Las redes constituyen el reino de la iconografía. Los textos no tienen suficiente éxito, por breves, razonables y contundentes que fuesen, al lado de la creatividad de los diseñadores gráficos de vocación, afició o profesión.
Esta semana ha sido ejemplo de los continuos cacerolazos de protesta, en todo el país. Y, con sendas marcas de agua del mejor o peor humor, el utensilio se ha convertido en una poderosa arma, pues, tan vacías por las devaluaciones, el estruendo perfora toda la soberbia, prepotencia y aparente indiferencia del poder establecido.
Hasta recordamos que, a principios de la decada pasada, industrializando la protesta hecha rutina, fue prontamente comercializada la olla con su cucharón de martillo integrado, o una grabación que permitía el vómito de las grandes cornetas domésticas, aunque - ciertamente - a la postre le quitó novedad y espontaneidad al gesto de indignado reclamo. Sin embargo, ingeniosos, motivo para la sana sonrisa, exponemos un par de ejemplos de las ocurrencias que se apoderan de la infopista.
LB
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