NOTITARDE, Valencia, 20 de Enero de 2013
Jesús y María en las Bodas de Caná (Jn. 2, 1-12)
Joel Núñez Flautes
Dentro de la liturgia comenzamos el tiempo ordinario, tiempo en que meditamos sobre la vida pública de Jesús, sus enseñanzas a la gente y sus discípulos. Hoy, precisamente el evangelio de Juan, nos presenta un milagro, realizado en Caná de Galilea, donde Jesús manifestó su Gloria; es decir, a través del primer milagro que realiza en su vida pública, manifiesta ante la gente y sus discípulos que Él era el Mesías esperado, el Salvador y Redentor de la humanidad que viene a traer vida al hombre de parte de Dios Padre. Este milagro lo realiza en medio de una fiesta de bodas, pero no serán los novios los personajes centrales de aquel momento, sino Cristo y María. Jesús que manifiesta al mundo que es Dios en medio de los hombres y María, su Madre, que se acerca a Él pidiéndole que ayude a aquellos novios, como madre sabe pedir a su hijo un favor y así, Jesús realizó aquel milagro que empezó a despertar su fama en todo Israel. La conversión del agua en vino, se convirtió en un signo claro para los que allí estaban, que los tiempos mesiánicos habían llegado en la persona de Jesús; es decir, que el Mesías esperado ya estaba entre los hombres. El vino simboliza la fe que crece y se hace auténtica, frente al agua que representa una religión farisea vacía, aguada, llena de formulismos, pero que no es auténtica. Es presagio de la Eucaristía, que será signo de la nueva alianza, como lo dirá el mismo Jesús en la última Cena. Signo del amor de Dios por la humanidad que nos prepara un banquete, un festín en el cielo, como descanso y premio del peregrinar en la fe durante la vida terrena.
Cuando María se acerca a su Hijo Jesús para pedirle que ayudara a aquellos novios que se les acabó el vino de su fiesta, Jesús le responde a su mamá: “Mujer, no ha llegado mi hora”, se refería a la hora de su muerte y resurrección y pareciera que fuera un desprecio o rechazo a su madre y es todo lo contrario, Juan lo destaca para ver el desenlace final, Jesús hace el milagro y manifiesta el poder de Dios en el mundo y lo hace gracias a la intercesión de María.
Destaca en este evangelio, esta relación íntima entre Jesús y su Madre María y hay detalles del mismo texto evangélico, del texto sagrado que hoy leemos que resalta la figura de Jesús como Dios, no sólo como hombre, y de María como Madre no sólo del hombre Jesús, sino de Dios, porque Jesucristo es Dios. Desde su concepción en el vientre de María por obra del Espíritu Santo, hay una relación estrecha entre Jesús y su Madre María; lo veremos en Belén y entre otros momentos de su infancia, como lo destaca Lucas y Mateo y ahora Juan, destaca esta relación ya al inicio de su vida pública en Israel.
En el evangelio de Juan María es mencionada al principio: Bodas de Caná, primer milagro de Jesús, momento importante de su vida terrena y al final: en el Calvario, momento cumbre de su vida, cuando con su Sangre derramada en la cruz, con su Cuerpo inmolado, liberaba a la humanidad del pecado y de la muerte eterna. María en este texto se muestra sensible, realmente madre, preocupada por la necesidad del prójimo e intercesora ante su Hijo por esa necesidad.
Los cristianos católicos damos un justo puesto a María, Madre de Dios (porque Jesucristo es Dios y Hombre verdadero sin distinción ni división alguna en su persona, su actuar es el actuar de Dios) y Madre nuestra (porque somos hijos de Dios, hijos en el Hijo y al pie de la cruz nos la dejó como Madre en la persona del apóstol Juan). Ella desde siempre fue elegida para estar en el plan divino de la salvación; Dios Padre la eligió para ser la Madre del Mesías del mundo y esto se hizo posible por obra del Espíritu Santo. La Trinidad, Dios Uno y Trino la eligió y escogió de manera especial y con Ella estableció una relación privilegiada, por eso es bendita entre las mujeres y bendito el fruto que dio al mundo: Jesucristo, nuestro Dios y Señor. Nosotros veneramos a María y sabemos que toda su vida tiene sentido entorno a Cristo, que todo en ella sucede en relación a Cristo su Hijo, como lo detalla y expone el texto de hoy. Cristo es nuestro Dios y María su Madre, nuestra Madre
Ida y retorno
ME PREGUNTAN: ¿Cuántos años de estudios realiza un sacerdote o quien se prepara para serlo? Pudieran decir, sin temor a equivocarme, que la mayoría de los sacerdotes no dejamos de estudiar y estar actualizados, pero la formación básica son siete años: tres años de filosofía y cuatro años de teología (con todo un pensum preparado). Luego vienen las especializaciones que van de dos a cinco años, muchos realizan cursos de actualización en sus campos de trabajo: Pastoral juvenil, vocacional, familiar, catequesis, etc. Todo esto se hace para ayudar más a los fieles a comprender la verdad del evangelio y orientar la vida de los fieles.
Ilustración: Sophie Taeuber-Arp.
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