Mostrando entradas con la etiqueta Política exterior. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Política exterior. Mostrar todas las entradas

lunes, 2 de julio de 2018

viernes, 16 de junio de 2017

INÚTIL POSSIDETIS ...



La tal constituyente y el Esequibo

Luis Barragán

La semana pasada, junto al diputado William Dávila, tuvimos la oportunidad de asistir e intervenir en una mesa redonda convocada conjuntamente por el Consejo Venezolano de Relaciones Internacionales (COVRI) y Mi Mapa Incluye el Esequibo. Un distinguido grupo de expertos en la materia, compartieron sus inquietudes en torno a las consecuencias de la  consabida crisis del país respecto a la histórica reclamación, contribuyendo a nuestra propia actualización sobre los difíciles asuntos que la transición democrática heredará en un ámbito que el hoy ocupante de Miraflores cree de su muy exclusiva,  improvisada, arbitraria e incontrolada competencia.

En definitiva, por todos estos años, los problemas fundamentales que nos aquejan, agravándose ilimitadamente, ya no admiten más postergaciones por obra del enfermizo continuismo del poder establecido: siéndolo en sí mismo, no es posible correr más la arruga. El rostro visible de un mecanismo perverso como el de la llamada polarización, suerte de comodín para el analista perezoso,  tiene por rostro invisible, ajado y burlón, el de una asombrosa banalización de los asuntos que exigen un debate sobrio, profundo y coherente.

Previsible, una compleja agenda en el siempre árido terreno de la política exterior, requerirá de la imaginación y audacia, pero también de la experiencia y el profesionalismo de una cancillería que tendremos que reconstruir. Sin embargo, al finalizar el citado evento, entre otras, permanecen dos inquietudes.

De un lado, en el marco de todas las urgencias impuestas por la confabulación del Ejecutivo contra el Legislativo, está pendiente un serísimo proyecto de acuerdo debatido en el seno de la Comisión Permanente de Minas y Petróleo de la Asamblea Nacional, por cierto, cuyo solo borrador provocó la irritación de Georgetown. A propósito de los trabajos petroleros realizados en la fachada atlántica, aborda solventemente la situación y concluye en sendas propuestas que todavía no llegan a la sesión plenaria del parlamento, esperando respuesta de la Consultoría Jurídica, siendo una de ellas la conformación de una Comisión Mixta o Especial que, por cierto, tuvimos a bien sugerir meses atrás en la cámara.

Y, del otro, en marcha el fraude constituyente, en el supuesto negado de instalarse esa tal asamblea, corre un inmenso peligro el principio del uti possidetis iuris, ineludible en todas las constituciones con las que ha contado Venezuela, cuya desaparición suscitaría el entusiasta, agradecido y duradero respaldo a la dictadura venezolana por Guyana y los país aliados del Caribe. Una indispensable dosis de realismo del vecino país, le permitiría ponderar y reparar en la insustentabilidad de una hipótesis que complicaría innecesaria y peligrosamente el conflicto, afectando aquellos intereses que sólo salvaguarda un tratamiento pacífico de la materia.

19/06/2017:

domingo, 29 de mayo de 2016

REENCUADERNACIÖN INSTITUCIONAL DE LOS PROBLEMAS



Parlamento, política exterior y Esequibo  [1] 

Luis Barragán  

Ciertamente, el Presidente de la República dirige la política exterior, pero no menos cierto es que, como política pública, está sujeta al control parlamentario de acuerdo con el ordinal 3° del artículo 187 de la Constitución vigente, entre otros controles directos e indirectos, derivados o no. Por consiguiente, los diputados individualmente considerados, integrantes de las respectivas comisiones de trabajo y de las fracciones de adscripción, son constitucionalmente competentes para agregar y procesar las exigencias, solicitudes o demandas que la ciudadanía tenga a bien formular, legitimando su concurso en una materia que se cree de una exclusiva y excluyente incumbencia presidencial.

Desde la perspectiva sistémica, en un texto ya clásico, Josko de Guerón asentó que «para comenzar a comprender la actuación del Congreso no basta conocer sus atribuciones constitucionales: es preciso examinar los insumos que éste recibe y, en especial, las demandas o incitaciones para que el Poder Legislativo actúe o deje de actuar, de determinada manera frente a problemas de las relaciones internacionales» [2].  Así, cobra mucha importancia que el  órgano del Poder Público reciba, trate y responda a las peticiones, inquietudes e iniciativas que surjan de la sociedad civil organizada, siendo el caso específico el de los académicos, activistas, gremios de una múltiple naturaleza y sectores de la opinión pública sensibilizados por la histórica reclamación del Esequibo, subrayando adicionalmente dos notas sustanciales.

Por una parte, significa superar el paradójico subterfugio de la  «diplomacia de los pueblos» que, al soslayar la  participación efectiva de la ciudadanía, considera inexpugnable a todo evento la jefatura de la política exterior. Además, Nicolás Maduro  carece del «carisma y capacidad de improvisación creativa del líder que ya no está» y, respecto a iniciativas como Petrocaribe, siendo Guyana uno de los beneficiarios del programa de solidaridad energética, al agotamiento de los recursos se suma – inferimos – una lamentable incompetencia para aplicar el «esquema de subimperialismo» [3].

