Del afecto generacional
Luis Barragán
Frecuentemente cotizada en nuestra historia republicana, la tesis generacional todavía es una tentación para explicar sus cursos más accidentados o promisorios. Grosso modo, en ciclos aproximadamente de treinta años, los coetáneos más que los contemporáneos, aportan una distinta visión común del mundo, cumplimentando sendas etapas de decadencia, preparación e innovación, al detonar un evento que marca época . No obstante, existen serios reparos a la tesis.
Frente a José Ortega y Gasset, su más firme y decidido impulsor, las generaciones no suelen ser tan uniformes o compactas como las desea, al sustentarse en un común planteamiento o visión, responder a un estridente acontecimiento e, incluso, coincidir exactamente en edades biológicas o ciclos históricos. Lo que hagan o dejen de hacer solamente se aprecia y valora en una larga perspectiva histórica, pues, agreguemos, la generación venezolana más exitosa y preanunciada, como la de 1928, contó con líderes como Betancourt, Villalba u Otero Silva que tanto la escribió, pero también con Uslar Pietri, Suárez Flamerich o Silva Tellería de evidentes convicciones e itinerarios discrepantes; o, curiosamente, dando origen al socialcristianismo, la de 1936 no ha debido existir, según el cálculo ortegueano que un buen día entusiasmó a José Giocopini Zárraga o a José Rodriguez Iturbe..
Igualmente, es cierto, existen indicios serios y eficaces del fenómeno generacional, aunque – por sí mismo – no tenga la suficiente energía y - diríamos - hasta suerte de consumarse, porque la de 1958 estuvo largamente “predestinada”. Por ello, en un ya viejo ensayo, Mario Torrealba Lossi versa sobre las promociones generacionales que, al coincidir en determinadas condiciones epocales, tendencias y conductas, además, añadimos, las une un gran afecto personal que se empina por encima de sus momentáneas desavenencias en el campo político, académico, artístico, deportivo, etc.
Disculpándonos por el tono personal de la nota, días atrás coincidimos varios amigos – un poco más acá o más allá de la cincuentena de edad - desde los tiempos del bachillerato o de la universidad, cuya inicial experiencia fue la de compartir una semejante escuela política, vicisitudes y vivencias múltiples, o – en definitiva – una perspectiva del mundo y de las cosas que, por encima de muchas circunstancias, nos lleva al afecto. Bastó, en un momento, que pusieran por fondo el himno de la otrora juventud demócrata-cristiana (“Juventud Victoriosa”) para remitirnos a la emoción irrenunciable que generó el ideario, reencontrarnos con la precisión de un afecto que ha sobrevivido, y celebrar nuestra propia existencia e identidad, a pesar de los diferentes caminos que hemos tomado, extrañando a los ausentes que siempre llegan al alma.
Sara Lizarraga promovió y cumplió con un magnífico reencuentro que le agradecemos, pero es natural que meditemos por un instante sobre la suerte histórica que nos tocó: el régimen fraudulento que alguna vez encandiló al país, se llevó por el medio a las promociones generacionales de los ’80 y ’90 que, mejor preparadas, le hubiesen dado una distinta conducción. Y en ellas, aún tenemos una reserva moral y política extraordinaria para un futuro cercano, pues, buena parte de sus integrantes se mantuvo y mantiene firme en sus convicciones contra el régimen, los caracteriza una importante experiencia y poseen la necesaria madurez para afrontar las dificultades también muy avecinadas, luego de pagar un injusto precio histórico: excepto el que suscribe, tienen el talento indispensable para una generosa transición democrática.
30/01/2017:
http://opinionynoticias.com/opinionnacional/28853-barragan
http://www.entornointeligente.com/articulo/9566432/VENEZUELA-Del-afecto-generacional-30012017
Sin duda que la labor de Saralilian et all es admirable, por su constancia y por la utilidad en mantener una información fidedigna sobre un ciclo histórico, que gracias a todos esos datos, podrá ser valorado aplenitud en el futuro.
ResponderEliminar...a esos cincuentones hay que sumarle unos cuantos sesentones, como este servidor, porque una generación política no se define por una banda más o menos amplia o estrecha de edades, sino por el que que hayan o no culminado, juntos o en su gran mayoría, su trayectoria de servidores a su país, en este caso en el campo de la política.
Amistades aparte que es otro factor "generacional", hay otros ámbitos donde se habla de generaciones, como el literario, o el académico. Allí tal vez sea más nítida la diferenciación por bandas de edades, porque después de todo, en las cíclicas explosiones de creatividad se involucran quienes han tenido vivencias similares, o al menos quienes tienen una óptica común frente a cómo es el mundo en determinado ciclo histórico. En lo académico las "generaciones" dependen de cada país y de lo engogámico de cada sistema educativo. En Italia, por ejemplo la gerontocracia de cada cátedra impide el relevo, en USA el relevo es más fluido, y por tanto no existe esa nitidez generacional europea. Etc.
En nuestro caso, el que parte de la generación de los ahora setentones se hubiera apoderado del partido fue nefasto para el relevo...y los resultados no tardaron en evidenciarse...al final el partido perdió todo impulso, el país mismo con esa deriva partidista muy similar en cada organización pues le abrió la puerta a la barbarie, perdiendo así nuestra eventual contribución, y todos nosotros quedamos congelados en el tiempo, luego de años de siembra, sin cosechar, mientras otros vivarachos disfrutan de jubilaciones varias luego de décadas de parasitismo institucional.
Eso sí, ganamos amigos, muchos panas, donde el interés nunca ha privado, al contrario de los más viejos, rodeados de escorpiones.