viernes, 19 de abril de 2013

VIEJA INQUIETUD

EL NACIONAL - MIÉRCOLES 19 DE ABRIL DE 2000 / OPINION
Golpística del 19 de Abril
Juaquín Pérez-Ordaz R.


A Eduardo Martínez D.
Pugnare quam cedere malumus


A la escolar confusión que reina sobre el 19 de Abril de 1810 como "Día de la Independencia", " ... de la Declaración...", " de la Firma del Acta...", se agrega la de los especialistas que lo conciben como escenario precursor de los golpes de Estado, dislocada la perspectiva politológica de la historia. Los celosos guardianes de ese positivismo difuso que tanto daño nos hace todavía, están conformes con una grosera ampliación y generalización de categorías que los releva de una distinta caracterización de los hechos, obstinados en justificar los desarreglos del presente, en el intento de legitimar los "grandes remedios".

El golpe, y no puede ser otro que el militar hasta nuevo aviso, es una figura ajena al siglo que no supo de la institución armada, tal como hoy la concebimos en un mínimo de Estado de Derecho lesionado. No podríamos especular en torno a los intereses corporativos afectados, con Eric Nordlinger, o recibir el auxilio de Mario Esteban Carranza, al destacar un contexto de mayor peso teórico como el estado de excepción, subordinada la politización de las fuerzas armadas a los niveles de dependencia tecnológica y expresados los cada vez más fraccionados intereses de clase.

Por lo demás, la ejecución de un golpe supone el despliegue de las tropas intermedias, capaces de controlar los puntos críticos en forma rápida y coordinada, cuyo juego táctico revela toda una estrategia de corto y simple -pero contundente- alcance. Incluso, tratándose de los presentidos o anunciados, como el de 1948, la confidencialidad es una clave de bóveda para estorbar o desbaratar, distorsionar o interrumpir la producción de inteligencia oficialista.

Ahora bien, concuerdo con aquellos que asumen el 19 de Abril como un ejercicio plebiscitario, pues, el capitán general renunció luego de consultada la gente reunida frente al cabildo, previamente agitada por radicales consignas, sin que un directo pistoletazo conminara a Vicente Emparan a abandonar el territorio. Se evidencia un básico ensayo de consulta, no obstante la apreciación algo exagerada de una "orientación genuinamente democrática", como concluye Augusto Mijares.

Un par de serias conspiraciones la precedieron, pero finalmente se impuso la "Junta Suprema Conservadora de los Derechos de Fernando VII" que ejerció el gobierno en toda la provincia y, más tarde, se dirigió a todos los ayuntamientos en atención a una confederación hispanoamericana, con las diligencias diplomáticas del caso. La libertad de comercio y la prohibición del tráfico de esclavos figuran en el elenco de las medidas pretendidas.

Si a lo anterior sumamos la posible complicidad del capitán general saliente, cuya sospechosa conducta observó Juan Uslar Pietri en El Nacional (*), queda mal parada la traslación de conceptos y circunstancias, nociones y vicisitudes completamente extraños. Claro está, al fundarse la república y correr los años, la tipología golpegráfica adquiere nitidez y no precisamente por los ahogos climáticos o el dictado de los genes tan contaminados de pereza tropical.

(*) "Consecuencias de la Capitanía General de Venezuela", 16 de agosto de 1977 y 2 de septiembre de 1977; "La caída de la Capitanía General", 26 de septiembre de 1977.
Jporuiz@hotmail.com

Fotografía: http://www.navarra.es/home_es/Actualidad/Sala+de+prensa/Noticias/2009/06/18/Regreso+Goya+retrato+Fernando+VII.htm

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