lunes, 12 de septiembre de 2011
CONSTRUIR EL FASCISMO
El enemigo hecho a la medida (y una coletilla migratoria)
Luis Barragán
El ministro del Interior clama persistentemente a los cielos, porque los venezolanos deseamos responsabilizar a Hugo Chávez de la absoluta inseguridad personal que impera en el país. Y, como si la oposición fuese la ocupante de Miraflores, pretende inculparla por la violencia generalizada que ha anegado las calles de ciudades, pueblo y caseríos, hasta inundar los hogares.
Hay una realidad que nos devora a todos, excepto a los más altos funcionarios del Estado que cuentan con escoltas y otros dispositivos caros y sofisticados de seguridad. Ellos incumplen descaradamente con su papel, mientras la ciudadanía – cumpliendo con el suyo - extrema todas las medidas de precaución: pudiente o miserable, subsidiándole los privilegios a la magna burocracia, paradójicamente no dejará de pagar el IVA para todas las circunstancias que impone una funeraria.
El gobierno nacional jamás actualiza y publicita las cifras, negándose a procesar las denuncias de los delitos de mediano o poco calibre más frecuentes, debido a un asombroso congestionamiento que los lleva a reconocer tan sólo parcialmente la vigencia del Código Penal. Hay estafas, hurtos y robos a mano armada que no se encuentran en la órbita de las preocupaciones policiales, pues, abundantes, dicen restar tiempo para otros de una mayor gravedad que, no menos abundantes, obligan a una selección aleatoria para su atención y sumariación.
El gobierno nacional por siempre oculta a realidad de los hospitales de guerra, aventajado por una nocturnidad temerosa y aislante. Sin duda, la otra crisis de la salud.
El gobierno nacional nunca recoge las armas de los más variados y eficaces modelos, exhibiendo las de guerra en las avenidas de las principales ciudades del país, al pasearse los milicianos y efectivos de la Guardia Nacional como no lo hacen en el corazón de las barriadas y urbanizaciones dejadas a su suerte. Evidente, la seguridad política es prioritaria, anuncio veraz de los sendos comités de defensa de una revolución que prevé la invasión estadounidense para aplicar la doctrina asimétrica de sus epopeyas imaginarias. Sin embargo, la muy aparente sensibilidad humana y social del principal y entero responsable de la situación, no otro que Hugo Chávez, obedece – por lo pronto – a dos objetivos radicalmente políticos.
Por una parte, reconocida implícitamente su incompetencia en la materia, el gobierno nacional pretende transferir todo el problemario de la inseguridad personal al propio pueblo que la padece, a través de las juntas comunales que se convertirán en Estado Comunal cuando – inferimos – cuente con las armas capaces de competir con las de los delincuentes. Peligrosa ilusión ésta, salvo una masiva e indecible milicianización, agigantada y sobrevalorada una amenaza externa, porque esas armas constituyen simplemente una mercancía, por lo que tampoco es fácil la transferencia de acuerdo, ¿lo olvidamos?, como pretendía el célebre proyecto de Reforma Constitucional de 2007.
Por otra, el régimen se ha esforzado en todos estos años por construir una oposición fascista que también le sirva como póliza y garantía de vida al hacerse alternativa ante lo peor. No la quiere responsable, sobria y pacífica, deseándola de extrema derecha, según la jerga en boga, por lo que, no luce como una temeridad denunciarlo, le conviene no sólo que la población desesperada haga justicia por sus propias manos, con o sin linchamiento del delincuente, sino que la conecte con una oposición que represente y justifique esas medidas para crear las bases objetivas del enemigo hecho a la medida.
Cálculo y conveniencia que puede ocupar a la sala situacional, emporio de un insólito pragmatismo en la que no cabe algún reparo ético. Y es que del famoso Tiburón I para acá, lo sabemos.
Coletilla migratoria
Agradecemos los mensajes electrónicos recibidos a propósito del artículo “Mi hijo, el emigrante”, incluyendo tres disidentes. Estos, para resumir, opositores al régimen, señalan como traidores a los venezolanos que se fueron a vivir en el extranjero. Y, por lo pronto, consignamos tres observaciones.
Una, la confusa idea que se tiene de la identidad nacional apelando al Bolívar de Chávez (básicamente, el mismo de Guzmán Blanco o López Contreras), para … combatirlo. Importa reconocer también un anclaje en el siglo XIX de los “antichavistas” que, en última instancia, revela la pobreza del debate cultural de la alternativa opositora.
Otra, si bien es cierto que la emigración debilita la lucha democrática en el país, por ejemplo, con los médicos que le dan la espalda al gremio y huyen (aunque la “huída” dijimos aclararla en el aludido artículo), no menos lo es que, habitando esta nación día a día, hay quienes huyen cerca de nosotros, parafraseando los versos de Cecilia Ortíz. No es – precisamente – un derroche de convicción, entrega y eficacia de muchos de los que se quedan en el país, aletargados y temerosos, el que autoriza la estigmatización moral y política de los que se han ido.
Finalmente, toda la ineficacia y estigmatización puede imputarse a un liderazgo político confundido (“¿para qué coño los partidos?”, refieren). Empero, tratamos de un señalamiento relativo, porque los partidos han hecho un esfuerzo y, valga acentuarlo, resultan desleal y fuertemente competidos por los medios impresos y audiovisuales que hoy sintetizan ese liderazgo.
Fuente:
http://www.noticierodigital.com/2011/09/el-enemigo-hecho-a-la-medida-y-una-coletilla-migratoria/
http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=801297
Fotografía: "Visiones Nocturnas", según Gema Durán (El Nacional, Caracas, 19/10/09)
Etiquetas:
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