viernes, 23 de septiembre de 2011

NOSTALGIA


EL NACIONAL - DOMINGO 18 DE SEPTIEMBRE DE 2011 SIETE DÍAS/7
Un momento estelar de la democracia, 1941
SIMÓN ALBERTO CONSALVI

El partido Acción Democrática fue fundado el 13 de septiembre de 1941. La Segunda Guerra Mundial estaba en su apogeo. En junio, Hitler invadió la Unión Soviética; en agosto, sir Winston Churchill y Franklin D. Roosevelt, desde un barco en un lugar del océano, postularon la Carta del Atlántico. Los aliados, de acuerdo con la Carta, no abrigaban ni abrigarían ambiciones territoriales. Vislumbraban y prometían un mundo democrático, una vez derrotados los ejércitos del nazismo.

El punto 3 rezaba: "Respeto al derecho que tienen todos los pueblos de escoger la forma de gobierno bajo la cual quieren vivir, y desean que sean restablecidos los derechos soberanos y el libre ejercicio del gobierno a aquellos a quienes les han sido arrebatados por la fuerza".

Era, evidentemente, un momento propicio. La lucha contra el nazi-fascismo predominó como un denominador común de las fuerzas políticas, desde el gobierno del presidente Medina Angarita hasta quienes estaban en la oposición. Para todos, la prioridad estaba en la derrota de Hitler. Eso contribuyó a crear las condiciones necesarias para el funcionamiento de los partidos políticos.

AD no nació en un día. Fue la culminación de un proceso que se inició en el destierro, y cuyo origen se remonta a la Agrupación Revolucionaria de Izquierda, ARDI, propulsora del Plan de Barranquilla, primer programa político suscrito en 1931 por quienes, en octubre de 1937, fundaron el Partido Democrático Nacional, cuya legalización fue negada por el gobierno del general López Contreras. Quiso ser "el partido único de la izquierda", y se concibió como una organización política abierta, integrada por los sectores populares de la sociedad, más allá de diferencias clasistas.

En 1937, López Contreras expulsó del país a 47 jóvenes dirigentes, acusados de comunistas. La huelga laboral petrolera de diciembre de 1936 a enero del 37, que obligó a las compañías a reconocer la fuerza de los trabajadores, alarmó al Gobierno y, como si le pusiera punto final a la luna (casi) de miel que siguió a la muerte de Gómez, optó por medidas represivas, entre ellas, el destierro de los jóvenes líderes.

Uno de ellos logró burlar la decisión y prefirió quedarse en Venezuela, en los subterráneos de la vida clandestina. Fue Rómulo Betancourt quien, a los 29 años de edad, organizaba la lucha política y escribía una columna diaria (sin firma), dedicada a asuntos económicos y sociales, en el periódico Ahora.

El rechazo a la legalización del PDN por "militar en su seno individuos de ideología comunista", no detuvo su acción política. Como es obvio, fue un partido pequeño. "Una organización de bolsillo", la llamó Rómulo Betancourt. "Y si creció numéricamente y formó aguerridos equipos de jefes políticos y de capaces dirigentes obreros, estudiantiles y profesionales, fue porque tuvo doctrina propia, plataforma extraída de lo entrañable nacional, vocación de combate y agónica fe proselitista". La clandestinidad y la mística convirtieron el PDN en una gran fragua ciudadana.

A la hora de solicitar otra vez la legalización en 1941, sus líderes optaron por el nombre de Acción Democrática.

A la fundación de AD la precedió un suceso de extraordinaria repercusión en el país: la candidatura presidencial de Rómulo Gallegos, calificada como "simbólica" porque al Presidente lo elegía el Congreso, según lo indicara el Gran Elector que era el general López Contreras, jefe del Estado. No obstante el simbolismo, la campaña de Gallegos desafió el poder por primera vez desde la calle. Los discursos del novelista marcaron un hito en la política venezolana por la densidad de sus ideas y la elegancia de su estilo.

Rómulo Gallegos fue elegido presidente de AD, y Rómulo Betancourt, secretario general.

Con una gran concentración popular celebrada en el Nuevo Circo se celebró el nacimiento del partido. El primer orador fue Gallegos. Lo siguieron Andrés Eloy Blanco, Luis Beltrán Prieto Figueroa, Mario García Arocha y Ricardo Montilla, y clausuró Rómulo Betancourt.

Fue una jornada memorable.

Gallegos condenó el nazi-fascismo y postuló cambios sociales progresivos, "pero intensos". Betancourt habló de esta manera: "Acción Democrática reconoce y proclama que el más angustioso problema nacional es el de la bancarrota de nuestra economía. Somos una nación paradójicamente rica y empobrecida, nación con un Estado que maneja millones y una industria que cierra sus balances anuales con cifras astronómicas. ¿A qué se debe la situación de miseria generalizada, en un país sin deuda gubernamental externa y con un Estado que ostenta el costoso privilegio de un presupuesto anual de gastos señalados entre los más altos de América? ¿Cuál es la causa de que un país como Venezuela, el que exporta más petróleo en el mundo y figura en el tercer puesto en la escala mundial de producción de esa pingüe minería, presente un cuadro tal de colectiva pobreza?".

La causa, a su juicio, era la dependencia petrolera y la falta de diversificación de la economía. AD tenía las respuestas.

Así se inició un largo y singular viaje.

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