domingo, 9 de diciembre de 2012

NOVEDADES

NOTITARDE, Valencia, 9 de Diciembre de 2012
Dios nos ofrece la salvación (Lc.3,1-6)
Joel Núñez Flautes

En este segundo domingo de adviento, se nos presenta la figura de Juan el Bautista, el hijo de Zacarías; aquel que por un ángel recibió la promesa de tener un hijo, como milagro y actuación especial de Dios, que sería el precursor del Mesías y Salvador de la humanidad: Jesús de Nazaret. Lo mismo sucederá con la Santísima Virgen María, que recibirá el anuncio del arcángel Gabriel que será la Madre del Cristo y Redentor del mundo.
A Juan, Dios le dio la misión de llamar a los hombres y mujeres de Israel a la conversión, a recibir un bautismo de penitencia que permitiera volver los corazones a Dios, abrirse a la promesa de la salvación anunciada por el profeta Isaías y que se cumplió con la llegada y nacimiento en el mundo del Hijo de Dios, Jesús de Nazaret, a quien le tocó nacer en la época en que Pilato gobernaba en Judea y Herodes en Galilea, acontecimiento inscrito en el tiempo, en la historia de la humanidad y que vino a marcar una nueva era, a proclamar la Buena Noticia que ahora y para siempre, los hombres y mujeres de todos los tiempos, de cualquier raza o cultura, de cualquier clase o condición, tienen la posibilidad y la oportunidad de alcanzar la felicidad plena, la liberación del mal, la redención de sus pecados, la renovación y transformación de sus vidas, una existencia feliz y al final vida eterna.
Si bien los evangelios no persiguen ni pretenden hacer una crónica histórica de la vida de Jesús, sin embargo, tienen como punto referencial su existencia histórica, un tiempo determinado en que le tocó nacer y vivir, como lo presenta hoy el texto del evangelio de Lucas. En Jesús coinciden y se hacen una la historia de la Salvación de Dios ofrecida a todos los hombres y la historia humana, la historia de cada día, en la cual Dios quiso irrumpir con su amor, con su presencia humana; para acompañar y conducir al hombre a la felicidad plena, a la vida sin fin, al amor y la paz.
La palabra de Dios viene sobre Juan el Bautista y lo impulsa a proclamar la llegada y manifestación del Dios humanado en medio de los hombres. Jesús de Nazaret viene a ser la Palabra definitiva del Padre (Jn.1,1), aquel que viene a transformar al mundo desde dentro y a renovar la vida de cada ser humano que se abre a la experiencia de la fe en su persona. Él es la Palabra que toda persona necesita recibir y aceptar para convertir y cambiar su vida, para salir de la oscuridad y andar en el camino de la luz, para vencer al mal y el pecado y poder alcanzar la libertad auténtica.
Los cristianos católicos que hemos conocido, recibido y aceptado la Palabra de Dios revelada en la persona de Cristo; Dios y Hombre verdadero, que vino al mundo en carne mortal, que nació de Santa María Virgen, que padeció, murió y resucitó; necesitamos proclamar al mundo y a los hombres y mujeres de hoy, como lo hizo Juan Bautista, que Jesús no es una noticia pasada, que no es un personaje del pasado, sino que es Dios mismo, que vive, que es el Camino, la Verdad y la Vida, que la persona que se acerca a Él y permite que entre a su vida, se renueva, se transforma, encuentra sentido a su existencia, tiene y tendrá siempre la fuerza y la gracia para superar las adversidades, para vencer al mal y encontrar siempre la respuesta a sus interrogantes más profundos; sobre todo, tendrá el amor que lo llena y realiza como persona; al experimentar el inmenso amor de Dios que sana, que da equilibrio y que salva.
Necesitamos convertirnos al amor de Dios, buscar los valores del Reino de los cielos, vivir nuestro bautismo, nuestra condición de hijos de Dios, de discípulos de Cristo y miembros de su Pueblo Santo que es la Iglesia. Camino del adviento, como preparación a la conmemoración del nacimiento de Jesús, Nuestro Salvador, como testimonio de nuestra fe en su manifestación total al final de los tiempos, necesitamos vivir con radicalidad el mensaje del evangelio, hacerlo vida, sobre todo en la fe, la esperanza y el amor, para que el mundo pueda creer, reconocer y aceptar a Cristo como el único que puede dar sentido a la vida del hombre.
IDA Y RETORNO: Nos alegramos por la ordenación sacerdotal de Fernando Valentiner, diácono de Maracay y exalumno de nuestro Seminario, que ayer fue consagrado sacerdote y por el acolitado de Franklin Ramírez, seminarista de Valencia, que ayer recibió su ministerio, camino al sacerdocio, en su parroquia La Inmaculada Concepción de Montalbán. Que Dios bendiga y haga fieles a estos hermanos en su vocación y siga llamando a jóvenes al sacerdocio.
El próximo domingo 16 de diciembre necesitamos salir a votar, a fortalecer la democracia, a expresarnos en conciencia y decidir cual gobernador queremos y creemos que guiará bien los destinos de Carabobo y luchará por tener un Estado en desarrollo, en progreso y en beneficio para todos por igual.

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