jueves, 14 de julio de 2011

TERRITORIALIDADES


EL NACIONAL - Lunes 11 de Julio de 2011 Escenas/1
La ciudad, la costa y la selva se entrecruzan en la escena colombiana
Ximena De Valdenebro, Carlos Chacín y Nohemí Pérez abordan el paisaje geográfico y urbano, los desplazamientos y el poder, a través del dibujo y la pintura
CARMEN VICTORIA MÉNDEZ

Rascacielos en llamas, casas y enseres que desafían las aguas y alcantarillas que son puertas a un mundo oculto forman algunos de los temas de las pinturas y dibujos de Nohemí Pérez, Carlos Chacín y Ximena De Valdenebro.

Los tres artistas colombianos participan en la exposición colectiva Entornos, iniciativa institucional de la Corporación Andina de Fomento, que busca mostrar el panorama de la contemporaneidad en el país vecino.

La curaduría fue realizada in situ por Mariela Provenzali, quien se dedicó a visitar los talleres de varios artistas en Bogotá. "La idea era tener una visión de lo que se hace en Colombia en materia de arte en este momento. El tema que me pareció más constante entre un artista y otro fue la aproximación al vivir ciudadano, el drama de las ciudades y los entornos", dice la curadora.

La intención de la muestra es entrelazar la aproximación a los entornos geográfico y social de tres artistas de distintas procedencias dentro del territorio colombiano. El primero es Chacín, un joven nacido en Santa Marta. Aunque se formó en Cuba y actualmente reside y trabaja en París, sus temas están vinculados con la costa atlántica, que constantemente sufre las consecuencias de las inundaciones. Su serie Movimientos presenta los mecanismos de defensa que los habitantes de la ciénaga han empleado, imaginativamente, a lo largo de su historia, para salvar sus enseres.

En las telas trabajadas con tierra y carboncillo -los colores de su ciudad natal- se aprecian casas aferradas a grandes clavos y nidos de pájaros, y grandes colchones sobre palafitos. En otra de sus series, Lejos se escucha, trata la maleta como símbolo del desplazamiento y del temor a perder sus posesiones materiales y su territorialidad, comenta Provenzali.

Pérez viene de Tibú, cerca de la selva, y asume el rascacielos desde el poder. En sus óleos y dibujos en carboncillo, la torre es a la vez símbolo por excelencia de la arquitectura moderna y de los grandes capitales, como del mito de Babel o la teoría bíblica del surgimiento de los idiomas.

"Estos son edificios emblemáticos, como la torre Colpatria de Bogotá y el centro Coltejer de Medellín. También hay unos muy emblemáticos de Nueva York, Shangai y Dubai. Hago un paralelo entre la Torre de Babel que existió en Babilonia y esos edificios. Vivimos una Babilonia contemporánea, con torres de poder.

Ahora hay un cambio cultural en el que el poder no sólo tiene que ver con el dinero, sino con Internet y la comunicación. El idioma ha cambiado, en los chat hay cantidad de símbolos que reemplazan palabras. Es una metáfora".

La serie Negras confluencias, creada por la bogotana De Valdenebro, son pinturas de piso y pared que muestran imágenes de alcantarillas o sifones. Según Provenzali, la propuesta le llamó la atención porque se trata de un elemento que pasa desapercibido para los transeúntes, que olvidan que se trata de un mundo subterráneo que hace funcionar la ciudad. "Allí confluyen las aguas, el gas, teléfonos y la electricidad.

Es el sistema circulatorio de la urbe, y la artista tiene una aproximación estéticamente adecuada de ese lado oscuro de lo urbano".

De Valdenebro establece una conexión entre el cuerpo y la ciudad. Parte de una frase: como el cuerpo, la ciudad excreta, asegura. "Me interesa lo que el cuerpo va dejando en el mundo desde sí mismo, desde lo orgánico, las secreciones. En mi obra hay elementos visibles e invisibles. Eso tiene relación con la idea del asco, que se crea en momento en el que el ser humano se enfrenta con sus propias secreciones".

La obra de De Valdenebro combina fotografía, pintura, collage y dibujo. En las pinturas de piso hay impresión digital. "Las obras las considero fundamentales, porque a lo largo de la historia siempre hemos visto la pintura en el muro, como un elemento icónico, sacro, de observación vertical.

Al pasarme al piso y dirigir la mirada hacia abajo propongo un cambio de relación con lo que culturalmente hemos trabajado en el arte".

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