sábado, 9 de abril de 2011

REPORTAJE PSICOPÁTICO


EL NACIONAL - Sábado 09 de Abril de 2011 Papel Literario/4
Francisco Herrera Luque (1927 ­- 1991)
Veinte años después
ELOY SILVIO POMENTA

En sus primeras obras: Los viajeros de Indias (1961), La huella perenne (1969) y Las personalidades psicopáticas (1969), estudió las psicopatías, no porque fueran el objeto primordial de su interés científico, sino porque ya tenía en mente la idea de generar una visión de nuestra idiosincracia, distinta a la tradicionalmente establecida por la historia. Esta intención ya es evidente desde 1964 con su tesis doctoral "Fundamentos para una interpretación antropológica de Venezuela". Trató de explicar nuestras peculiaridades individuales y sus turbulencias históricas, basándose en la idea de una sobrecarga psicopática aportada por conquistadores en su mayoría voluntarios sacados de las cárceles de Sevilla y Extremadura.

Ellos generaron una conquista signada por la violencia excesiva, la crueldad y el exterminio indígena.

Baste recordar al sanguinario Alfinger, quien cortaba la cabeza del indio que se cansaba en la fila, para no detenerse y abrir la cadena que llevaba al cuello.

En 1570, para 260 blancos habían ya 9.000 mestizos en Venezuela. Los conquistadores habían esparcido ampliamente su carga psicopática. Este fenómeno se vió reforzado por el hecho de que los indios fueron esclavizados o perseguidos, y se les prohibió además, el trato sexual con las indias, quienes por razones de supervivencia llegaron a preferir a los españoles. Las indias fueron propiedad de los españoles y así proliferaron los mestizos.

Posteriormente en la Colonia, con el establecimiento de las castas y la limpieza de sangre, la raza blanca quedó privilegiada y se produjo una tendencia a la endogamia dentro del grupo español. Estas circunstancias produjeron una verdadera concentración del "pool genético" psicopático español, primero como determinante del mestizaje y luego como una sobrecarga similar en los mantuanos por efecto de la endogamia. De ellos se deriva la casi totalidad de la población venezolana hasta nuestros días.

De esa población emerge una guerra de Independencia sangrienta y despiadada; un siglo XIX convulsivo, plagado de alzamientos, montoneras, guerras civiles; y un siglo XX con escasos espacios democráticos.

Digamos, períodos de turbulencia social predominando sobre períodos de estabilidad. Resultaba razonable preguntarse si no ocurriría algo en la mente de sus habitantes. Herrera Luque asumió estas interrogantes y estudió el fenómeno. Describió ciertos tipos populares venezolanos y trató de identificarlos con los personajes de nuestra historia. Los rasgos de estos tipos, los he agrupado en tres prototipos, que aún podemos ver hoy como estructura recurrente del poder en la escena pública venezolana: --El agresivo-impulsivo-intolerante: típico del caudillo y sus fanáticos seguidores.

--El acomodaticio-disimulador-ondulante: muchos de los servidores y aduladores.

-- El fantasioso- locuaz- bromista: propio de los oportunistas.

En Boves el Urogallo (1972), reveló las típicas contradicciones de la sociedad venezolana. Blanco y español fue idolatrado por miles de lanceros llaneros y mestizos que ciegamente lo siguieron. Y esas lanzas llaneras, venezolanas, destrozaron a los patriotas. El Urogallo es "el ave que se apendejea cuando le canta a su hembra". Fue el nombre que le dió su amada, la mantuana Inés, al caballo que le regaló a Boves justo antes de que este partiera a la batalla de Urica. El Urogallo se "apendejeó" y en esa batalla mataron a Boves.

Siendo español, blanco y rubio, vivió y sintió como venezolano desde que llegó de España en su adolescencia. Por ser de clase social baja fue discriminado por españoles y patriotas. Las leyes de Indias prohibían el matrimonio entre personas de distintas castas, de manera que no pudo casarse con una mantuana (Magdalena Zarrasqueta) y se llenó de odio y resentimiento.

Por su resentimiento se identificó, aún siendo blanco, con los pardos, indios y negros; y por su carisma se convirtió en el primer caudillo nacional, pero que peleó al lado de los españoles en contra de los patriotas. Los hombres que lo seguían no buscaban respaldar la lucha por la causa del rey, sino que luchaban contra los blancos propietarios (patriotas o realistas) que ultrajaban a los de color. ¡Tremendas contradicciones! Boves sirvió en la Armada Española y en buques mercantes. Involucrado en contrabando, fue sentenciado a ocho años de prisión y se le conmutó la pena por el destierro en Calabozo. Después se asentó en la región de los llanos y se dedicó al comercio.

