viernes, 9 de septiembre de 2011

URBANO - URBANIDAD


EL NACIONAL - LUNES 29 DE AGOSTO DE 2011 OPINIÓN/9
Libros: Beatriz Sarlo (I)
NELSON RIVERA

El inventario determina el color, la vivacidad de la lectura. Sarlo sale, se mezcla con el vibrato callejero, toma notas y fotografías, conversa con los ambulantes, graba sus testimonios. Registra eso que late, en este caso, en la ciudad de Buenos Aires.

En las primeras páginas ha desplegado una persuasiva reflexión sobre el shopping center: "El shopping se ha convertido en la plaza pública que corresponde a la época (....) Es un paraíso del contacto con la mercancía. Por eso el shopping es imaginariamente inclusivo, aunque los distintos niveles de consumo sean excluyentes (....) El shopping no es simplemente una parte de la ciudad sino su remplazo por un sistema nuevo, donde se atenúa o desaparece lo que caracterizó en el pasado, lo urbano", a las que sigue su recuento como peatona y observadora de zonas, puestos de venta y mercancías de los ambulantes.

Su prosa resulta en sí misma una experiencia: los hábitos de la pensadora se potencian en el intercambio que la calle ofrece.

Describe su recorrido, incorpora cifras municipales, transcribe los contenidos de una carta, sugiere la estética dispuesta en las aceras o en parques: "En todas las mercancías hay una potencialidad fantasiosa, onírica, de uso desviado, de irrupción no deseada en la vida, y ello las vuelve extrañas por un camino tan avieso como su pésima calidad material". Leo La ciudad vista. Mercancías y cultura urbana (Siglo XXI Editores, Argentina, 2009).

Cierto es que los ambulantes, gente pobre, venden las mercancías de los pobres, pero no es posible desconocer que hay en ese intercambio una transacción de otro orden, que no se agota en lo económico. Lo que tiene origen en lo industrial comparte el espacio con lo que se reivindica como `hecho a mano’. No faltan piezas mixtas: por ejemplo, botellas de cerveza a las que se ha revestido o a las que se ha añadido algo que las convierte en adorno.

Sarlo los llama objetos anfibios: provienen de un mundo y persisten en otro.

El recorrido por las ventas ambulantes no ocurre sin el encuentro con algunos hitos: el vendedor de libros usados, el tenderete que se proclama a sí mismo como representativo del folklore. En un letrero se lee: Artesanía en la calle es parte de una identidad cultural, vehículo de expresión que sale afuera y no se encierra.

Sarlo nos recuerda que el crecimiento de los vendedores de calle es un fenómeno asociado al deterioro de la economía, la disminución del empleo, el empobrecimiento de muchos en las grandes ciudades. El aumento de los ambulantes es una configuración económica y cultural, que nos remite a la ciudad de los pobres, que es otro de los temas que habita en este magnífico libro de Beatriz Sarlo, que comentaré en la entrega del próximo lunes.

EL NACIONAL - LUNES 05 DE SEPTIEMBRE DE 2011 OPINIÓN/9
Libros: Beatriz Sarlo (2/2)
NELSON RIVERA

En la primera sección del libro (que comenté la semana pasada), Sarlo reflexiona sobre la simbología y la experiencia del centro comercial y del contacto con vendedores ambulantes. El paso de la "ciudad de las mercancías" a "la ciudad de los pobres" ocurre como inevitable: su mirada se ha desplazado de los puestos de venta a los sitios de personas que viven en las calles: "Estos dormitorios a la intemperie varían de lugar; cuando sus ocupantes son desalojados, se corren algunas cuadras, simulan una retirada, pero vuelven a instalarse. Son resistentes por necesidad".

Estas escenas ya no sorprenden: se han incorporado al paisaje de todos los días. Quizás sea esta la parte más sensitiva del libro: Sarlo se interesa por las vidas de estas personas, por sus itinerarios, por las actitudes de los peatones ante estos momentos de intimidad expuestos al público ("Los que pasan dudan entre mirar o no mirar. Si miran, se sienten intrusos; si no miran, temen ser percibidos como gente que reprueba sin entender").

En unas pocas páginas, Sarlo concibe un retrato de esta pobreza como la expresión de lo imprevisto de la ciudad, lo indeseado. A esta condición corresponde una temporalidad: "Viven en un mundo que no les permite sino los tiempos cortos: de hoy para mañana, un rato de sol, esperar que no se largue la tormenta, confiar en que no los corran de donde han apoyado sus dos paredes de cartón, aunque de allí también los van a sacar y ellos lo saben". (La ciudad vista. Mercancías y cultura urbana, Siglo XXI Editores, Argentina, 2009).

Aunque el foco del pensamiento aquí es Buenos Aires, mucho de lo descrito y revisado alcanza a Caracas y a otras grandes ciudades. La ciudad como lo precario, como un espacio que no puede concluirse nunca, desafía al pensamiento, incluso a la lengua, cuando se erige como la `inconclusión definitiva’, donde "nada puede ser tomado como definitivo". Se trata de una economía: el espacio en construcción vive bajo la condición de lo ilimitado: las necesidades se mantienen o crecen, mientras los recursos son siempre escasos.

La potencia del sonido que impone una atmósfera; el amontonamiento de bienes, de cuerpos, de experiencias; la violencia desencadenada o a punto de serlo; la impotencia del Estado para garantizar la paz; la presencia de zonas donde predominan o se hacen visibles ciertos grupos de inmigrantes; todo este rico temario desemboca en las dos últimas secciones de este magnífico libro de Beatriz Sarlo: un capítulo dedicado a las versiones de la ciudad (es decir, a las interpretaciones de la ciudad real en la literatura argentina) y otro dedicado la ciudad imaginada, que remite a las atribuciones que artistas e interpretadores de oficio han ensayado sobre Buenos Aires.

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