Por otra, apuntamos a lo que Easton refirió como el desempeño funcional de los partidos, grupos de interés y líderes de opinión para la composición y recomposición de las demandas, cuya síntesis y homogeneidad sean capaces de convertirlas en un «programa viable y simplificado de acción» y, procure, simultáneamente, ampliar las bases de sustentación, a objeto de competir con otras, en el marco de los más agudos e inmediatos  problemas. Y es que, un sistema debidamente retroalimentado, orientado a su auto-transformación creadora, también habilita a sus actores para «regular, controlar, dirigir, modificar e innovar» los elementos y procesos correspondientes, suscitando el necesario equilibrio constitucional que supone una tácita premisa ética: la del compromiso o avenencia, concesiones recíprocas, frenos mutuos, propios de la democracia [4].

Comprendemos y asumimos que hay muy marcadas prioridades de orden interno que ocupan a los asambleístas, pero no debemos obviar que la política exterior y, concretamente, el citado diferendo territorial siguen su curso, preocupando a la academia y a sobrias entidades que promueven y defienden el Esequibo, como nos hemos percatado al asistir por estos meses a varios coloquios de un responsable y alto nivel, y constatado en las redes sociales con el seguimiento y la denuncia de las actuaciones de la cancillería guyanesa, el fondeo de embarcaciones de exploración petrolera en la Fachada Atlántica o el ecocidio de un territorio bajo concesiones que escapan del Acuerdo de Ginebra. Por lo pronto, camino a  la especialización institucional del tema, programaremos una serie de foros en la sede parlamentaria que nos imponga de las exigencias ciudadanas, actualizándolas.

[1]        Excepto el último párrafo, el texto forma parte del trabajo inédito  aportado a una compilación que publicará a finales de año la Universidad Metropolitana sobre el Esequibo, junto a los suscritos por los Dres. Luis Alberto Buttó, José Alberto Olivar,   Manuel Donís, Claudio Briceño Monzón y Germán Guía. Compilación que tiene por origen el Foro “Litigios fronterizos: viejos conflictos, nuevas dimensiones”, promovido por el Instituto de Altos Estudios de América Latina de la Universidad Simón Bolívar (Sartenejas, 22/10/2015).
[2]        Eva Josko de Guerón, (1978) «El Congreso y la política exterior en Venezuela», en: Politeia, N° 7, 1978, Caracas;  Cfr. María J. Roca, (1999) «El control parlamentario y constitucional del poder exterior», en: Revista Española de Derecho Constitucional, N° 56, Madrid
[3]        Félix G. Arellano P., (2013) «Política exterior bolivariana: un legado de contradicciones»,  en: Simón Bolívar Analytic, N° 28, Sartenejas
[4]        David Easton, «Esquema para el análisis político», Amorrurtu, Buenos Aires: 1965, p. 169; Vid. David Easton, «Política moderna. Un estudio sobre la situación de la ciencia política», Letras, México, 1968, pp. 292-305 ss.; Cfr. David Easton, «Categorías para el análisis sistémico de la política», en: Enfoques sobre teoría política, Amorrurtu, Buenos Aires: 1973, pp. 216-231.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

SIN NOVEDAD EN EL FRENTE



De los ;

Luis Barragán

Sobrevino la crisis con Colombia, punzada por la consabida jerga de Miraflores. Un Estado de Excepción injustificado, por cierto, ya impugnado el decreto por ante el TSJ,  generó mayores inconvenientes.

Equívocas palabrejas de ocasión, pues, frecuentemente la descalificación personal distrae sobre los asuntos esenciales, nos orientaron hacia una ruptura de relaciones con el vecino país del oeste. El del este,  reacio al Buen Oficiante, aguijonea el lenguaje de auspicio al otro rompimiento.

Estridencia tras estridencia, Nicolás Maduro buscó reunirse con el inquilino de Nariño. Removió demasiadas cosas para transarse, después, mientras que los plumarios del régimen, los propagandistas y publicistas que dan luces en el siglo XXI. Justificarán la cuestión.

Nada nuevo bajo el sol, porque el extinto presidente gustaba de los ataques furibundos en el cuadro internacional para luego pasarle la mano a la víctima de sus dicterios, esperando escenificar un reencuentro de festejo y cordialidad, más que de paz y entendimiento, como si fuese el promotor por excelencia de sus incomprendidos llamados de hermandad. Llegó a tanto la irresponsabilidad que acabó con las relaciones diplomáticas con Colombia para restablecerlas a la vuelta de la esquina a objeto de prefabricar un espectáculo de reconciliación, inútil y efímero: son los puntos y las comas (;) de un modo de hacer (y de concebir) la política. Sin embargo, Cuba es la precursora de esa tan díscola conducta.

En efecto, dándole otro timbre al marxismo-leninismo que formalizó la revolución anticuaria, las primeras etapas que vivió la isla caribeña dijeron legitimar las crisis como fórmula de salvación y consolidación del régimen, lograda la finalidad con esos avances y retrocesos que caracterizó a los Castro. Crisis artificiales, sucesivas y eficaces, sellaron el totalitarismo interno y oxigenaron una política exterior que hizo de la perturbación y el chantaje una fórmula distintiva: repetimos, hoy, nada nuevo bajo el sol.

Fuente: