jueves, 23 de agosto de 2012

LA ILUSIÓN DEL BUEN LIBRO


El Nacional - Domingo 28 de Diciembre de 2003     B/7
Cultura y Espectáculos
La muerte de la novela no goza de buena salud
La consulta a un editor (Raúl Cazal), un librero (Andrés Broesner) y un empecinado lector (Simón Alberto Consalvi), acerca del mejor libro que leyeron en el 2003, confirma que el año que culmina deja algunas buenas obras, sobre todo de largo aliento, que ponen a salvo por los momentos, a la literatura del presente
RUBÉN WISOTZKI

Simón Alberto Consalvi eligió a Soldados de Salamina
Para Cazal lo mejor fue la obra de Auster
En América Latina nunca falta el espacio para la imaginación. Tierra afortunada ésta, que a pesar de ser inundada por la pobreza y el desatino, siempre consigue un lugar, por más pequeño que sea, para el sueño individual o colectivo.
No en vano, por lo tanto, la literatura, su escritura y su lectura, ese vasto territorio donde se entrecruzan en vuelo salvaje la realidad y la ficción, siempre ha estado de pie mientras todo a su alrededor se tambalea.
Entonces, cuando ya el año apaga la lámpara de la mesita de luz, el preguntarse por el mejor libro leído del 2003 en Venezuela es materia pertinente. Pero no hay, obviamente, oportunidad para los veredictos finales y concluyentes.
Cada quien lleva dentro de sí su propia lectura, cada quien es llevado por un libro, cada quien es llevado por un autor, cada quien describe, reescribe y hasta escribe lo ya escrito. Eso sí: la muerte de la novela no goza de buena salud.
Salamina y sus soldados La pregunta asalta al historiador, escritor, pero por encima de todo, lector, Simón Alberto Consalvi justo cuando las metáforas de la mañana están dejadas a un lado ante un suculento desayuno que promete ser protagonista de un gran capítulo gastronómico. “¿El mejor libro que leí en 2003? Sin lugar a dudas la novela Soldados de Salamina (editado por Tusquets) del español Javier Cercas.
Es un libro que aunque ya lo leí hace muchas semanas aún ronda por mi cabeza y me acompaña todos los días”.
La obra de Cercas, que estuvo entre las finalistas del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos, pero que terminó en manos del colombiano Fernando Vallejo por El desbarrancadero (editado por Alfaguara), es para Consalvi una obra muy bien lograda, “soprendente al momento de lograr mantener la intensidad desde el principio al fin”.
Pero, como bien apunta el autor de Profecía de la palabra, vida y obra de Mariano Picón Salas, es difícil que exista un libro único para un lector, aunque sea en un lapso tan preciso de un año. Y dejando a un lado ya el desayuno sostiene que el otro gran libro que ha leído en el 2003 ha sido La criolla principal (editado por Fundación Bigott) de la historiadora venezolana Inés Quintero. “Creo que es una de las lecturas más apropiadas para estos días”.
Pessoa y su desasosiego Al igual que Consalvi, el librero y periodista Andrés Broesner, no es consultado en el mejor momento ya que la pregunta toma aire en su librería Noctua, refugio de miles de libros. Y por un momento se tiene la sensación de que más de un libro espera estar en su respuesta.
“Este último año se editaron algunas novelas sobresalientes.
Recordaré cuatro: El mal de Montano, de Vila-Matas; La loca de la casa, de Rosa Montero; El libro de las ilusiones, de Paul Auster; y El fin de la locura, de Jorge Volpi”. Para Broesner las cuatro novelas tienen una construcción “más bien tradicional donde el deseo de contar una buena historia predomina sobre experimentalismos”.
Asumiendo que no se puede quedar con un libro en el 2003, el librero aborda el renglón de las lecturas veenzolanas y destaca el ensayo Fábrica de ciudadanos (editado por Fundación Bigott), de Rafael Cartay. “Es un libro básico para entender el desarrollo de la sensibilidad en Venezuela a partir del Guzmancismo. Será un clásico dentro de la historia de las mentalidades en nuestro país”.
Obligado a quedarse con uno, a pesar de que toda la literatura de sus estantes caigan como castigo sobre su cabeza, Andrés Broesner apunta hacia Libro del desasosiego (editado por El Acantilado) de Fernando Pessoa. “Es de esos libros que se pueden leer todos los días, desde cualquier página, y siempre tienen algo nuevo que decir. En mi mesa de noche quedó anclado junto a Cioran y Borges”.
Las ilusiones de Paul Auster El editor de Comala.com, sello que ya cuenta con más de 200 títulos publicados, tanto de autores nóveles como reconocidos, y conductor del programa radial El libro en 60 minutos, aclara que uno siempre apuesta a los clásicos de estos tiempos. “Mario Vargas Llosa, por ejemplo, pero su más reciente novela El paraíso en la otra esquina (editado por Alfaguara) la despaché sin remordimientos en la primera cuadra”.
“Este año realmente leí muchos libros que merecían estar en una lista del año pasado, pero que vale la pena tenerlos en cuenta, como Los impostores (editado por Seix Barral) de Santiago Gamboa, que no le llega a los talones a su novela Perder es cuestión de método (editado por Norma en 1997, reeditado por Seix Barral este año), pero se nota la madurez en la escritura.
Estoy en deuda con El cerco de Bogotá (editado por Ediciones B) ”.
Reflexiones a un lado, Cazal considera, sin titubeo alguno, que el libro de 2003 es El libro de las ilusiones, la novela de Paul Auster (editado por Anagrama). Autor que desde que lo descubrió, asegura, no puedo dejar de nombrarlo. “Un libro de él te invita a leer toda su obra y esta novela ejerce ese hechizo particular de Auster, que desde la primera frase te lleva hasta la última página y aún llegando a ésta, quieres seguir leyendo. Escritor de historias sencillas, como si hablara de la vida misma o como si todo fuera un juego de falsificaciones”.


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