Luis Barragán
Aporte que no ha de ser motivo de orgullo, atravesamos un inédito proceso de sucesión en el poder excepto que Chávez Frías vuelva intacto, consagrando una inmensa estafa política que pasará por genialidad histórica. La consabida decisión del TSJ, faltando a las claras, expresas e inconfundibles reglas constitucionales, protocoliza unas distintas relaciones de poder que dependerá finalmente del desenlace de la – no faltaba más - dialéctica confrontación entre los cubanos y Cabello.
Toda la constelación burocrática, la infaltable galaxia de los apostadores para una supervivencia por la que deben luchar, tiene destrozados los nervios a la vez que, públicamente, niegan tamaña disputa por el poder a la que no concurre – significativamente – una tercera persona. Interactúan con dificultad todas la individualidades representativas del oficialismo, con la inseguridad propia de un tránsito de libreto desconocido, por lo que el reacomodo es tan urgente como incierto hasta que, finalmente, se imponga o no Maduro de acuerdo a la peculiar interpretación que ha hecho del peculiar testamento televisivo.
Las otras relaciones de poder no terminan de dibujarse y – menos – de afianzarse, no bastando con proyectar las ya conocidas. Entre los parlamentarios del oficialismo, ya hay cuidado con hacer el más inocente comentario, pues, no se sabe de la dramática alteración que puede convertir a un subordinado en subordinador – acaso – implacable.
En última instancia, el poder a ejercer es el del generoso rentismo que está más allá de los pretextos ideológicos. Por ello, nuevamente traemos a colación la novela “Junto al lecho del caudillo” de Domingo Alberto Rangel que, no hace mucho, tratamos en Venezuela Analítica (http://www.analitica.com/va/politica/opinion/3559330.asp), e – incluso – aludimos con motivo del proyecto que acordó un homenaje parlamentario para su autor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario