lunes, 15 de abril de 2013

APARECIMIENTO

NOTITARDE, Valencia, 14 de abril de 2013
¡Es el Señor! ¡Ha resucitado! (Jn.21,1-19)
Joel de Jesús Núñez Flaute

El texto del evangelio de este domingo, tomado del evangelista Juan, nos narra la tercera de las apariciones de Jesús resucitado a sus discípulos, en esta ocasión fue a orillas del lago de Galilea, donde alguno de los apóstoles, encabezados por Pedro y donde estaba también Juan, el joven discípulo fueron, a pescar de madrugada y ya casi amaneciendo, al despuntar la aurora, se les aparece Jesús resucitado que les pregunta si han pescado algo. Se les aparece en el mismo lugar donde Él había elegido a muchos de ellos, sobre todo al viejo Pedro, el pescador.
Es interesante adentrarse en todos los detalles que nos propone el evangelista Juan; hay que decir que le gusta presentar muchos símbolos, signos, que cada palabra o gesto tiene un profundo significado. El que Jesús aparezca resucitado al amanecer, después que los apóstoles han pasado la noche sin pescar nada, significa que Cristo es la Luz del mundo (como de hecho el evangelio de Juan recoge esta expresión de Jesús cuando afirma: Yo Soy la Luz del mundo), que es el sol que ha venido de lo alto y alumbra el camino de quien cree y confía en Él. Los apóstoles salen de noche a pescar, si bien sabemos que para realizar una buena pesca hay que salir de madrugada, aquí Juan, al señalar que era de noche, que no pescaron nada, quiere transmitir por una parte el estado anímico de los apóstoles de Jesús, andaban derrotados, su fe estaba oscurecida, habían vuelto a su antiguo trabajo, la esperanza estaba dormida, el mal lo había envuelto en una oscuridad de increencia; por otra parte, aquella oscuridad, la inmensidad del mar, la barca, representan a la Iglesia, a la humanidad sin rumbo, sin norte, sin atino y es allí, en medio de esa situación que se les aparece Jesús, que viene a indicar el camino: “tiren las redes a la derecha”; Él señala el camino al hombre, El señala el rumbo a la Iglesia, a la humanidad y hace el milagro donde se confía en su Palabra de vida eterna. Jesús invita a confiar y Pedro y los demás confían en la Palabra pronunciada por Jesús y es allí, donde el joven discípulo, que había estado a los pies de la cruz, junto con María, reconoce y pronuncia la frase: ¡Es el Señor! Que significa es Cristo, es Dios que ha resucitado, está vivo y ante aquella expresión Pedro, viéndose desnudo; es decir, sin fe, apenado porque lo había negado tres veces, sintiéndose traidor, queriéndose esconder, se pone la ropa y se echa al mar (esto recuerda el relato del pecado de origen, cuando Adán y Eva se veían desnudos ante Dios y se escondían de Él).
Otros detalles importantísimos antes del diálogo de Jesús con Pedro son que Juan, el joven discípulo reconoce que aquel Jesús que había compartido con ellos es el mismo que ahora está vivo, resucitado delante de ellos. El otro detalle es el pan y pescado a la orilla del mar, gesto que recuerda la Última Cena, la Eucaristía; Cristo que viene a alimentar al hombre con su Cuerpo y Sangre. El Pan de Vida que es su Palabra y el Pan Eucarístico que es su presencia viva en medio de la comunidad (Jn.6.1-ss).
Al final del texto de hoy está el diálogo de Jesús con Pedro, que significa que ante el hombre extraviado, pecador, Cristo viene a renovarlo, a restaurarlo, a fortalecer su fe y a comprometerlo con la obra de predicar la Buena Noticia y en el caso particular de Pedro de pastorear, de guiar a la Iglesia de Cristo. La triple pregunta a Pedro: ¿Me amas? Viene a sanar la triple negación. Cristo resucitado reconcilia al hombre pecador con Dios Padre, lo sana y renueva desde su interior, lo transforma totalmente con su amor. Dios es Amor dice Juan y ese amor se ha manifestado en Cristo Jesús y es este amor que experimenta, sana, renueva y transforma a Pedro. Al final Jesús le entrega la misión de apacentar a su rebaño que es la Iglesia, la comunidad de los creyentes; que junto y con la ayuda de los demás apóstoles debe conducir, confiando siempre en el amor de Dios y manifestando la fe en que Cristo está vivo, resucitado y es El Señor de la humanidad. Jesús vuelve a invitar a Pedro, después de su caída: “Sígueme”. Es lo que Dios hace con cada uno de sus hijos, de los que se arrepienten de su pecado y vuelven a Él con fe.
IDA Y RETORNO: Hoy es un día para salir a cumplir con Venezuela y la democracia. Hay que votar, el voto es secreto y cada uno según su conciencia y con plena libertad elija al candidato que según su criterio guiará con atino los destinos de nuestra patria. Para los que creemos en Cristo, como nuestro Único Dios y Señor, elevemos una oración sincera por nuestra patria y pidámosle con fe que el día de hoy todo transcurra en paz y que Él ilumine nuestras conciencias para votar sintiendo por el bien de todos los venezolanos y para que la democracia cada día se fortalezca en el país. Dios nos bendiga y nos libre de todo mal.

Ilustración: Virtor Valera,

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