Al estallar la guerra de Independencia intentó unirse a la causa patriota. Pero, a pesar de su experiencia militar, se le negó la posibilidad de comandar tropas de caballería en el ejército patriota, porque no pertenecía a la oligarquía mantuana, que para ese entonces dirigía la guerra. Se le rechazó por ser "un pulpero". Terminó siendo acusado por los patriotas de traidor y sentenciado a muerte. Lo liberó en Calabozo el jefe militar español Antoñanzas y así se unió al ejército realista de Monteverde. Logró armar un ejército de lanceros, conocido como La Legión Infernal, y derrotó a los patriotas. A pesar de su muerte en Urica, los patriotas perdieron la Segunda República.

Boves fue temido por ser extremadamente sanguinario y cruel. Tristemente célebre es el pasaje de sus fiestas, que terminaban en insólitas degollinas, mientras se interpretaba con arpa, cuatro y maracas un ritmo criollo llamado "El Pilirico". A pesar de que formó parte de las fuerzas españolas, su lucha se centró en el odio a las clases poderosas que explotaban a los campesinos llaneros, lo cual le valió la simpatía de los sectores desposeídos en la región llanera. A Boves se le reconoce como el precursor en Venezuela de las ideas de abolición de la esclavitud y la igualdad de razas.

Herera Luque trabajó sobre la "historia silenciada", negada o soslayada, cuyos documentos fueron destruídos o incinerados, por intereses políticos: "La verdad puede falsifi carse por acción y por omisión. Nuestra historia rebosa de omisiones..."

Con Boves El Urogallo se inaugura el género de La historia fabulada (1981-83), que tiene el gran mérito de penetrar en la historia nacional dentro de una dimensión de mayor entendimiento y de amena lectura. A través de la historia fabulada se propuso vislumbrar la esencia de lo que ha sido Venezuela, no en términos académicos sino vivenciales. Se trata de una manera muy particular de narrar la historia, donde lo importante es revivir la atmósfera en la cual ocurrieron los hechos y sentir humanamente a los personajes que los protagonizaron. Por eso la ficción cobra tanta importancia y la verdad de los hechos se subordina a la necesidad de recrear las situaciones en una forma más humana y creíble.

Herera Luque trabajó sobre la "historia silenciada", negada o soslayada, cuyos documentos fueron destruídos o incinerados, por intereses políticos: "La verdad puede falsificarse por acción y por omisión. Nuestra historia rebosa de omisiones...". Para comprender los sucesos utilizó la intuición y la imaginación, la fabulación y el mito, tan importantes para la vida de un pueblo como las historias bien documentadas. Y privilegió la tradición oral que todo lo recuerda y lo va pasando de generación en generación, la única que "no se puede saquear, robar, ni borrar".

Herrera Luque fue un espíritu irreverente. Reveló la verdad oculta en Los amos del valle (1979), oligarquía despiadada de dudosos ancestros, los "grandes cacaos" que se lucraron con el auge del cacao, que ganaron los favores del rey y hasta compraron títulos nobiliarios. Debajo de esa opulencia se ocultaba un clima de violencia, sensualidad y sadismo. Fueron una casta cerrada que despreció a los pardos y mestizos. Esa misma oligarquía estuvo detrás de las dictaduras de Guzmán Blanco (Los cuatro reyes de la baraja, 1991) y de Juan Vicente Gomez (En la casa del pez que escupe el agua, 1975).

En ese mismo sentido trató de mostrar un Bolívar no idealizado por el "bolivarianismo".

Comenzando por los sucesos ocurridos en la Primera República. Siendo Bolívar el responsable de la plaza de Puerto Cabello, se rindió, tal vez por su poca experiencia militar, y esa rendición constituyó una de las causas que llevó al fracaso de la Primera República. Luego Bolívar fue uno de los involucrados en la entrega de Miranda a los españoles, después de la capitulación. En los manuales de historia escolar no se promueve una admiración por Miranda, quien es sólo recordado en la fría descripción de sus proyectos políticos o en su definitivamente asignado rol de precursor o "segundón" del Libertador.

