jueves, 1 de septiembre de 2011
ROMPEHIELOS
TAL CUAL, Caracas, 30/08/11
Sin ley sí hay cultura
Gisela Kozak Rovero
Por prensa se ha ventilado la redacción de una ley orgánica de cultura distinta al proyecto aprobado en primera discusión en 2009. El diputado Miguel Ángel Rodríguez, presidente de la Comisión de Cultura de la AN, ha aclarado que ese proyecto está en revisión.
Buena noticia.
Con vistas a la nueva ley, la gestión cultural no debería servir para defender a ningún gobierno si no erigirse en herramienta en la promoción de una vida menos violenta, más creativa y próspera. El uso de espacios y publicaciones para promocionar al partido de gobierno es inconstitucional. Ninguna parcialidad política, gobernante u opositora, tiene ese derecho.
Por otra parte, y a diferencia de la educación formal (básica, diversificada, superior), la cultura existe aunque no haya leyes ni ministerios. El idioma, la gastronomía, las tradiciones, la religión, la artesanía, los valores morales, el arte, el cine, la literatura, la música, la danza, la conciencia nacional, regional y comunitaria existen: sin ley de cultura sí hay cultura. Una ley orgánica sirve para garantizar el respeto ala variedad cultural del país entendida como la no discriminación a ningún sector por razones económicas, políticas, sociales, étnicas, de género o religiosas, para el estímulo a actividades que difícilmente pueden competir con manifestaciones que por su propia naturaleza industrial y sus ventajas económicas tienen las de ganar (el cine estadounidense, por ejemplo) y para organizar las instituciones del Estado con el fin del disfrute de los bienes culturales por parte de la ciudadanía.
En esta orientación, llamamos cultura venezolana a las múltiples maneras en que los nacidos y los que viven en este territorio entienden su mundo, lo expresan y recrean. En las actuales circunstancias de la globalización hablar de "cultura nacional" es condicional. Una muestra: jóvenes de la costa oyen reggaetón y bailan tambor así como los de Caracas oyen "changa" y comen hayacas.
Es preciso deslastrarse del resabio de viejas interpretaciones marxistas respecto a que las sociedades se convierten en esclavas de los poderes culturales imperiales pues tal visión implica un gran menosprecio hacia nuestra gente. La cultura es recreación, mezcla, hibridación. La "pureza" cultural es una idea fascista y retrógrada, así como aquello de que cultura es sólo "tradición". La variedad de lenguas indígenas deben ser protegidas del mismo modo que impulsadas las tecnologías de información y comunicación y la radio y televisión de servicio público. Nada peor que ese provincianismo que hoy existe y somete la importación de libros, por ejemplo, a restricciones cambiarias y burocráticas que no permiten la llegada de importantísimos títulos al país. El sistema nacional de cultura, el turismo cultural y los convenios internacionales son otros temas que no pueden dejarse de lado.
Insisto: necesitamos una ley para el país, no para una parte de él.
Ilustración: Caspar David Friedrich
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