en la vida de Alemania. Es cierto que se le presenta de forma crítica en las diversas series sobre la Guerra Mundial o sobre su vida. Es cierto que se le fustiga en los reportajes históricos. Pero ahí está, presente y seductor sobre todo en algunos pasajes como cuando humilló a Francia en Versalles en el mismo vagón donde Alemania firmó su rendición en 1918. Las imágenes reproducidas de Leni Riefenstahl, la decisión para algunos heroica del suicidio en el búnker cercado por las tropas soviéticas, los desfiles tumultuosos, las apabullantes concentraciones y los discursos que electrizaron a varias generaciones se reproducen hasta la saciedad en la pequeña pantalla. Las nuevas generaciones que no conocieron la realidad de la guerra y la feroz privación de la libertad corren el riesgo de impregnarse de la ideología que lo arruinó todo y no consiguió nada. Merkel manda ahora en Europa más que Adolf Hitler y su Wehrmacht apabullante. La nación que perdió la II Guerra Mundial es hoy la primera potencia de Europa, nada en la abundancia, impone sus criterios económicos y lidera el futuro europeo para que el viejo continente pueda competir con Estados Unidos y con las naciones emergentes como China o India.

Hace unos años tenía yo mis dudas sobre la alarma con que me hablaban periodistas alemanes de reconocida solvencia. Ahora no. El apogeo de los partidos de extrema derecha, todavía minoritarios, exigen el análisis y la reflexión. Una cosa es la Alemania democrática rigiendo Europa y otra muy distinta una Alemania de extrema derecha o neonazi alzándose con ese papel.

Y en medio de tantas preocupaciones, la guinda ha venido a rubricar la situación. Después de 70 años en las cavernas, se ha permitido en Alemania reeditar Mein Kampf, Mi lucha, el libro que Adolf Hitler escribió en 1925 en la cárcel de Landsbergen, antisemita y racista hasta la náusea. Se ha vendido como rosquillas. Ha ocupado el número uno entre los bestsellers del año. Algunos analistas creen que, ante los atentados terroristas del yihadismo, Mein Kampf da respuesta racista que cala de nuevo en muchos alemanes hostiles al exceso de inmigración y a las atrocidades cometidas por algunos refugiados.

Y no se trata solo de Alemania. Naciones tan democráticas como Francia o Austria asisten a la galopada de la extrema derecha. Como explicó muy bien Arnold J. Toynbee en su Estudio de la Historia, solo España y Portugal supieron crear en la época colonialista un mestizaje real. Francia, Inglaterra, Bélgica y Holanda mantuvieron una posición racista. Y ahí están los lodos engendrados por aquella política tórpida y excluyente.
(*) Luis María Anson, de la Real Academia Española

Fuente:
http://www.elmundo.es/opinion/2017/01/10/5873d01ee2704ed5668b45bf.html
Ilustración: Arthur Szyk.

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