lunes, 18 de julio de 2011

EDITÓRESIS


EL UNIVERSAL, Caracas, domingo 30 de septiembre de 2007
MARÍA GABRIELA MÉNDEZ

Los editores hablan de que los ensayos sobre la realidad política venezolana y la historia -si es novelada mejor- son los géneros que más se venden en los últimos años. Manuel Caballero, Francisco Herrera Luque o Elías Pino Iturrieta son considerados best sellers dentro del mercado local al superar en ventas los 3.000 ejemplares.

El ensayo histórico, la narrativa y por último en la poesía, en ese orden, parecen ser las preferencias de la lectoría local. Aunque hay quienes piensan que la Gaceta hípica es la lectura más recurrente en el país, hay quien sostiene que es evidente un crecimiento en el mercado interno, no sólo en la producción sino también en la cantidad de lectores.

La escritora y profesora de teoría literaria de la Universidad Central de Venezuela, Gisela Kozak Rovero, ubica claramente el momento de esa explosión editorial que vive el país: "Desde el año 2003 aumentó considerablemente la producción editorial venezolana, básicamente en narrativa". Sin embargo, también incluye la poesía y el ensayo, aunque en menor proporción y sobre todo en editoriales del Estado más que en las privadas.

Con ella coincide el profesor y crítico literario Carlos Sandoval, quien considera que hay un momento interesante en la narrativa venezolana: "Hay más apoyo de la editoriales privadas al escritor venezolano. Y no tiene que ver con que el escritor es amigo del editor. Ahora hay editoriales que están apostando por buenos escritores venezolanos".

Para él, la muestra más evidente de que el mercado ha crecido y muestra interés es que las librerías son cada vez más y se consiguen los libros de los venezolanos en estantes identificados, algo que antes no ocurría.

Sandoval ve que en los actuales narradores venezolanos hay una especie de "resurgimiento de la frescura, de temas cotidianos que antes la narrativa venezolana no solía tocar. Se incorpora a la tecnología como parte de la narrativa, elementos que antes no eran literarios".

Kozak define éste como un magnífico momento por la variedad de las propuestas (hay para todos los gustos), por la calidad, con propuestas estéticas muy serias.

Y hace diferencias entre los diferentes grupos: los escritores que tienen una propuesta importante, una voz propia, de mucha solidez y muy madura (Victoria Di Stefano, Ana Teresa Torres, Carlos Noguera, Eduardo Liendo, Federico Vegas); un grupo de escritores menores de 40 años que tienen una clara influencia por latinoamericanos como Roberto Bolaños, Mario Bellatin o Ricardo Piglia (como Krina Ber, Rodrigo Blanco, Roberto Martínez Bacrich, Salvador Fleján, entre otros); y otra tendencia donde hay una búsqueda por formas narrativas del realismo: biografías, autobiografías, testimonios. También menciona el caso de Miguel Gómez, Juan Carlos Méndez Guedes y Krina Ber, en quienes hay una exploración de temas absolutamente internacionales.

Sandoval identifica que los escritores nuevos tienen la amplitud y el atrevimiento que no tuvieron los narradores de los años 90. Cree que parte de ese cambio se puede deber al impacto de los estudios universitarios en el área de literatura en estos narradores.

Sin embargo, las propuestas más audaces no necesariamente están dentro de las más exitosas comercialmente. "Si Di Stefano en vez de escribir esa maravilla que es Lluvia hubiera escrito algo sobre el 27 de febrero, seguro habría sido un éxito editorial", apunta Kozak.

A pesar del evidente crecimiento editorial, en todas sus facetas, todavía esa repercusión no se ha hecho sentir en el continente ni fuera de él. El investigador Miguel Ángel Campos considera esa representación pobrísima fuera de nuestras fronteras un drama de la literatura venezolana, especialmente de los últimos 50 años.

Excepto algunos casos muy puntuales, apunta Kozak, como Barrera Tyska, Rafael Cadenas, Eugenio Montejo, Pepe Barroeta, Ednodio Quintero y Di Stefano (estos dos últimos publicados por la española Candaya), los venezolanos no han sido bien proyectados. "No por falta de calidad", advierte, sino porque los escritores no han tenido lobby en España y es desde allí desde donde se mueve la internacionalización.

Ilustración: Reportajede Todo en Domingo de El Nacional, Caracas, 2001

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