Luis Barragán
En días pasados, hubo uno en particular que nos llevó a las redes como una vivencia de la emoción, la legítima emoción de sentirnos – después de década y tanta – respaldados en la causa por la libertad. Antes y en el transcurso de la sesión ordinaria de la Asamblea Nacional, tuvimos ocasión de compartir un grato e interesante intercambio de opiniones con la secretaría nacional de Cultura del partido Acción Democrática, la que tuvo la amabilidad de invitarnos para ventilar el problema de la Ley Orgánica de Cultura, y de atender a dos alumnas del amigo y profesor Carlos Balladares, quienes nos interpelaron sobre la irrupción y vigencia del marxismo en este lado del mundo.
Por un momento, una tercera persona nos comentó de la visita dispensada por Pablo Iglesias a Felipe VI, añadido el desparpajo del retraso y la vestimenta del jefe del partido del lumpemproletariado que, por cierto, nada tiene que ver con su homónimo, el proletario fundador del PSOE en el siglo antepasado. Convinimos con aquello de “entre gustos y colores…”, observando que la impuntualidad e informalidad del atuendo expresan una determinada estrategia comunicacional y, recordando un poco la reunión partidista, agregamos que la península ibérica sabe ya de una cultura política kitsch, la misma que hemos padecido los venezolanos por obra de un gobierno grotesco, cultivador de los bajos instintos, cuya simplicidad aterra tanto como las pretendidas soluciones que nos tienen prisioneros de una perversa circularidad.
Concluida la interesante y no menos exigente entrevista con las bachilleres, encontramos de nuevo al amigo y, alrededor de un café, reflexionamos en voz alta sobre las diferencias entre los viejos líderes del marxismo venezolano y los que, vanidosamente, se dicen sus herederos. En horas de la noche, nos remitió un correo electrónico con algunas referencias que nos emocionaron.
En efecto, nos envío el video de la intervención del diputado español Albert Rivera en respaldo de la causa venezolana por la libertad y apoyo a la liberación de Leopoldo López, quien significativamente habló en nombre de los tres millones de compatriotas que representa, subrayó que una mayoría determinante de la cámara – independientemente de las capillas ideológicas – apoya los valores democráticos y, por ende, a nuestro pueblo, retando – en definitiva - a Pablo Iglesias que no asomó el menor gesto de solidaridad para no meterse en problemas con Nicolás Maduro. Libre de toda sospecha, el vocero de Ciudadanos citó finalmente a Manuel Azaña, autor de unas memorias políticas que nos marcaron profundamente por el drama de un itinerario que arroja todavía grandes lecciones (https://www.youtube.com/watch?v=aGJJDRlEeWM).
Y, por otra, nos envío el enlace de una célebre escena del film “Casablanca” de Michael Curtiz (1942), en la que la voz francesa se impone frente a la de los nazis (https://www.youtube.com/watch?v=aGJJDRlEeWM), magníficamente versionada en un concierto – celebrado en 2012 - de “Voces para la paz” (https://www.youtube.com/watch?v=VwBJPZrZzKc). Y, tiene razón, en lugar de teclado opositor de un radicalismo interesado y vil, en las redes corre un mensaje edificante que toca las fibras más genuinas de una postura que se desea por siempre limpia y transparente.
02/05/2016
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