sábado, 2 de julio de 2011
SEMAFORÍA
EL NACIONAL - Sábado 02 de Julio de 2011 Cultura/3
LÍRICA Igor Barreto y Rafael Castillo Zapata reflexionan sobre la utopía
Un manifiesto que sigue en Tráfico
Hace 30 años, un grupo adoptó un mantra que aún está vigente: "Venimos de la noche y hacia la calle vamos"
M. R. R.
La fecha es oportuna para mirar con nostalgia la poesía. Hace 30 años algunos poetas suscribieron el "Sí, manifiesto", con el que la lírica venezolana salió de la torre de marfil en la que se encontraba a las avenidas urbanas, con rumbo hacia la posmodernidad.
Corrían los días del gobierno de Luis Herrera Campins. El documento fue la primera acción del grupo Tráfico, integrado por Yolanda Pantin, Armando Rojas Guardia, Igor Barreto, Rafael Castillo Zapata y Miguel y Alberto Márquez, entre otros.
Los creadores de la revista homónima proponían no sólo otra forma de hacer poesía, sino también el perfil de un nuevo autor, uno que saliera "en éxodo consciente del monólogo" dentro del cual querían encerrarse buena parte de sus compañeros de generación. El texto selló su influencia en las letras nacionales con una frase inolvidable de la lírica nacional: "Venimos de la noche y hacia la calle vamos", adaptación del poema de Vicente Gerbasi.
Vigencia y utopía. Fue el último gran manifiesto de la literatura nacional, antes de que la poesía se uniera a los otros géneros en su transitar por la ciudad.
Hoy, sin embargo, algunos de los miembros de Tráfico aseguran que no tienen ánimos de festejo. Pantin no desea hablar del tema, mientras que otro de sus compañeros lamenta públicamente lo que sucedió con el grupo y con el país, como respuesta al homenaje que se celebró el 22 de junio en la Casa Rómulo Gallegos, con el nombre "En/clave poética", y en el que intervinieron Rojas Guardia, Miguel Márquez y Castillo Zapata.
"¿Por qué celebrar la ultima trastada utópica de una vida cuando hoy vemos cómo la utopía engendra sólo monstruos de pensamiento único?", se pregunta Barreto en el documento "Contra el `Sí, manifiesto", que envió a otros autores y a la redacción de El Nacional.
"Se trataba de un manifiesto centrado en un acto de simulación (queríamos ser radicales de izquierda), una puesta en escena ideológica que podía ser leída como la fiel prolongación del discurso de una generación (la del 58) derrotada por un poema de [Rafael] Cadenas, lleno de coraje, que se valió del individuo y de sus vulnerabilidades humanas como escudo defensor contra las estratagemas de un poder emergente (...) Y es que la utopía ha sido una idea en la cultura venezolana que ha terminado engendrando pesadillas: literarias, universitarias y sociales".
El documento, que resiente que los postulados de Tráfico quedaran como un sueño irrealizable, podrá leerse completo en la edición de Papel Literario dedicada al grupo. En la misiva, Barreto señala con pena que los ideales de antaño hayan perdido toda vigencia a la luz de la crisis cultural y que la izquierda o la utopía haya terminado por engendrar la pesadilla actual.
Castillo Zapata no comparte la visión de quien fue su compañero de sueños literarios.
Para el autor, en el Celarg se celebró un gesto de vanguardia juvenil, pues la poesía es una potencia de intervención en la realidad desde otros parámetros. Además, enfatiza la diferencia entre la poesía revolucionaria y la de revolución: "En la poesía, el uso de la palabra interfiere en la realidad y tiene un contenido político. Pero no me refiero a la militancia ideológica, sino a la relación que tienen palabra y polis. En ese sentido, el manifiesto toca unas fibras que siguen estando vigentes. Igor [Barreto] cuestiona los efectos traumáticos de las utopías y es cierto lo que dice, pero ese impulso utópico no puede perderse porque es la única instancia de la transformación de lo real que tenemos cuando no estamos complacidos con la realidad y por eso es que podemos levantar contra ella desde el poema".
Conforme a su costumbre y tres décadas después de revolucionar el panorama intelectual venezolano, los miembros del grupo Tráfico siguen dialogando con la realidad que habitan, ahora sin manifiestos ni proclamas, pero siempre desde la palabra, que es su preocupación y su única arma.
Fotografía: Vasco Szinetar
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A veces, la palabra (que no son neutras, poética) está más allá y más acá, de sus autores. Hace rato lo dijo Michel Foucault, en aquella famosa conferencia ¿Qué es un autor?, ¿Qué importa quién lo dijo?... Los autores son otros intépretes, son otros lectores, aunque sea de su propia escritura... Tal vez, el Manifiesto, Sí Manifiesto, está cargado de dogma, de sueños infantiles, de rabia, desazón y crítica política, literaria y filosófica... Tal vez eso es súper relevante o no, para los venezolanos del siglo XX y XXI.... pero la palabra poética, sería totalmente estéril y estúpida si se circunscribe a un espacio y tiempo, aunque nunca deja de dar cuenta de ese tránsito ni del hombre que le dio voz... Pero, su asunto, su indagación es ese terreno complejo, acuoso, inasible y simultáneamente, sensible y vivible como lo es la condición humana... Tráfico más allá de festejos o duelos o con festejos y duelos... sus palabras dibujan zonas de la condición humana del hombre concreto... Ese es, a mi juicio, como lector lego y casi sin herramientas conceptuales, lo que considero su legado e importancia... Jonatan Alzuru
ResponderEliminarMuchas gracias, JA por el comentario.
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