domingo, 17 de julio de 2011
DE UNA PARÁBOLA
NOTITARDE, Valencia, 16 de Julio de 2011
La cizaña en medio del trigo (Mt. 13,24-43)
Pbro. Lic. Joel de Jesús Núñez Flautes
La narración del evangelio que leemos y escuchamos en este domingo nos presenta un grupo de parábolas que Jesús pronuncia para instruir a sus discípulos y la gente que se acercaba a escuchar sus enseñanzas. Ya decíamos el domingo pasado que Jesús hablaba en parábolas (en griego parabolé, de para y ballo que significa poner en paralelo, comparar. El término hebreo es mashal que traduce semejanza, comparación, proverbio, enigma) para distinguirse de los maestros judíos, para dejar ver que su lenguaje es distinto, para dejar una enseñanza clara aludiendo a elementos del entorno que comprendía muy bien su interlocutor o lo invitaba a preguntarse acerca de su significado más profundo.
Hoy se nos presentan una serie de parábolas pronunciadas por Nuestro Señor, que dejan ver en su conjunto la paciencia de Dios para con sus hijos, que a su vez es una invitación a la tolerancia y misericordia con el pecador, dando tiempo a que se arrepienta y cambie de conducta. Muchas veces los seres humanos nos dejamos llevar por la impaciencia, la impulsividad, el juicio a priori, la rabia desmedida que no nos hace ser objetivos ni atinar con exactitud; de allí que Dios nos invita a no perder de vista la paciencia, la comprensión y la tolerancia en momentos de adversidades para que podamos realmente ver la realidad de lo que acontece.
Dios que tiene todo el poder y toda la gloria se muestra paciente y tolerante con su criatura el hombre que es débil y continuamente peca y se aparta de su amor y amistad.
En evangelio que hoy leemos hay dos partes. Primero las tres parábolas que dirige Jesús a sus discípulos y la gente que lo escucha (la cizaña en el trigo, el grano de mostaza y la levadura en la masa). La segunda parte del evangelio es la explicación de la parábola de la cizaña en el trigo. Esta parábola de la cizaña y el trigo viene a dar respuesta a la enseñanza de los fariseos que afirmaban que sólo los "puros"; es decir, los que pertenecían geográficamente al pueblo de la Alianza y los que eran del pueblo judío se podían salvar. Jesús en cambio, que se mezclaba con los pecadores y los publicanos, dejaba ver que el Reino de Dios es para todos los hombres. La Iglesia naciente tuvo que afrontar estos problemas de sus raíces judías, ya que se cuestionaban si los paganos debían o no debían comer carne de cerdo y hacer las debidas purificaciones y la circuncisión; recordando a su Maestro y Señor no se quedarán en rituales o fanatismos religiosos y sabrá la Iglesia primitiva inculturar el evangelio a los pueblos de misión y teniendo presente que ninguno es "puro" ante Dios, que todos somos pecadores, que la Iglesia es santa y pecadora a la vez. Santa por su fundador que es Cristo y pecadora por sus miembros. La respuesta de Jesús al planteamiento enseñado por los fariseos es que Dios aguarda con paciencia a que madure la cosecha para hacer al final la separación del trigo y la cizaña. Es una parábola que habla del juicio final, de la constante oportunidad que Dios da y ofrece al pecador para que cambie y así no experimente la muerte eterna, no por castigo divino, sino por haber optado en la vida y en plena libertad por el mal.
En la explicación de la parábola Jesús habla del sembrador del Trigo aludiendo a su persona, el campo es el mundo, la buena semilla son los hijos del Reino, el que siembra la mala semilla es el diablo, la mala semilla son las partidarios del diablo, la cosecha es el juicio final, los que recogen la cosecha son los ángeles y el horno encendido alude al infierno. Dios habla con la verdad, pero al mismo tiempo se muestra paciente y misericordioso con todos.
Dios nos invita en este domingo, sobre todo a los hombres y mujeres de fe, de vida eclesial, a que tengamos paciencia, tolerancia, que superemos todo fanatismo o intransigencia, que no juzguemos ni clasifiquemos odiosamente a los demás, como si nosotros fuéramos perfectos o no cometiéramos errores ni pecados. El cristiano está llamado al amor, a la paciencia, al optimismo, a la esperanza, a vivir eternamente, pero aprendiendo de Dios que es manso y humilde de corazón. No es a la fuerza, ni a garrotazos que se vive la fe o se cree en Dios, es por el camino del amor que Cristo mismo nos enseñó y el amor tiene sus expresiones que lo hacen certero y evidente.
IDA Y RETORNO: Hoy 17 de julio se cumplen 12 años de la Consagración de la Capilla de nuestro Seminario de Valencia, corazón de nuestra Casa de Formación. Pidamos al Señor que siga bendiciendo a todos los que aquí vivimos y formamos parte de este semillero de vocaciones, esperanza de nuestra Iglesia venezolana y garantía de valores excelsos para nuestra patria.
Hoy, día del Niño, pedimos al Señor que bendiga a todos los niños de Venezuela, que puedan crecer integralmente, llenos de salud, de paz, de amor, de felicidad y en un clima de libertad y democracia; que socorra a los niños pobres, los huérfanos, los enfermos, los tristes y maltratados. Que siempre encuentren personas que los amen y cuiden como merecen.
Ilustración: Ryoji Ikeda
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Joel de Jesús Núñez Flautes,
San Mateo 13: 24-43
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