miércoles, 8 de agosto de 2012

90 MINUTOS

EL NACIONAL - Miércoles 08 de Agosto de 2012     Opinión/8
Marilyn Monroe
HEINZ R. SONNTAG

En los tiempos turbulentos y graves que nos toca vivir durante los últimos 14 años resulta difícil sustraernos de los pesados y peligrosos enfrentamientos y demás acontecimientos diarios relacionados con el intento de establecer un régimen totalitario que es lo que llama el "máximo líder" su "proyecto". Hasta en las noches nos persiguen las pesadillas en nuestro sueño. Raras veces tenemos oportunidad de liberarnos. Sin embargo, nuestras mentes se iluminan repentinamente y nos llevan a respirar sin miedo en medio de la anomia y la anarquía de nuestra sociedad: un sueño, un recuerdo, un gesto de amor, incluso el brillo de un día soleado o de una noche de luna llena en el cielo sin nubes. De repente nos invade el goce de estar vivos.
A mí me ocurrió el domingo pasado. Con la venia de mis lectores quiero contar esta pequeña anécdota de mi vida. Al leer la noticia que era el 50 aniversario de Marilyn Monroe, se me hizo presente un hecho acaecido hace muchos años. Fue durante el cuarto semestre de mis estudios. En el cuarto semestre, en otoño de 1961, fui invitado por el profesor Friedrich Heer, gran intelectual y extraordinario docente, además de dramaturgo en jefe del Burgtheater, a ser miembro de un seminario de los que, en las universidades de habla alemana, eran "privatisime et gratis", lo cual significaba que los estudiantes tenían que ser especialmente invitados y no pagaban. Heer realizó este seminario en su oficina del Burgtheater.
Una tarde, apenas iniciada la sesión, la secretaria de Heer entró y habló con él en voz baja. Heer se dirigió a los 16 estudiantes y nos comunicó que tenía que atender a Arthur Miller, el célebre escritor estadounidense, cuya obra La muerte de un viajante iba a tener su estreno en lengua alemana en el Burgtheater. Cuando Heer salió nos avisó que la esposa de Miller iba a quedarse con nosotros. Marilyn Monroe entró y se sentó en una silla frente a la mesa. Su extraordinaria belleza me fascinó, al igual que a mis compañeros, incluidas las féminas. Ella nos saludó, desde luego en inglés, y un amigo y yo tradujimos su saludo y seguimos después de intérpretes. Nosotros nos presentamos. Ella nos contó de su infancia y juventud en una familia no muy rica y de los años que había pasado hasta llegar a ser una estrella.
Nos señaló las películas que más le habían gustado hacer e insistió mucho en que la producción de una película era básicamente un trabajo en equipo. Nos preguntó sobre la vida estudiantil en Viena e hizo referencia a las condiciones de los estudiantes en Estados Unidos. Fue una conversación muy fluida y de muchas intervenciones tanto de ella como de nosotros. Era una persona nada pretenciosa y mostró un espíritu de camaradería para con nosotros. Cuando, a la hora y media del inicio de nuestra conversación, entraron Heer y Miller, les contamos cómo habíamos pasado el tiempo. Arthur Miller nos agradeció que le hubiéramos hecho compañía a su esposa. La despedida de él y de Marilyn fue cordial e impregnada, de nuestra parte y ­creo­ también de parte de ella, de algo de tristeza. El recuerdo de este episodio de mis años estudiantiles, al leer la noticia del 50 aniversario de la muerte de Marilyn Monroe, tuvo un fuerte efecto en mi ánimo.
En realidad, fue más que un recuerdo: fue casi como vivir esos 90 minutos otra vez. La cordialidad que se estableció entre esa mujer famosa en toda su madurez y nosotros, los estudiantes, que esperábamos lograr lo mismo. Ello me dio fuerza para renovar mi esperanza de que una vida sin miedo y con paz, y entendimiento, sea posible y pueda ser alcanzada por más que las fuerzas del terror de los 14 años se enfrenten.

Fotografía de S Mircovich: "La estatua de Marilyn ha viajado de Chicago a Palm Springs, donde se tomó esta imagen" (EL PAÍS, Madrid, 05/08/12)  


Breve nota LB:  Varios días ya, la prensa recuerda a MM. Varias generaciones, distantes, coincidieron en el culto. Además, pésima memoria la nuestra, no recordamos el nombre de  aquella vieja película venezolana con un trío protagónico (un "trois" por todo el cañón, por cierto), en la que uno de ellos refería que la historia se divide en un antes y un después de MM (palabras más, palabras menos)....

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