viernes, 17 de agosto de 2012

PERSISTENCIA (2)

EL UNIVERSAL, Caracas, 9 de Agosto de 2012
El narcisismo se conjuga con ego en "mí" mayor: yo, mi, me, conmigo... ¡Menuda dentera!
ALEJANDRO ANGULO FONTIVEROS 

No me refiero a la así titulada y magnífica obra sobre el Libertador del intelectual colombiano Álvaro Mutis sino al recién habido rostro de Simón Bolívar, en la investigación pluricientífica sobre su reconstrucción facial.
Ese encargo del Gobierno satisfizo a muchos, mas causó disensión y hasta disgusto en algunos. Un adeco soltó la perla de que "dejen a Bolívar descansar en paz". Desmiéntelo el sabio e historiador Uslar Pietri: "No es un héroe del pasado sino un luchador activo de la actualidad. El Bolívar de hoy, que tanto tiene que hacer". El columnista de El Universal e ilustrado historiador Elías Pino Iturrieta el 29-7-12 señaló, con acento crítico, que el rostro se parece mucho al pintado por Gil de Castro. ¿Y qué? Eso no denigra la reconstrucción sino la acredita porque el propio héroe distinguió a ese cuadro como el más parecido a él (pintado a golpe de pincel seguro pero en Caracas, Salón Elíptico, con el misterio de la espada mutilada, comentado en mi artículo "El retrato del Libertador" aquí el 11-4-03). Además es lógico que se mostrara el airoso rostro normal y no el excepcional rostro en el ocaso de su fulgurante vida. ¿Por qué habría de hacerse una patética especie de grisalla como la del colombiano J.M. Espinosa en 1830? Era natural que ese artista dibujara la realidad y los estragos que su odisea habían causado en su potente organismo; pero buscar esa tan prematura cuan digna ancianidad para exhibirla como logro de tánta ciencia, hubiera sido absurdo. Y, con curioso empeño, enfatizó en lo mucho que Bolívar complacióse con ese retrato y lo "distribuyó". La verdad es que la espléndida personalidad de Bolívar era antagónica del narcisismo. En una de sus muchas entradas triunfales (creo que a Lima) le obsequiaron (además de un baúl pletórico de oro que rechazó) banderines con sendas notas como "El valor", "La honradez", etc. Hízolos dar a otros y él -que atesoraba esas virtudes en sumo grado- sólo tomó la de "La constancia". En Filosofía el interesarse en los demás, la "otredad", es el ser. Y la egolatría es el no ser. Bolívar renunció a lo placentero, todo lo regalaba y de su inmensa riqueza al morir no tenía nada; no quiso coronarse y se inmoló en aras de los demás y su libertad. ¡Vaya narcisismo!
Bolívar es único no sólo en grandeza sino en su inaudita actualidad, inexistente en una mayoría de figuras universales de nula o lánguida vigencia y hasta en la pululante envidia filicida que concita, muy trémula ante la ardiente admiración que le profesa una legión de espíritus selectos. Del glorioso Ecuador el ilustre Montalvo fulminó: "Los enemigos de Bolívar desaparecen de día en día sin dejar herederos de sus odios"...

EL SOL DE MARGARITA, 17 de Agosto de 2012
Mar de leva
Mestizo y de nariz ancha
Le agregó una estrella a la bandera y una estrofa al himno, modificó la figura del caballo del escudo, decidió que Páez fue un traidor (?), le entrega la réplica de la espada del Libertador a cuanto dictador y genocida invita al país.
Luis Eduardo Rodríguez

Afirman reconocidos estudiosos de la historia patria como Manuel Caballero y Elías Pino Iturrieta que ha habido gobiernos que han utilizado la figura de Bolívar para  sus  degradados intereses personales y políticos. Entre ellos sobresalen José Antonio Páez  y Antonio Guzmán Blanco. Ambos, por cierto, de clara vocación dictatorial.
Practica esta casi olvidada con el arribo de la Democracia hasta  que llegó al poder el  Tte. Cnel., quien ha pretendido adecuar la historia  a sus intereses y mimetizarla con ese sancocho ideológico que autocalifican de revolución y socialismo y que no es ni una cosa ni la otra; llegándose hasta pintarrajear paredes callejeras en donde aparece Bolívar al lado del sanguinario Che Guevara y el cuatrero Zamora. Qué falta de respeto.
Le agregó una estrella a la bandera y una estrofa al himno, modificó la figura del caballo del escudo, decidió que Páez fue un traidor (?), le entrega la réplica de la espada del Libertador a cuanto dictador y genocida invita al país,  aseguró “sospechar” que Bolívar había sido envenenado; “algo dentro de mi me lo dice” afirmó textualmente y que tampoco estaba convencido que eran realmente los restos  de Bolívar los que descansaban en el Panteón Nacional. Excusa esta, posteriormente usada para la exhumación de los mismos entre gallos y medianoche a las tres de la madrugada y acompañado de ritos santeros de paleros cubanos. ¿Habrase visto mayor agravio a la memoria del gran hombre?
Todo lo anteriormente expuesto  está debidamente comprobado. No son ataques gratuitos de quienes lo adversamos políticamente sino que ha sido el propio mandón y su  falsa identidad quien lo ha expresado de manera pública  en sus interminables y vacías peroratas llenas de lugares comunes y anécdotas fantasiosas. Esto no es de extrañar en quien pretende ser la reencarnación del Libertador y se da el “tupé” de atribuirse una segunda independencia (?); unida esa alucinación a  interesadas distorsiones históricas orientadas a satisfacer a las ignaras gradas ansiosas de heroicidades pasadas , sino, más preocupante aun, a su firme convencimiento de que efectivamente estamos frente al segundo Bolívar.
Como corolario final a este inescrupuloso “performance patriótico” nos sorprenden con un fulano retrato digital   que no es ni la mitad de parecido a las obras pictóricas de quienes, con la mayor fidelidad , plasmaron su rostro al pintarlo en presencia física como es el caso del laureado pintor peruano José Gil De Castro de quien el mismo Bolívar al ver la obra afirmo: “Este es el más fiel retrato que me han hecho”.
Ahora resulta que Bolívar, según la adulterada y falsa historia roja tiene rasgos afro descendientes -de negritud, pues- , es mestizo y de nariz ancha. Otro Bolívar, sin duda, pero tan parecido a mí soñara el mal copiado doble en sus delirios de fatuas grandezas convertidos en tristes pesadillas cuando retorna a su bochornosa realidad.
Qué paradoja, quien mas grita y dice amar a Bolívar es precisamente quien más lo avergüenza, humilla e irrespeta . ¡Basta ya! . No manosees más al Libertador. Déjalo descansar en paz.


Fotografía: LB, entrada al Foro Libertador /Biblioteca Nacional, Caracas (16/08/12)

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