domingo, 4 de septiembre de 2011
(DES) ENMASCARAMIENTOS
EL NACIONAL - Domingo 04 de Septiembre de 2011 Siete Días/4
entrevista
Elsa Cardozo
"Chávez presenta a Libia como espejo en el que Venezuela debe verse"
La internacionalista advierte que el Presidente instrumentaliza el caso libio y logra un efecto mediático, pero a largo plazo quedará asociado a una figura desprestigiada en materia de derechos humanos. Asegura que el uso del petróleo como recurso de poder no le ha funcionado al Gobierno
TAL LEVY
Nada más lejos que los primeros enunciados de la política exterior del actual gobierno y esa idea de velar por los intereses del Estado y procurar una redefinición de las relaciones con el mundo, apostando a la diversificación, al fortalecimiento de los vínculos con América Latina y el Caribe y a la integración regional.
La realidad, asegura Elsa Cardozo, contradice esa propuesta inicial.
La internacionalista afirma que no existe una política exterior de Estado. "Tenemos una política exterior de gobierno, plasmada en modo muy preciso en la propuesta de reforma constitucional de 2007 y en el Proyecto Simón Bolívar, que es ofensiva y cuya gran idea inspiradora es la posible invasión, el enemigo externo. Hay una visión de la política mundial como un gran campo de batalla".
Cardozo da cuenta de los agravios: "El Gobierno no se ha cansado de ofender, desacatar y menospreciar los mecanismos de integración y sólo se mueve hacia ellos cuando es su posición la que prevalecerá".
Al examinar el costo de la petrodiplomacia, advierte que Venezuela ha malogrado relaciones económicas y se ha hecho más dependiente que nunca del ingreso petrolero. "No somos un país más soberano ni independiente desde el punto de vista económico. Es una ficción pensarlo. Hoy Venezuela está bastante desintegrada de los circuitos económicos latinoamericanos, entre otras razones por el volcamiento a la geopolítica del petróleo y no a la geoeconomía del petróleo, que lo entiende como recurso palanca para el desarrollo. Nos hemos convertido en un gran importador de lo esencial".
--En "La gobernabilidad democrática regional y el papel (des) integrador de la energía", apunta que el gobierno venezolano concibe la energía como recurso de poder. ¿Cuál ha sido el fruto de esa política? --¿Cuáles eran los grandes proyectos con los cuales el presidente Hugo Chávez proponía que Venezuela se convirtiera en el gran eje del sistema energético latinoamericano? El famoso y descabellado proyecto del gasoducto del sur, que se cayó por su propio peso. En Bolivia, Venezuela quería crear un sistema de controles de flujo de la energía en América del Sur, usándola como un recurso de poder, y resulta que Pdvsa funcionó muy mal en Bolivia, que finalmente llegó a acuerdos con Brasil. No sólo no ha funcionado como recurso de poder, más allá de esos tratos pequeños de Petrocaribe, sino que económicamente la tendencia es que Venezuela pierda terreno. Otros países como Brasil han fortalecido al sector energético como un sector empresarial, productivo, y no simplemente como un recurso de poder del que se usa y abusa como la gallinita de los huevos de oro.
--¿Qué ha perseguido el presidente Hugo Chávez al insistir en ser el último defensor en el mundo de Muamar Gadafi y qué ha logrado? --Allí hay una identificación que tiene historia. El haberle recibido y dado símbolos tan importantes como la réplica de la Espada del Libertador implica que hay una afinidad en una distorsionada visión de Gadafi como el gran liberador del pueblo libio, un líder a emular, lo que es aterrador cuando uno ve su desempeño. También hay un elemento instrumental.
Chávez presenta a Libia como un espejo en el que Venezuela debe verse, es decir, que aquí puede haber una intervención internacional, que los países petroleros están expuestos a que el imperio, Estados Unidos y sus amigos europeos como lo llama el mandatario, le pongan la mano al petróleo. Además, está esa asociación libre y muy forzada, no siempre explícita, que hace el Presidente entre la oposición venezolana y los rebeldes libios, bajo la tesis de que la oposición es traidora y está dispuesta a buscar aliados internacionales para derrocar al Gobierno. Cada uno de esos puntos, por supuesto, es debatible.