Igualmente desmitifica la guerra de Independencia, que en sus comienzos no pasó de ser un enfrentamiento de intereses entre blancos españoles, que pretendían mantener el poder absoluto y los blancos criollos que luchaban por aumentar sus privilegios. Esta fue una de las causas de los fracasos de la Primera y la Segunda República, y a ello no escapa la propia figura del Libertador, como criollo mantuano. Posteriormente la motivación de la guerra cambió por la aparición de figuras como la de Boves en el ejército realista y las de Páez y Piar, en el ejército patriota, quienes lograron motivar a las grandes mayorías mestizas de la población. El liderazgo de Boves, por primera vez ofreció a la mayoría de la población (campesinos y esclavos) la libertad y la propiedad de las tierras. Es desde entonces que Bolívar comenzó a desarrollar un pensamiento igualitario.

Sin embargo, a pesar de haber ofrecido la libertad de los esclavos y la entrega de tierras, Bolívar nunca pudo concretar estos ofrecimientos.

Su vinculación con Piar estuvo impregnada de intrigas y rivalidades. Piar, era hijo ilegítimo de una mantuana (una de las Aristiguieta), no se sabe si con el Príncipe de Braganza (de paso en Venezuela) o con el propio padre de Bolívar, según lo cual Piar vendría siendo "hermanastro" del Libertador. Entre ambos existía una ambivalencia de amor-odio, frecuente entre los hijos legítimos y bastardos de un mismo padre. En su fusilamiento (1817) cuando ostentaba el rango de General de Brigada y Segundo Jefe Militar, estuvo de por medio esa lucha por el liderazgo (Piar, caudillo de dos colores, 1987). Este es el acontecimiento más polémico de la historia nacional. Indicio de la familiaridad entre ellos fue el llanto del Libertador ante el fusilamiento y su frase: "He derramado mi sangre".

En cuanto a la personalidad de Bolívar: se sabe que era nervioso e inquieto, se movía de un lado a otro, hablaba mucho, cambiaba de opinión y de tema con rapidez y era terrible cuando se irritaba (O’Leary). Persuasivo, pero a la vez de un autoritarismo destemplado que a veces predisponía en su contra. Hombre retador, valiente y arriesgado. Era objetivo y conciso, detestaba lo difuso y fácilmente entraba en impaciencia y desesperación. El mismo Bolívar lo expresaba en 1825: "No soy difuso... soy precipitado, descuidado e impaciente".

Bolívar de niño era fantasioso, extrovertido, alegre y juguetón; gustaba andar con los hijos de peones y esclavos, con los que aprendió a nadar y montar a caballo. Por su precocidad y viveza innata, participaba en la conversación de los mayores. Era "fogoso, entusiasta, indómito, y se enfurecía con facilidad sin hacer caso de los regaños... Era un niño rebelde! Al respecto escribió el padre Andujar: "el niño se burló de mis lecciones, prendió fuego a unos papeles... e intentó salirse por la ventana".

Huérfano de padre a los 3 años, su madre muere a los 9 años y luego su abuelo, la familia se dispersó. Estuvo a cargo de su tío Carlos como tutor, quien no se ocupó de él y quedó Simón como un niño realengo, que jugaba con los niños de la calle y adquirió un vocabulario vulgar. A los 12 años se fugó de la casa. A partir de allí se decidió por Tribunal su traslado a la casa de Simón Rodriguez, quien sería su mentor y amigo. Sin duda, un niño problemático proveniente de una familia disfuncional.

Este era el Bolívar de carne y hueso (1983), amado y odiado, idolatrado y perseguido, de grandes aciertos y también errores. Un hombre que vió perder su república y el sueño de la integración latinoamericana, en manos de los traidores y de las nuevas elites dominantes; un hombre desprestigiado, tomado a burla. Hay quienes aún creen que a la muerte de Bolívar todo el continente americano se fue en llanto, cuando en realidad eso sería la excepción, pues se produjeron hasta celebraciones públicas por la muerte del "loco tirano".

En síntesis, Herrera Luque con la percepción de una sobrecarga psicopática esparcida por los conquistadores y utilizando la intuición y la imaginación, logró mostrarnos imágenes de nuestra historia más vivenciales que académicas, que nos permiten visualizar los usos y costumbres, así como las peculiaridades de los sucesos, ambientes y personajes que han estado en el transfondo de nuestra idiosinracia hasta nuestros días. Termino con una frase que seguramente Herrera aprobaría: los psicópatas aún siguen al acecho.

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