lunes, 12 de septiembre de 2011

LOGICIDAD

EL NACIONAL - DOMINGO 11 DE SEPTIEMBRE DE 2011 OPINIÓN/8
ATres Manos
Miradas múltiples para el diálogo
Lógica de Imperio
RIGOBERTO LANZ

"Nosotros debemos resistir a la anulación.
Debemos resistir las formidables fuerzas de la regresión y la muerte.
En todas las hipótesis, es necesario resistir.
Detener la muerte y resistir. Luchar contra la barbarie y resistir".
Edgar Morin, Pour sortir du vingtième siècle, p.369


El amigo Jean Baudrillar planteaba de forma aparentemente paradójica que el drama verdadero de la violencia es que se ha hecho simbólica.

Una cultura de la violencia está instalada en recónditos lugares donde no llega fácilmente la coerción correctora, las "fuerzas del orden", la maquinaria normativa. La violencia que tiene la forma de la guerra es apenas una de las tantas facetas en las que se manifiesta esta pulsión tanática que reposa debajo de toda relación de dominación. Además, la propia guerra evoluciona en sus prácticas y discursos, y hoy por hoy la vieja imagen del "campo de batalla" está desplazada por las operaciones psicomediáticas, por la sofisticación de los armamentos, por el terrorismo de Estado que es cada vez más selectivo y quirúrgico, por la asimetría brutal de poder de fuego de las grandes potencias respecto al resto de la humanidad.

Razones para matarse unos a otros siguen sobrando. Odios suficientes para justificar toda clase de atrocidades, siempre con la benévola legitimación de la "democracia", la "libertad" y algún Dios que esté por allí a disposición. Cuentas pendientes hay de sobra. Así como la jerarquía eclesiástica se tomó su tiempo para pedir disculpas por la muerte de Galileo, imagine usted cuánto habría de esperarse para que los imperios hagan lo suyo por las atrocidades cometidas. Este modelo de "justicia" parece que no convence a mucha gente (Turquía acaba de expulsar al embajador de Israel por la negativa de su gobierno a pedir disculpas).

La violencia espectacular contra las Torres Gemelas no es un accidente ni un hecho aislado en este diabólico frenesí del imperio por controlarlo todo. En buena medida, el globo terráqueo aparece como un enorme mercado bastante domesticado. A no ser por estas minucias de las crisis económicas recurrentes y alguno que otro frente de guerra en ebullición, las multinacionales podrían navegar tranquilas de un polo a otro contando sus ganancias.

Podrían seguir el consejo del venerable Fukuyama y celebrar el triunfo de Occidente sin poner mucha atención a estos focos residuales de barbarie en el mundo árabe.

Lo que ocurre es que esta exuberante ideología del triunfo del imperio no saca bien las cuentas: para no ir tan lejos, de Vietnam en adelante el concepto de "triunfo" parece que necesitaría una pequeña enmienda. Lo importante es que el imperio sigue funcionando con la misma lógica: dueños del mundo, a cualquier precio.

Los costos pueden ser muy altos (Irak, Afganistán) o por encargo (Libia), pero ello no inhibe en absoluto la propensión a imponer, por cualquier vía, los intereses económicos, militares e ideológicos que caracterizan al imperio. Está en su propia naturaleza. No depende de la personalidad de éste o aquel Presidente, ni de lo que diga o quiera cualquier partido en el gobierno. La cultura imperial es también una geoestrategia que combina todas las formas de lucha, el poderío militar y mediático marchan juntos, la hegemonía ideológica y los sistemas de alianzas se combinan para hacer viable la dominación planetaria. El control directo en el terreno puede alternarse con la intermediación de títeres que abundan en todos lados. La avanzada diplomática, comercial y tecnológica hace las labores de ablandamiento para operaciones militares de envergadura, si hace falta.

La forma armada de resistencia a la lógica del imperio es la que suscita más espectacularidad en el mercado mediático. El número de muertos causa conmoción de acuerdo al bando de los dolientes. El drama humano de unas torres en llamas es el mismo drama que produce diariamente la violencia del imperio en todo el mundo con la más absoluta impunidad. ¿Entonces? Mientras la lógica del imperio permanezca intacta, veremos arder muchas torres y la pobre gente pobre seguirá pagando el plato.

I

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