jueves, 11 de abril de 2013

HEREDAD

EL NACIONAL - Jueves 11 de Abril de 2013     Opinión/9
ATresManos
Miradas múltiples para el diálogo
Herencia: el nudo hecho
EMIRO ROTUNDO PAÚL*

El monólogo interminable; el anecdotario personal de la infancia, del pueblo, de la abuela, de la vida militar, de la conspiración, de la cárcel y demás; el discurso heroico sobre los hombres de a caballo del siglo XIX, de Zamora y de Maisanta; la exaltación ad nauseam de la gesta libertadora y del propio Libertador; el desbordante caudal de promesas incumplidas; el entusiasmo sin mengua y sin asidero de una revolución social que no vemos (o que no veo) por ninguna parte; la siembra de ilusiones y esperanzas volcadas incesantemente sobre una masa de seres débiles, marginados, expectantes, ansiosos y necesitados desesperantemente de una ilusión mesiánica ha terminado y el gran ilusionista, el gran animador, el gran taumaturgo de todas esos portentos ha muerto y nos ha dejado con la realidad desnuda que él mismo, queriéndolo o no, se empeñó en forjar.
Una moneda deva luada; un enorme déficit fiscal; una deuda pública gigantesca; una industria petrolera explotada y cojitranca; la mayor inflación de América Latina y una de las mayores del mundo; el hampa y la criminalidad desbordadas; las cárceles hacinadas y aquejadas de violencia; escasez de productos alimenticios, de medicinas y de repuestos; centralismo administrativo ineficiente; pérdida de identidad y de independencia de los poderes públicos; la Constitución violentada de diversas maneras; controles económicos paralizantes; la justicia puesta al servicio del poder; culto a la personalidad del presidente; fuerzas armadas politizadas y desnaturalizadas; una corrupción rampante producto de catorce años de poder absoluto y sin controles de ninguna especie; una nación dividida por odios estratégicos sembrados por una ideología excluyente y totalitaria; el país sometido a designios externos; las universidades históricas acechadas por grupos violentos protegidos por el Gobierno y con presupuestos congelados; la infraestructura vial y eléctrica dañada y sin mantenimiento adecuado; una ciudadanía temerosa sometida a estado de sitio por el hampa; una impunidad total que estimula el crimen, la violencia y el abuso; una oposición amenazada, apostrofada y sometida al odio de los partidarios del régimen; la libertad de prensa acogotada; los espacios públicos históricos sucios, hediondos a orines, tomados por grupos de desocupados vocingleros que se proclaman voceros de la revolución; enjambres de motorizados que irrespetan todas las normas de tránsito y atropellan a peatones y conductores en las propias narices de las autoridades competentes (habría que ponerles el prefijo in).

A todo eso hay que añadir el éxodo masivo de talento que se ha producido en los últimos años. Miles y miles de estudiantes, profesionales y técnicos de mucha competencia han abandonado el país en búsqueda de sitios más seguros, más acogedores, con más oportunidades y más propicios al desarrollo intelectual, moral y material del ser humano.
Quienes defienden al régimen político que se inició hace catorce años en Venezuela dicen que éste ha mejorado la condición de los pobres, que los ha dignificado, que los ha convertido en el objeto principal de su atención. Ello puede ser cierto. Sin embargo, la pobreza no se supera solamente así. Para erradicarla hay que crear riqueza y fuentes de trabajo permanentes, fomentar la producción de bienes y servicios, crear confianza en las instituciones y en las leyes del país, atraer las inversiones de capital y proporcionar seguridad ciudadana, como lo han hecho China, Brasil y Chile, para citar tres países que tienen gobiernos socialistas modernos, cónsonos con las realidades del siglo XXI.
Eso no ha pasado en Venezuela. Aquí han imperado las ideas y las prácticas más retrógradas de la izquierda borbónica (como la llama Teodoro), de la década de los años sesenta que ni aprende ni olvida. ¿Habrá muerto la ilusión en Venezuela? ¿Nos ha quedado solamente la realidad? En parte sí. Para muchos así será. Para otros, que no hemos perdido la esperanza, no será así. Tarde o temprano recuperaremos la racionalidad perdida.
*UCV
Ilustraciones: : Zapata (El Nacional, Caracas, 11/04/13), y ¿? (Ciudad Caracas, 11/04/13).

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