Solía ocurrir, la conquista de la candidatura presidencial de sectores, movimientos y partidos serios, se fraguaba con la debida antelación. José Vicente Rangel, que ya había sido por vez primera candidato en 1973, va camino hacia su segunda candidatura reclamando la unidad de la (s) izquierda (s). Sin embargo, en 1978, en pleno auge del bipartidismo electoral, tales sectores se presentaran con los nombres de Luis Beltrán Prieto, Héctor Mujica y Américo Martín, además de Rangel. No pasan todos del 8% de la votación. Salvando las distancias, los sectores perezjimenistas llegan con dos opciones: Alejandro Gómez Silva y Pablo Salas Castillo, y - entre ambos - logran 0,27% que no les permitirá siquiera una curul parlamentaria o edilicia.
De prestigiosa trayectoria parlamentaria, sobre todo respecto a la defensa de los derechos humanos, en los sesenta, Rangel siguió como referente de la minoría en los setenta, en el Capitolio Nacional. Además de sus acostumbrados artículos de prensa, giraba intensamente por el país y declaraba constantemente. Digamos, en la etapa de reorganización de los sectores políticos de izquierda que, además, atravesaron un debate también amargo en la década sobre la derrota de la insurrección.
LB
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