martes, 30 de abril de 2013

UNO Y OTRO PARLAMENTO

De la crisis parlamentaria
Luis Barragán


Plural por definición y legítimo por las angustias compartidas, el oficialismo prefiere no lidiar con el parlamento, excepto que tratemos de la consabida simulación cubana.  Empero, a juzgar por los formales resultados comiciales, despunta temeraria, inmensa y suicida, la sola ocurrencia de otro proceso constituyente.

Bastará con un rápido vistazo a las Constituciones que hemos ostentado, incluida la vigente,  y a la básica como reiterada práctica de una responsabilidad y un oficio ciudadanos, mal que bien cumplimentada en doscientos años de vida republicana, para autorizar la propia existencia de un derecho parlamentario venezolano. Y esto, a pesar de la errada comprensión de los problemas de funcionamiento de la Asamblea Nacional, asumidos como una manifestación exclusiva  de la potestad disciplinaria que no repara en el desconocimiento de la iniciativa legislativa de carácter popular e independiente,   el inmovilismo y bloqueo de las comisiones permanentes, la ininterpelabilidad de las altas y medianas autoridades ejecutivas o en la inédita brevedad de las intervenciones en la cámara.

Aceptemos, condiciones suficientemente esbozadas por la Asamblea Nacional Constituyente de 1999 que tuvo por prioridad la de reforzar al gobierno naciente o la de apresurar el debate, por muy delicadas que fuesen las materias, empinándose la junta directiva por encima del cuerpo y, además, fustigando a los senadores y diputados del por entonces poder constituido, añadida la violación de los fueros y la represión que padecieron al intentar forzosamente sesionar fuera de su sede natural, en el cabildo caraqueño. Convengamos, por lo menos, hubo un mayor cuidado de las formas en las no pocas  dictaduras que sufrimos, por más trogloditas que fuesen.

La ahora agravada conducta del oficialismo, no guarda correspondencia alguna con los sucesos de la difícil y congestionada década de los sesenta, pues, la historia ha demostrado el acierto de la inhabilitación de los principales partidos insurgentes y el allanamiento de la inmunidad parlamentaria de sus propulsores luego confesos -  acotemos - en el marco de la obligada y rica discusión que acarreó la derrota, simplemente ignorada por sus pretendidos herederos que hacen más de díscolos revanchistas que de convincentes redentores.  Medidas adoptadas con una paciencia y tardanza que  hoy  el gobierno no soportaría, como tampoco lo haría si perdiese el control de la cámara: le ocurrió a Betancourt por dos años consecutivos con la de los Diputados, tolerante en medio de las naturales tensiones, y  - por si fuese poco – aprobando un acuerdo como el del 11 de junio de 1962, que lo desafiaba en demanda de su independencia y soberana representación. Brevemente, apuntemos que  - antaño -  el acuerdo fue invocado por distintos sectores afines, en reclamo de los efectos jurídicos que – hogaño – hipotética y paradójicamente podría argüir la oposición.

La Mesa de la Unidad Democrática pugna por reivindicar la existencia misma de un órgano autónomo del Poder Público, mientras que el oficialismo – por una parte – desespera por el abultamiento de las apremiantes solicitudes de crédito público, amén de las otras formalidades de Estado; y – por otra – busca nerviosamente una explicación que darle a sus seguidores, quienes obviamente considerarían anacrónica y fútil una disertación sobre el accidentalismo de Gil Robles y la segunda república española.  Siendo tan evidentes sus inhabilidades políticas, excepto se diga de la torpeza de un cálculo dizque maquiavélico, se ofrece el escenario de las llamadas omisiones legislativas que ocuparía diligentemente a los altos magistrados, aprovechando de renovar el TSJ, el CNE y la Contraloría: ¿impúnemente?

Fotografías: El diputado William Dávila, agredido y sangrante, en plena cámara, el 16 de los corrientes (http://globovision.com/articulo/hieren-a-diputado-william-davila-durante-sesion-de-la-asamblea-nacional).  Y el diputado Gustavo Machado con sus compañeros de bancada: Élite, Caracas, nr. 1870 del 29/07/1961.
Fuente:
http://www.noticierodigital.com/2013/04/de-la-crisis-parlamentaria/
http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=962449

Post-data LB: Por una parte, que sepamos, parlamentario alguno de las minorías (por ejemplo, PCV-MIR), fue objeto de una agresión física directa, propinada en la cámara, como ha ocurrido con el diputado Dávila, apenas un ejemplo; ni siquiera en los instantes de mayor sensibilidad, agitación y tensión, en los años '60, discutida la inhabilitación de ambos partidos o el allanamiento eventual o efectivo de la inmunidad de sus militantes, produjo situaciones como las de ahora; había un mínimo respeto y consideración entre los actores que se conocían, esgrimiendo trayectorias, y reconocían mutuamente; mucho menos, pretendían lanzarse artefactos sólidos, excepto los verbales de extraordinario y creativo calibre, tan cobardemente como puede verse en las cámaras de seguridad del hemiciclo, incluyendo la identificación del victimario; por cierto, escrita, radial y televisivamente, hubo libertades ahora conculcadas. Por otra, estas maromas de deesperación, reiteramos, conducen a la torpeza;  circunstancias que ameritan de mayores habilidades políticas, se ofrecen para abrir el equipaje inmediato de prejuicios y reacciones que tienen que ver más con el interesado culto a la personalidad que la defensa de una revolución, por lo demás, incapaz de definirla en la cámara. Por último, bastará con consultar obras como la consabida de Gabriel Jackson para indagar sobre José María Gil Robles, constantemente interpelado en torno a su adhesión a la segunda repúbli española; evadiéndola, asomó la tesis de los regímenes accidentales; el más avisado podría traer a colación la postura del líder de la derecha española y jugar con una familiaridad que no viene al caso, pues, paradójicamente, la oposición democrática es la que reclama lealtad hacia la vigente Constitución de 1999, mientras el oficialismo la burla.

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