domingo, 18 de septiembre de 2011
GRATUIDAD Y UNIVERSALIDAD
NOTITARDE, Valencia, 18 de Septiembre de 2011
Parábola del amo generoso (Mt.18, 21-35)
Pbro. Lic. Joel de Jesús Núñez Flautes
En este domingo se nos presenta la parábola de los trabajadores de la Viña que son contratados en distintas horas y al final reciben la misma paga o debería llamarse más bien, la parábola del Amo generoso, porque en ella se deja ver precisamente la bondad y generosidad del dueño que va contratando a los jornaleros a lo largo del día.
La parábola de hoy tiene un doble mensaje: la gratuidad y la universalidad de la salvación que Dios nos ofrece en la persona de Cristo. Esta parábola, sabemos, que Jesús la dirige a los fariseos que se ven representados en los trabajadores que comenzaron a trabajar desde muy temprano y se había ajustado con el dueño de la Viña en un denario y cuando ven que el amo paga lo mismo a los que trabajaron menos, murmuraban hablando de injusticia y el amo les hace ver que no es injusto por querer dar lo mismo que les ofreció a ellos a los que trabajaron menos hora o comenzaron a trabajar más tarde. La misma parábola la recoge Mateo en su evangelio no solo para dejar ver la actitud de Jesús frente a los fariseos que creían que solo para ellos era la oferta de salvación de Dios, sino que ahora la Iglesia primitiva, la comunidad de los discípulos que siguen el mandato del Señor, que van predicando su evangelio, tienen que saber que Cristo vino al mundo, enviado por el Padre, para salvar a todos los hombres. Es Dios quien ha tomado y toma la iniciativa para salvarnos, es su amor que nos precede, es su gracia que desborda nuestros pecados y nos da la posibilidad de alcanzar la salvación eterna. Dios nos convoca a su Reino, nos invita a formar parte de su rebaño, le toca a cada hombre aceptar o rechazar esta oferta de amor, de misericordia y de salvación. Dios no obliga a nadie, quiere que todos los hombres se salven, ha venido para salvarlos a todos, pero es el hombre quien en plena libertad debe responder sí o no a la iniciativa divina.
Cristo con su Pasión, Muerte y Resurrección nos ha alcanzado la posibilidad de vivir eternamente, de contemplar a Dios cara a cara; pero es el hombre quien escuchando la voz de Dios que lo llama a la felicidad plena, al camino que conduce a la vida, acepta o rechaza el regalo que Dios le hace en Jesús que vino a salvarlo de la muerte y el pecado.
A lo largo de la historia, Dios dejó oír su voz y de manera definitiva nos ha hablado en Cristo. A lo largo de la vida personal de cada hombre Dios lo llama, no deja de hacerlo, en todo momento lo invita a gozar de su amor, de la vida eterna, a formar parte de su Reino; bienaventurado el hombre que escuchando su voz le responde con alegría y trabaja por extender su Reino de amor, justicia y paz.
Así como Dios ofreció la salvación a los judíos, ahora su Iglesia extiende su mensaje a todos los pueblos, al mundo gentil, a aquellos que no formaban parte del Pueblo de la Alianza, para dejar claro que la salvación de Dios es para todos, especialmente para los pecadores, los que se sienten distantes de Dios; esos que sintiéndose últimos, condenados por el mundo y los que se creen más religiosos, serán los primeros en el Reino; porque hay más alegría en el cielo por un solo pecador que de corazón y sinceramente se arrepienta de sus pecados y cambie de conducta, que por mil justos o santos que no necesitan convertirse. Así actúa Dios; es su bondad y misericordia que sobrepasan nuestros cálculos o juicios. Su amor y su gracia desbordan nuestras expectativas y manifiestan que Dios siempre sale al encuentro de sus hijos, especialmente de aquellos que han extraviado el camino y así su Iglesia debe ser en medio del mundo; mostrar el amor y la misericordia de Dios que siempre acoge al pecador arrepentido.
En este domingo Jesús nos invita a revisar nuestras acciones y las convicciones que nos mueven a actuar. Que veamos si somos capaces de escuchar la voz de Dios que nos llama y respondemos con prontitud, aceptamos su plan de salvación sobre nosotros o por el contrario somos de aquellos que se muestran indiferentes a lo espiritual, cerramos nuestra vida al amor de Dios y rechazamos la oferta de eternidad y plenitud que Él nos ofrece.
Pidamos al Señor que no seamos indiferentes a su voz, que nos de la gracia de convertirnos cada día a su amor y que podamos trabajar en su Iglesia para que otros se salven y lleguen al conocimiento profundo del amor y la misericordia de Dios Padre.
IDA Y RETORNO: ¿Qué les aconseja a los novios que se van a casar por la Iglesia o aquellos que quieren santificar su hogar? En primer lugar que recuerden que el matrimonio por la Iglesia es recibir la bendición de Dios que viene a fortalecer la vida de pareja, que tomen conciencia del por qué se casan por la Iglesia, que sepan que no es un acto para aparentar o cumplir con la sociedad, sino que es un sacramento que une para toda la vida y que Dios siempre ayuda y bendice a los esposos que con fe, libertad y conciencia se acercan al altar a buscar sus dones y a consagrar el amor del uno por el otro frente a Él.
Ilustración: Antonieta Sosa, "Escalas desbordadas".
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Joel de Jesús Núñez Flautes,
San Mateo 18: 21-35
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