EL NACIONAL - DOMINGO 28 DE AGOSTO DE 2011 OPINIÓN/9
ATres Manos
Miradas múltiples para el diálogo
Contra el sectarismo
RIGOBERTO LANZ
"Izquierda y derecha confundidas, lo que prevalece es una política
de clanes que luchan unos contra otros".
Michel Maffesoli: Iconologías: nuestras idolatrías postmodernas, 192
El Presidente de la República ha desatado una severa campaña contra el sectarismo ("Hay que extirparlo", ha dicho claramente) ¿Qué hay en el fondo de esta preocupación? ¿A quién se dirige esta categórica denuncia? ¿Cómo se manifiesta ese sectarismo? Algunas pistas pueden explorarse.
El espíritu de secta es una vieja enfermedad de las organizaciones que nunca anda sola. Esta desviación aparece asociada casi siempre al dogmatismo, al burocratismo, al pragmatismo, a la corrupción.
Entre menos formación política existe es mucho más fácil que aparezca el sectarismo (en los partidos, en los grupos, en el gobierno, etc.) Las sectas existen de hecho sin que nadie se reconozca como tal. Las prácticas sectarias se "normalizan" en la vida cotidiana de las organizaciones a caballo de los dogmatismos, del gregarismo de intereses, del oportunismo ideológico, del pragmatismo político. La impunidad y la ausencia de reglas de juego claras van degenerando en prácticas mafiosas donde la militancia es un pretexto para vehicular intereses pragmáticos, donde los rituales de partido (franelas, cachuchas y banderolas) son una mascarada para asegurarse cuotas de poder.
El sectarismo puede estar operando aun en los casos en los que no existe una degradación ética. La desviación fundamentalista, por ejemplo, es una típica anomia que produce toda forma de sectarismos: exclusión del otro, hiperidentidad del grupo, desprecio por la opinión ajena, exacerbación de un "nosotros" que no admite dudas.
Desde este síndrome básicamente prepolítico es francamente muy difícil pretender elaborar tácticas y estrategias, líneas de acción, proyectos de cualquier tipo, sobre manera, políticas de alianzas.
Ocurre que una gestión de gobierno sin una bien trenzada política de alianzas es muy cuesta arriba. Gobernar en solitario es una operación inviable cuando de lo que se trata es de contar con fuerzas para producir cambios de verdad.
Si el asunto fuera navegar en la superficie, entonces vale cualquier cosa.
Pero cuando estamos hablando de revolución, pues la primera regla de oro es contar con la fuerza política para hacer viables los cambios (al menor costo), para acumular poder verdadero para otros cambios (al menor costo), para profundizar en los cambios emprendidos (al menor costo).
Cuando la revolución no reúne las fuerzas suficientes para avanzar, entonces aparece objetivamente la amenaza de la contrarrevolución. El principal enemigo de una política de alianzas es el sectarismo.
¿Por qué cree usted que no se ha podido ir más lejos en esta experiencia de una década? ¿Por qué cree usted que se perdió la consulta sobre las reformas a la Constitución? Déjeme decírselo sin vaselina: por debilidad, por falta de fuerzas.
Si esto no está claro, entonces tampoco está claro el ABC de la política; eso es lo que llamaríamos en rigor: ¡malas noticias! Creo que el ciudadano Presidente está preocupado con razón por las múltiples expresiones de un sectarismo primario que no conduce a ningún lado.
La arrogancia de los aparatos políticos, sobre manera en plan de gobierno, es un repelente que espanta a todo el mundo (salvo a los conjurados). Pretender tener aliados desde estas cumbres es una ilusión. A lo sumo usted puede reunir a algunos "socios" ocasionales y a unos cuantos oportunitas que sacan sus cuentas ante cualquier operación. El Polo Patriótico, por ejemplo, tiene que pasar la prueba de la extirpación del sectarismo.
De otra manera este ejercicio no pasará de ser un parapeto sin pena ni gloria. Para que esta figura sea efectivamente un espacio político de convergencia de la multiplicidad de voces que habitan en la izquierda y toda la diversidad social de los movimientos que no caben en el formato de lo partidos, hará falta una labor titánica de fumigación del morbo del sectarismo.
A mediano plazo el mejor antídoto es la formación política. En lo inmediato es preciso actuar con inequívoca severidad.
Ilustración: http://www.freakingnews.com/Modern-Monet-Pictures----2670-0.asp
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