jueves, 1 de septiembre de 2011

PPP

EL NACIONAL - LUNES 29 DE AGOSTO DE 2011 ESCENAS/2
Pedro Pablo Paredes
PALABRAS SOBRE PALABRAS
LETRAS
FRANCISCO JAVIER PÉREZ

Quizá, la muerte de un poeta sea uno de los acontecimientos más tristes del mundo. Ello es así, pues se pierde, al morir un poeta, la posibilidad de entender la vida en una dimensión que a nadie más le está permitido; esa de encontrar mundos imaginarios de bien que otros no pueden ver. Existe la poesía para soñar con sueños de gloria (como quería el gran Heine) y, los poetas, para hacernos creer que soñamos esos sueños gloriosos. Existe la poesía para edificar constelaciones de afectos y, los poetas, para ayudarnos a edificarlas. Existe la poesía para fundar universos verbales y, los poetas, para fundarlos con cada palabra.

Eso hizo en su larga y magnífica vida Pedro Pablo Paredes, que acaba de dejarnos este 16 de agosto: fundar universos con sus palabras fundadoras, ayudarnos a edificar afectos constelados y, entre tantísimos más, hacernos creer que podíamos soñar con sueños de gloria (como quería Heine, gran santón del romanticismo, tan caro a Pérez Bonalde).

Vivió 94 años para hacer con ellos una de las más perdurables carreras públicas al servicio de la literatura, su enseñanza, su divulgación, su conocimiento y su creación. Habiendo nacido en Trujillo (en la mesa de Esnujaque), el año 1917, se hace tachirense de biografía y corazón. Su incompleta centuria física significa siglos de espiritualidad. A ella dedica sus mejores esfuerzos de creador y de cultor de creadores (no teme elogiar a los dignos de elogio, ni privarse de la emoción ante los emocionados, para los que escribirá sensibles "emocionarios"). Fronterizo de vida y obra, lo quiso así para ganarse la perpetuidad. Cuando los más de su terruño andino anhelaban y buscaban centros para brillar, él encontraba el solaz en su dorada periferia. Sus ocupaciones fueron muchas y todas le granjearon celebridad: sonetista y sonetólogo, compilador de la mejor poesía, cultor de Bolívar y Bello, cervantino estelar. Esta última ocupación lo lleva a escribir uno de sus mejores libros, él que era autor de libros inmejorables. Lo titula: Leyendas del Quijote y con esta obra busca relatar el relato quijotesco, revivir la vida de los personajes uno a uno, sufrir con ellos el sufrimiento, con ellos pensar la existencia ya pensada, escribir su personal Quijote con palabras que hubieran encantado al propio Cervantes.

Cuando egresa del Instituto Pedagógico de Caracas ya era respetado por sus compañeros de generación (el maestro Oscar Sambrano Urdaneta lo recordaba con afecto frecuente y admirativo). La institución literaria lo querrá actuando en destacados papeles. Así lo veremos en la Asociación de Escritores de Venezuela y en la Academia Venezolana de la Lengua, de la que era miembro correspondiente por el estado Táchira.

Escritor, escritor y escritor por encima de todo; en alguna oportunidad dijo: "Escribir es para mí una necesidad perentoria". Llorar su muerte no puede ser otra cosa que comenzar el perentorio camino de perpetuidad al que su obra está llamada. Por encima de todo, poeta, poeta y poeta; el otrora aplauso de la crítica debe, a partir de ahora, trocarse en sincera veneración para este hijo impostergable de la mejor poesía venezolana. Al momento de lamentar su muerte, ofrecemos perdurables bendiciones para su obra honesta y noble.

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