viernes, 23 de septiembre de 2011

TURBO-IZQUIERDA


EL NACIONAL - DOMINGO 18 DE SEPTIEMBRE DE 2011 OPINIÓN/8
ATres Manos
Miradas múltiples para el diálogo
Izquierda de última generación
RIGOBERTO LANZ


"¿...habrá que esperar a una séptima generación de izquierda capaz de tener algo que hacer y que decir ante una humanidad de más de seis mil millones?"
Gustavo Bueno: El mito de la izquierda , p. 299


Aprovecho la fórmula utilizada por el filósofo español Gustavo Bueno para caracterizar a las distintas izquierdas del mundo bajo el prisma de distintas "generaciones" de esa misma izquierda, cada una con rasgos y procederes distintivos (habría unas siete "generaciones" de la izquierda) La pregunta sería: ¿cuáles son las bases teóricas e históricas para refundar una nueva izquierda? Claro está, detrás de esta inocente pregunta subyace una tonelada de supuestos que sería muy difícil dar por sabidos (y mucho menos por compartidos). En su lugar veamos al pasar algunas pistas de los desafíos políticos que el mundo le está demandando al pensamiento crítico, al espíritu revolucionario, a las prácticas transformadoras, a los discursos emancipatorios, a los movimientos progresistas que resisten en todos lados a pesar de las crisis de los viejos paradigmas de la izquierda oficial.

Una nueva izquierda tiene que armarse intelectualmente para comprender, por ejemplo, las irrupciones socio-políticas del mundo árabe que dan al traste con todas las fórmulas tradicionales de interpretación del espacio público. Esa voluntad de lucha de tanta gente digamos en Egipto (sin aparatos, sin parafernalias, frente al poderío del Gobierno), contra la corriente, teniendo que negociar con una junta militar que obviamente los defraudará, pero allí están. Igual ocurre en Marruecos, una juventud lúcida que tiene claro los límites de la monarquía, pero que sabe medir los tiempos para demandas más radicales. ¿Cómo entender la significación subterránea de los indignados de Israel? Un amplio movimiento que descoloca la lectura convencional de la política. Lo mismo con lo indignados españoles y sus ramificaciones europeas que están revolviendo la vieja agenda de la democracia representativa para poner en evidencia las falacias con las que se manipulan las miserias de una sociedad insostenible.

Otra izquierda tendría que hacerse de una nueva caja de herramientas para entender la explosión de violencia que conmueve a Inglaterra más allá de las socorridas fórmulas de la "lucha de clases" y clichés del mismo tipo. Londres en llamas es una escena de horror que muestra en la superficie lo que existe cotidianamente debajo de la alfombra: una maquinaria productora de exclusión que la vocería oficial califica simplistamente de "delincuencia". ¿Qué tienen en común esta manifestaciones extremas de anomia social con la matanza en Noruega propinada por un fanático ultraderechista, con aquellos incendios de automóviles en los suburbios franceses, con la revuelta griega contra el paquete neoliberal que viene a "rescatarlos" y la ola latinoamericana de movimientos antiimperialistas que en muchos países han puesto a la defensiva a la arrogante diplomacia gringa? Esta brevísima muestra de eventos en la escena política (lo mismo podría hacerse en el ámbito cultural o en la vida privada de la gente) es ya suficiente para ponderar la magnitud del estremecimiento teórico que debe sacudir a la vieja izquierda, la enormidad del esfuerzo por construir otra sensibilidad, el desafío mayor de remontar la crisis de voluntad que da cuentas de la fatiga histórica de toda idea de "vanguardia". La izquierda que busca al "Sujeto" de la revolución está condenada de antemano a pastar en los rastrojos del electoralismo o en la conserjería del sistema. La ventana que va quedando es la apuesta por el movimiento (por el movimiento mismo para decirlo de una vez). Cambiar de paradigma no es tan sencillo como cambiarse de ropas. Hará falta pasar la prueba de un nuevo equipaje intelectual para encarar las realidades emergentes, y sobre manera, superar el límite de un marxismo dogmático que sólo sirve como pasto de dinosaurios.

La izquierda existente en el mundo está en problemas para cruzar esta turbulencia.

Los movimientos en la calle no tienen tiempo de "esperar" a que la vieja izquierda se desperece.

La cuestión es que llegar tarde es como no llegar.

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