domingo, 31 de julio de 2011

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NOTITARDE, Valencia, 31 de Julio de 2011
"Denles ustedes de comer" (Mt. 14, 13-21)
Pbro. Lic. Joel de Jesús Núñez Flautes

El evangelio de este domingo nos narra la primera multiplicación de los panes que realizó Jesús para saciar el hambre de la multitud que lo seguía y aumentar la fe de sus discípulos en Él.
Este evangelio nos presenta tres signos que nos dan la clave de su interpretación: 1. Signo mesiánico. 2. Signo eucarístico. 3. Signo eclesial.
La multiplicación de los panes hace ver y recordar un signo del mesías prometido por los profetas y prefigurado en el Antiguo Testamento. Jesús está cerca de los pobres y de los hambrientos del pan material y espiritual. Sacia el hambre de más de cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños. Esto hace que Jesús se presente superior a Moisés a través del cual Dios dio el maná al pueblo de Israel (Ex. 16, 1-ss), superior a Elías, el gran profeta, que multiplicó el aceite y la harina a la viuda de Sarepta (1 Re. 17, 7-16), superior a Eliseo que multiplicó los panes de cebada en Guilgal (2 Re. 4, 42-44). Para el Antiguo Testamento la llegada del Reino mesiánico se describe como un gran banquete comunitario, abundante, donde todos coman y queden saciados. (Is. 25, 6-10). Jesús mismo describe el Reino de los cielos como un banquete de bodas que al final es dado a los pobres y excluidos. En Is, 55,1-3, que hoy se lee en la misa como primera lectura, hay una promesa mesiánica que se cumple en Jesús. Dios alimentará a los pobres que esperan en Él mediante el trigo, el agua, vino y leche abundante. Es la promesa de Dios, su Alianza cumplida en la persona de Jesús de Nazareth, el Cristo, el Ungido del Señor, el Hijo de Dios, que supera los profetas y patriarcas del Antiguo Testamento; Dios mismo en persona que viene a saciar el hambre material y espiritual de sus hijos, especialmente de los más necesitados. Él no sólo viene a multiplicar y dar el pan a los que tienen hambre, sino que Él mismo es "el Pan Vivo bajado del cielo" que se da como comida a sus discípulos. (Jn. 6,1-ss). Así entramos en el segundo signo de este evangelio de hoy; el signo eucarístico, porque estos panes y peces multiplicados por Nuestro Señor Jesucristo prefiguran la última Cena y la presencia de Jesús en la Eucaristía. La forma como se narra que Jesús tomó el pan y los peces y los bendijo levantando los ojos al cielo, hace recordar las palabras de la cena pascual y aquel mandato del Señor: "haced esto en memoria mía". Es decir, cada vez que celebren la eucaristía Él se hará presente en el pan y el vino; signo real de su presencia, de su amor para todos los hombres que pueden saciarse con su Cuerpo y Sangre como alimento de vida eterna. Es un regalo inigualable que de manera especial los cristianos católicos debemos cada día valorar, meditar a profundidad y sobre todo recibir en cada misa con verdadera disposición y profunda fe. La multiplicación de los panes, por tanto, alude al sacramento de la Eucaristía, como el alimento nuevo y definitivo del Pueblo de Dios y prefigura el banquete del Reino de Dios, en los últimos tiempos, inaugurado en la persona y obra de Jesucristo.
El signo eclesial también se hace presente en la narración del evangelio de hoy; es decir, la misión y tarea de la Iglesia, de la comunidad cristiana en medio del mundo, que es anunciar la Buena Noticia del evangelio a todos los hombres, anuncio que se resume en el amor a Dios y al prójimo. Junto a la proclamación del evangelio, los cristianos no podemos ser indiferentes ante los graves problemas de la sociedad: corrupción, injusticia, pobreza, hambre y, por eso, los cristianos católicos no sólo debemos predicar el evangelio, sino vivirlo en la ayuda a los más necesitados. Hoy, en el Siglo XXI, escandaliza y alarma que hayan personas que pasen hambre, que mueran por desnutrición, que no tengan nada que comer durante un día y ante esto, los discípulos de Cristo no podemos no podemos callar y muchos menos ser indolentes. Estamos llamados a llevar a nuestros hermanos a que se acerquen al banquete eucarístico, para que sacien su hambre espiritual, pero a quien lo requiera y en la medida de nuestras posibilidades, ayudar a que encuentren y tengan el pan material y cuando sea necesario y este problema supere nuestras fuerzas llamar la atención de aquellos que tienen el poder político y económico para que tomen medidas justas y ningún hermano nuestro pase necesidad. El "denles ustedes de comer" es una doble exhortación que nos hace hoy El Señor.
IDA Y RETORNO: Desde mañana y hasta el domingo 14 de agosto los seminaristas de nuestra Arquidiócesis, acompañados de los padres formadores, realizarán la labor evangelizadora en la Parroquia San José de Canoabo. Oremos al Señor, para que las personas que reciban el anuncio del evangelio puedan experimentar la alegría y la paz de aquellos que siguen y sirven al Señor. Agradecemos al Padre Alexis Medina y a la Comunidad parroquial de Canoabo su receptividad y apoyo en esta tarea de Nuestro Seminario de Valencia. Que esto sirva también de crecimiento espiritual y vocacional para los futuros sacerdotes.

Ilustración: Juan de Flandes,"El milagro de los panes y los peces".

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