Dientes
en la oscuridad
Luis
Barragán
Más
vale tarde que nunca, pues, la comunidad internacional ya reconoce el carácter
dictatorial de un gobierno que profusamente antes se publicitó como toda una
hazaña democrática para redimir a los pobres. No faltan sólo las libertades
públicas, sino el propio alimento y medicamento para mantenerse en pie por
estas peligrosas calles bajo pleno dominio del hampa.
En
un mismo día, hubo las visitas contrastantes del diputado español Albert Rivera
y del canciller cubano Bruno Rodríguez. El uno, amenazado con la consabida
prohibición gubernamental, tuvo por destacada actuación la de acudir a la
Asamblea Nacional para un acto libérrimo de confirmación de su solidaridad con
la causa democrática, generando expectativas y entusiasmos; y, el otro, no por
casualidad, celebró un encuentro con los médicos cubanos dependientes de la muy
aminorada alcaldía menor, dando ocasión para que la canciller Delcy Rodríguez
reincidiera en los consabidos halagos hacia Fidel, etc., etc. Por cierto, en
días cercanos, ya había ocurrido el incidente entre Antonio Tajani,
vicepresidente del Parlamento Europeo, y Darío Vivas, quien – allende la mar –
confortablemente acudió a pedir respeto y a defender la soberanía con su
habitual nota de envalentonamiento
(https://www.publico.pt/multimedia/video/discussao-sobre-venezuela-quase-chega-a-vias-de-facto-no-parlamento-2016518010143).
Supimos
del diputado Rivera, gracias al decidido gesto de solidaridad que tuvo con
Leopoldo López y todo el drama venezolano en el foro parlamentario,
reiterándolo en nuestra casa a pesar de la campaña que sus adversarios abrieron
en la suya. Algunos de esos adversarios, agazapada o abiertamente, fueron
beneficiarios del régimen petrolero por
el que ahora no arriesgaran siquiera una pestaña, privilegiada la agenda
ibérica de un aparente e irresistible ascenso al poder que debe mover a la
reflexión que es oír y dejarse oír, permitiendo que la oscuridad limpie la
dentadura.
Inevitable
consecuencia de la crisis española, muy distinta a la que brutalmente
padecemos, surgen movimientos y partidos emergentes que, por cierto, de un modo
u otro tienen por raíces la antipolítica. Y, ésta, convengamos, la que les
permite navegar realidades peninsulares tan difíciles a entidades encontradas
como Podemos y Ciudadano´s, cede un poco más por la sobriedad, consistencia y
trascendencia que la sola consideración de problemas como el de la Venezuela
sumergida en un proyecto totalitario, les impone impidiendo la sonrisa fácil de
una frívola posición política.
Obviamente,
desconocemos la vida cotidiana de una España que, al mirar hacia nuestro país,
puede hallar motivos para bregar por la libertad y la democracia, únicamente
capaces de garantizar los mejores niveles de vida con equidad, evitando la
banalización de sus más urgidos problemas. Una vez, fuimos referentes para la
nada fácil transición democrática que adelantó, como ahora lo somos para no
perder los logros alcanzados: no pasará mucho tiempo para coincidir en una
etapa de recuperación social y económica bajo el signo de la libertad que
dignifica.
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