La Plaza Brión de Chacaíto, deparó una sorpresa ayer cuando la anduvimos antes y después de una reunión de trabajo en sus inmediaciones. Celebrada la feria escolar, repleta de tiendas (de campaña), adecuada a la ágorafobia caraqueña, exhibió en la loma de una vieja edifición, una máquina demoledora.
Demolición, por una parte, justificada. De probable falla estructural, el inmueble fue invadido por todos estos años, se convirtió en refugio de mendigos y delincuentes que, al parecer, lo convirtieron en un amasijo interior de laberintos de oprobio.
Demolición, por otra, injustificada en la medida que no responda a un esfuerzo de preservación de la memoria urbana. Hemos creído que la obligación de un maquetado y un juego fotográfico, antes de la destrucción, se impone como una obligación del Estado, ocupado en otros menesteres innecesarios, antes que el encarecimiento de la obra de reemplazo por lo que sería una carga parafiscal.
Le preguntamos a Héctor La Rosa, por ejemplo, y nos dijo que en el lugar estuvo "La Cortina", por muchos años, contando entre sus socios a Renny Ottolina, después objeto de un polémico litigio. Y, orbitadas las fotografías en el grupo Caracas en Retrospectiva / Facebook, alguien negó que fuese un centro comercial de variedades, como hoy lo concebimos.
Hay cambios en el paisaje urbano que no ameritan de una inquietud y, menos, una reflexión. Del constante deterioro físico, inadvertido por habitual, la memoria colectiva alcanza sus mejores debilidades.
La materia debería naturalmente tratarse en instancias como la Comisión Permanente de Cultura y Recreación de la Asamblea Nacional, pero - consabido - el parlamento no es precisamente el escenario concebido por el régimen para tratarla. Ni siquiera el Instituto del Patrimonio Cultural respondería a sus requerimientos, aunque la peor diligencia es la que no se hace: limitadísimos por la campaña electoral, trabajamos en algunas propuestas al respecto.
LB
Fotografías: LB, Chacaíto (Caracas, 28/08/12)
No hay comentarios:
Publicar un comentario