--¿Y el efecto? --Uno que el Presidente aprecia y es aparecer en muchos medios de comunicación. Pero mirando con largo aliento, lo que quedará es una asociación terrible con una figura, la de Gadafi como líder, que se desprestigió hasta tal punto que la ONU aprobó por consenso, salvo por cierto la voz disonante venezolana, la exclusión de Libia del Consejo de Derechos Humanos. Éste es un efecto muy negativo porque si Chávez pretende mostrarse como liberador de los pueblos, que se preocupa por el aspecto humano de los conflictos, esto es todo lo contrario, pues la posición de Gadafi ha sido absolutamente inhumana, al pedirle a los libios que mueran por él hasta las últimas consecuencias.
--Lord Palmerston decía que los Estados no tienen aliados sino intereses permanentes.
Con iniciativas como el Alba o Petrocaribe, en las que se financia a otros países sin obtener clara retribución, ¿podría decirse que la Venezuela de Hugo Chávez no tiene intereses sino amigos? --Depende de cómo se haga el balance. Chávez sí espera una retribución: la solidaridad automática de aquellos países que se benefician de sus programas. Ya lo vimos con la suspensión del suministro petrolero a Honduras cuando las cosas no funcionaron como él aspiraba. El ejercicio del Presidente es profundamente realista, por cierto también literalmente por lo de los reales. La política exterior tiene un fuerte apoyo en el recurso petrolero. Lo que suele decir la historia es que esas relaciones construidas sólo sobre la base del vínculo económico, sin consideración de los intereses mutuos, a largo plazo son muy frágiles. Por ejemplo, los países del Caricom que también son miembros del Alba se abstuvieron cuando Chávez propuso un mecanismo de seguridad del Alba.
--A un año de la reconciliación diplomática entre Venezuela y Colombia, ¿a Juan Manuel Santos le ha funcionado la estrategia del "mejor amigo"? --Hasta cierto punto sí. Cesaron los insultos y la diplomacia del micrófono, que es muy dañina, pero cuando uno examina las declaraciones de la canciller colombiana y el tema económico y de seguridad, encontramos satisfacciones relativas. La canciller declaró en junio en el foro Diálogo Interamericano que Colombia daba por perdido el regreso al mercado venezolano. La negociación comercial se ha limitado a que el gobierno venezolano le compra a empresarios colombianos sin que participe el sector privado venezolano y eso tiene su límite y todas las contras debido al régimen de pago del gobierno venezolano y su morosidad. Ha habido un acuerdo en materia de narcotráfico muy publicitado pero, considerando los informes de la ONU sobre el grave problema de Venezuela como país de tránsito de droga, ese balance luce muy pobre.
La gran pregunta es hasta qué punto hay verdadera coordinación y compartir de inteligencia entre Colombia y Venezuela.
No es fluida la cooperación en materia de seguridad entre los dos países y eso ha hecho que el gobierno colombiano insista en que es un tema prioritario para ellos.
Cardozo mira también puertas adentro. "La declaración acerca de que Chávez era un factor de estabilidad le ha valido muchas críticas a Santos porque lleva el acercamiento a un extremo en que se convierte en intervención en los asuntos internos. Pareciera casi como un apoyo electoral al presidente Chávez. A los venezolanos que queremos una buena relación con Colombia es la parte que más nos duele".
--Usted ha dicho que Venezuela es un país exportador de caos. ¿Por qué? --Daré un ejemplo institucional regional. El Presidente dijo en estos días que hay que fortalecer a Unasur, pero ése ha sido un compromiso siempre bastante caótico. En 2004, a la semana siguiente del acuerdo de mínimos que fue el tratado constitutivo de Unasur, Chávez lanzó en La Habana con Fidel Castro el Alba con referencias muy distintas. Cuanto más caracterizaba al Alba, más descalificaba a Unasur. También está la constante descalificación de Mercosur, al que quiere entrar, pero el Mercosur que quiere es otro. Los mecanismos regionales sirven en la medida en que se ajusten a lo que el Presidente quiere y cuando no, la actitud es descalificadora. También está el caso de la guerrilla. En 2008, Chávez hizo un llamado ante la Asamblea Nacional a reconocer a la guerrilla colombiana. Dijo que las FARC y el ELN tenían un proyecto político que aquí se respetaba. Se queja porque no le dejan ser mediador y sale con esta declaración que le descalifica para esa iniciativa. Eso es caótico. Además, el gobierno venezolano tiene el récord de incumplimiento de sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y acompaña ese desacato con un discurso de descalificación institucional.
Ilustración: Eliseo Solís Mora(El Nacional, Caracas, 07/03/11)
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