Evangelio Dominical: Me voy
José
Martínez de Toda, S.J.
Comentario
dialogado al Evangelio que se proclama el sexto Domingo de Pascua, Ciclo C,
correspondiente al domingo 1° de mayo 2016.
La lectura es tomada del Evangelio según San Juan 14, 23-29
"La
paz les dejo, mi paz les doy"
En
este evangelio Jesús parece que se está despidiendo. ¿Qué les dice a los
Apóstoles?
Eso
fue en la Última Cena. Había un ambiente tenso. Jesús dice que alguien lo va a
traicionar..., y que su muerte es inminente. Pero Él se preocupa más de sus
discípulos que de sí mismo. Jesús les había dicho:
-
"Ya no les llamaré siervos, sino amigos". (Juan 15:15). "No les
dejaré huérfanos." (v. 18).
Ahora
les concretiza cómo responder a ese amor. Y les dice:
-"El
que me ama, guardará mi palabra".
¿Y
qué es lo más importante en la Palabra de Jesús?
El
amor. El nos dijo: "Les doy un mandamiento nuevo: Ámense unos a
otros".
Amor
es el centro de la palabra de Jesús. Guardar la palabra de Jesús significa, al mínimo,
amarse uno a otro.
Y
nos promete a Alguien, que nos ayuda a amar, a actuar según su Palabra y a
actuar como Jesús actuaría en nuestro lugar. Él es el Espíritu Santo:
"Él
les enseñará todas las cosas, y les recordará todo lo que les he dicho."
Jesús
ha enseñado mucho a los discípulos, pero ellos solo lo comprenderán por
completo después de la resurrección. Entonces el Paráclito, el Espíritu Santo,
les ayudará a recordar las enseñanzas de Cristo y a interpretar esas enseñanzas
según la situación que se presente. El Paráclito, que está a su lado día y
noche, clarificará todo. Esto no significa que hará nuevas revelaciones, sino
que les recordará a los discípulos todas las cosas que Jesús les había
enseñado.
Pero,
en un grupo de cristianos, habrá opiniones diversas. ¿Cuál será la del Espíritu
Santo?
Jesús
no habla aquí a individuos en singular, sino en plural: a la comunidad, a la
Iglesia. El Espíritu Santo ha sido dado en primer lugar a la comunidad, a la
Iglesia, y a través de ella a cada individuo en el bautismo.
La
1ª Lectura de hoy nos dice cómo se resolvió el primer conflicto de la Iglesia
primitiva. La pregunta era: ¿Se debe circuncidar a los paganos, que se
conviertan al cristianismo?
¿Qué
es la circuncisión?
Es
remover la piel que cubre la punta del pene. Se hacía generalmente a todos los
niños judíos. En el Antiguo Testamento era el signo de la Alianza de Dios con
su Pueblo.
La
discusión surgió, porque muchos no comprendían todavía que, en el Nuevo
Testamento ya no funcionaban leyes como la de la circuncisión, pues Dios nos
había dado la salvación en su Hijo Jesús, a quien recibimos por la fe
independientemente de las obras de la Ley. Por eso exigían a todo el que
quisiera convertirse a la fe en Jesús que fuera circuncidado.
Por
ejemplo en Antioquía, lejos de Judea, crecía el número de paganos, que se
convertían al cristianismo. Y estos nuevos cristianos lo que querían era ser de
Cristo, no hacerse judíos.
Para
complicar las cosas, .
En
aquella Iglesia de Antioquía estaban Pablo y Bernabé, que se oponían a tales
planteamientos, y no se llegaba a un acuerdo.
Entonces
la Iglesia de Antioquía decidió enviar a Jerusalén a Pablo y Bernabé, que
defendían la no circuncisión, y a algunos de los que la defendían. Allí
consultarían a los Apóstoles y presbíteros para resolver la cuestión.
¿Y
cuál fue la respuesta?
En
Jerusalén se celebró lo que se conoce como el "Concilio de Jerusalén".
Después
de fuertes discusiones, hicieron oración y respondieron así:
"Es
decisión del Espíritu Santo y nuestra también no imponer ninguna carga
innecesaria".
Y
la circuncisión de la carne quedó abolida como obligación para siempre entre
los cristianos.
Eso
pasó hace casi dos mil años. Y de ahí podemos concluir que, en los conflictos,
lo importante es buscar siempre la unidad en lo esencial. Y lo esencial es
Cristo. Él es el fundamento de nuestra vida y la piedra angular de nuestra
comunidad.
Si
eliminamos a Cristo, todo el edificio se viene abajo. Cristo es la cabeza del
cuerpo, de la iglesia, dice San Pablo.
¿Cómo
resolver hoy día en la Iglesia los desacuerdos?
Antes
que nada no asustarse de que haya diferentes opiniones en la Iglesia. Y se
acude a la oración humilde, al discernimiento comunitario, al respeto mutuo, al
diálogo y a la paz.
En
la Iglesia no puede haber odio, división... Eso no es cristiano.
El
mismo Jesús nos trae la paz: "La paz les dejo, mi paz les doy".
Es
parte de su testamento. Jesús tenía poco que dejar. Hasta sus ropas pronto se
las sortearán los soldados durante la crucifixión. Pero había una cosa que sí
podía dejar: la paz, un regalo verdaderamente poderoso.
Pero
no es una paz de los sepulcros, una paz impuesta.
En
tiempo de Jesús, en el mundo estaba la Pax Romana. Pero era una paz fundada en
la fuerza militar y en la represión. Y el pueblo se callaba por miedo, se hacía
autocensura, porque, si decía lo que pensaba, era encarcelado o eliminado.
En
cambio, Cristo ofrece la paz verdadera; una paz fundada en la justicia, una paz
que realmente promueve la dignidad de la persona y que se construye mediante la
verdad y su expresión libre.
Fuente:
Cfr.
Isabel Vidal de Tenreiro: http://www.notitarde.com/Columnistas-del-Dia/Morada-de-Dios/2016/04/30/956927/
Iustración: "0 Proyecto juvenil con abate Nicolas Jouy" (Google Imagen).
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