jueves, 18 de abril de 2013

GOLPEGRAFÍA

Del 19 – A
Luis Barragán

Frecuentemente, los hechos del 19 de Abril de 1810 que, poco más de un año después, desembocaron en la formal declaración independentista, resultan configurados como ejemplo de un eficaz golpe de Estado.  Equivocado, por lo menos, de la lectura del acta de la sesión extraordinaria del Ayuntamiento de Caracas (http://es.wikipedia.org/wiki/Acta_del_19_de_abril_de_1810), se desprende la atención dispensada por el presidente del cuerpo y también capitán general, Vicente de Emparan, a los planteamientos transmitidos por los diputados que representan a los distintos sectores sociales que, organizados y movilizados, se encontraban en las inmediaciones de lo que hoy se conoce como la Casa Amarilla.

Suspendida la sesión, so pretexto de los oficios religiosos que esperaban a las altas autoridades,  tratándose de un Jueves Santo, hubo que recomponer el cuerpo por la protesta y presión de las multitudes que, por entonces, proporcionalmente, pueden así calificarse. Y, de acuerdo al testimonio sostenido en el tiempo, Emparan se devolvió al cabildo, emplazado por Vicente Salias, sin que las tropas reaccionaran, sometido inmediatamente a una suerte de plebiscito que, al perder, gracias a la habilidad del canónico José Cortés de Madariaga, produjo la consabida renuncia.

Luego, no hubo una violencia significativa en el desarrollo de un acto institucional que se tradujo en el establecimiento de una Junta Suprema de Gobierno, tan afín a la propia crisis experimentada por la monarquía española, la cual procuraba respuestas para las colonias que, por un artilugio jurídico, la decían que no eran tales.  Y, si bien es cierto que podemos flexibilizar una noción tan contemporánea, como  la del golpe de Estado, no menos  lo es que, a juzgar por teóricos como Eric Nordlinger,  los acontecimientos incumplieron con los requisitos esenciales para generarlo: por ejemplo, la conformación de una fuerza de tarea y otra de apoyo, ejecutada por una corporación castrense consciente hasta de su propia y autónoma existencia, expuesta la coordinación real de las distintas acciones simultáneas que procurasen la ulterior cohesión, estabilización y unidad de mando.

Historiadores como Guillermo Morón y Antonio Arellano Moreno, sostienen una versión golpista, posiblemente, por las gravísimas consecuencias del acto, sobre las cuales abunda Augusto Mijares, otro ejemplo. Y, aunque ellas fuesen indeseables para las autoridades ibéricas en zafarrancho de resistencia ante el invasor francés, se inscriben en un reclamo de lealtad hacia el imprevisivo Fernando VII, como puede apreciarse en la circular que la caraqueña Junta Conservadora de sus derechos remite a los restantes cabildos capitalinos de América, a tenor de la documentación compilada por Santos Rodolfo Cortés.

Obviamente, el asunto ha de suscitar el interés de los historiadores y politólogos también para ayudar a una mejor comprensión del presente, pues, hay cierta tendencia a exhibir y celebrar el golpe, ´pronunciamiento o asonada,  como una modalidad política e irresistiblemente creadora, inscrita genéticamente en nuestra republicanidad. Empero, nuestro historial habla de inconcebibles retrocesos, creadores – eso sí – de una mayor discordia, violencia y miseria.

Valga acotar, acaso por una larga e intensa mentalidad rentista, ligada a la tierra o al petróleo,  que solemos olvidar  los venezolanos que alcanzamos nuestra independencia rindiendo un inmenso testimonio de sacrificio, desprendimiento e idealismo. Y, siendo indispensable la diferenciación, la sociedad post-rentista se reconocerá en un esfuerzo genuino y espontáneo de solidaridad, como supimos cuando acaeció la consabida tragedia del estado Vargas, y no en la interesada y programada del actual gobierno que esconde las insólitas cadenas de la sumisión.

E, inevitable referirlo, constituye un llamado para insistir en la defensa de las libertades públicas, la paz y la democracia, como bien lo ilustran los cacerolazos que, no está demás acuñarlo, vencen día a día al gobierno que se ha dicho respaldado por los cohetazos. Éstos, tan escasos, advierten el fracaso de un llamado del presidente encargado de la República, quien deberá indagar si alguien se embolsilló los dólares que los hicieran posible.

http://opinionynoticias.com/opinionnacional/14818-del-19--a

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