domingo, 4 de septiembre de 2011

INVENTARIO


EL NACIONAL - Sábado 03 de Septiembre de 2011 Cultura/3
LITERATURA El canon propuesto por el autor mexicano excluye a Roberto Bolaño
Dos listas de Carlos Fuentes abren una polémica que está por escribirse
La gran novela latinoamericana pone en el tapete la discusión sobre la nueva narrativa
MICHELLE ROCHE RODRÍGUEZ

Décadas después de que movimientos como McOndo y la Generación Crack dieran por muerto el realismo mágico, Carlos Fuentes sigue causando polémicas entre los intelectuales a ambos lados del Atlántico.

Desde hace una semana se encuentra en las librerías españolas su ensayo La gran novela latinoamericana (Alfaguara), en el que analiza la situación de la narrativa contemporánea bajo parámetros que para muchos críticos son cuestionables.

El sábado 28 de agosto la diatriba saltó a la web, cuando Babelia, el suplemento literario del diario El País de España, publicó un artículo del mexicano titulado "Estirpe de novelistas", en el que el autor resume los postulados del libro y propone dos cánones de novelas, uno para el siglo XX y otro para el XXI.

En el primero incluyó El Aleph de Jorge Luis Borges, Los pasos perdidos de Alejo Carpentier, Rayuela de Julio Cortázar, Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, Paradiso de José Lezama Lima, La vida breve de Juan Carlos Onetti, Noticias del imperio de Fernando del Paso, Yo el supremo de Augusto Roa Bastos, Pedro Páramo de Juan Rulfo, Conversación en la catedral de Mario Vargas Llosa y Santa Evita de Tomás Eloy Martínez.

Para el crítico literario Carlos Pacheco, llama la atención que la lista, que reúne los nombres de escritores de sólo 7 países latinoamericanos, comience con Borges, que jamás escribió una novela: "Aunque sí inspiró una nueva estética literaria". Pero el canon de la novela del siglo XXI no le resulta menos extraño. "Se atreve a formularlo apenas a 10 años de su inicio y sin distancia alguna de la primera lectura", señala.

Las novelas incluidas por Fuentes en el catálogo de lo reciente son Historia secreta de Costaguana de Juan Gabriel Vásquez, En busca de Klingsor de Jorge Volpi, Oír su voz de Arturo Fontaine, El desierto de Carlos Franz, Las muertes paralelas de Sergio Missana, Amphitryon de Ignacio Padilla, El síndrome de Ulises de Santiago Gamboa y Abril rojo de Santiago Roncagliolo.

Para el académico Luis Barrera Linares, que prefiere no proponer su propio canon, es entendible que Fuentes se sienta obligado a dar su visión de la narrativa en castellano, pero no justifica su selección: "Para canonizar hay que conocer a todos los santos del cielo y eso no es ni fácil ni probable. Es obvio que, por muchos años que tenga, don Carlos [Fuentes] no ha leído toda la literatura del continente. Da `su’ lista y se arriesga con lo que conoce. Lo que no significa que en el canon no entre aquello que por alguna razón no ha leído".

El ruido de Bolaño. El lector acucioso se habrá dado cuenta de la significativa omisión del innovador de la literatura en español Roberto Bolaño. "No está porque no lo he leído. Prefiero que termine el ruido antes de leerlo en paz", señaló a la agencia Efe Fuentes.

Bolaño ­a quien Volpi califica de "unánime gurú de los nuevos escritores latinoamericanos" en el ensayo El insomnio de Bolívar (Debate, 2009)­ ganó la inmortalidad literaria con los premios Herralde y Rómulo Gallegos. Después de su muerte, fue reconocido en Francia y en Estados Unidos y se convirtió en un ícono de las letras en castellano.

El profesor de la Universidad de los Andes Diómedes Cordero prefiere mantenerse cerca de la definición misma de la palabra contemporaneidad: "Quizás Fuentes, en su lectura canónica, no se distancia lo suficiente de las tendencias novelísticas privilegiadas por las instituciones literarias y el mercado, lo que posiblemente no le permita leer la contemporaneidad de obras como las de Ricardo Piglia, César Aira, Sergio Chejfec, Alan Pauls, Daniel Sada, Juan Villoro, Cristina Rivera Garza, Roberto Bolaño, Adolfo Couve, Victoria de Stefano, José Balza, Ednodio Quintero, Alberto Barrera Tyszka, Antonio López Ortega, Horacio Castellanos Moya y Rodrigo Rey Rosa". También, el crítico residenciado en Mérida resiente que Fuentes no se distanciara de sus propias lecturas: "Tal vez el canon de la narrativa latinoamericana del siglo XXI se defina por la profunda inactualidad contenida en obras que alcanzarían su legibilidad y legitimidad en otro momento histórico. Sólo la obra de Bolaño parece representar plenamente la consideración intempestiva nietzscheana". Según esa consideración, es contemporáneo quien no coincide ni se adecua al presente y, desde el anacronismo y alejamiento, le es más fácil percibir su tiempo.

Para Cordero, la legitimidad de Bolaño para lectores y críticos "es de alcance global y contemporáneo en tiempo `presente’: en su vanguardia desfasada y anacrónica podría radicar su reconocido valor literario y artístico".

Con o sin Bolaño, La gran novela latinoamericana es el más reciente juicio de un apóstol del Boom a las generaciones que le suceden. La última palabra será de los lectores.

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