Rafael Diaz Casanova |
Viernes, 13 de Mayo de 2016 00:08 |
Terminamos de leer la pieza de resistencia del libro "El poder y el servicio" de nuestro apreciado tocayo Rafael Arráiz Lucca que adquirimos la semana pasada en el marco del festival bibliográfico celebrado en la Plaza Altamira. Decimos que es la pieza de resistencia, la biografía del ingeniero y militar Rafael Alfonzo Ravard, pues el autor dedica ciento seis páginas de las doscientas ochenta y seis de la obra, que contiene varios otros importantes trabajos. Refiere Arráiz el trayecto vital y las actuaciones del ilustre y valioso venezolano que es ejemplo vivo del título de la obra. Debemos deplorar que el elenco de venezolanos que han empleado el poder para construir una nación mejor para todos sus ciudadanos, no es demasiado grande, pensamos que ha sido muy limitada y estamos seguros de que el biografiado es un ciudadano singular que dedicó toda su vida, desde todos los escenarios donde le tocó actuar, a mejorar de manera fundamental todas y cada una de sus actividades y actuaciones públicas y privadas. Alfonzo Ravard es abanderado de esa limitada colectividad. No somos los llamados a describir sus distintos pasos de su dilatada vida. Ya lo hace con maestría y precisión el excelso escritor. Pero no podemos evitar la tentación de ahondar lo dicho sobre la feliz conjunción de las actuaciones públicas con un sentido fundamental de probidad y excelencia. Si se quisiera destacar su actuación más importante, nos encontramos ante un reto difícil de cumplir. La creación y desarrollo de la Corporación Venezolana de Guayana y su empeño en la fundación y dedicación de la compañía C.V.G. Electrificación del Caroní EDELCA, que tiene su obra máxima en la construcción y puesta en funcionamiento de la Presa de El Guri, y las otras varias presas y generadoras de electricidad que otorgan a la red nacional más de DIECISIETEMIL "megawatts" que deben significar la mitad de los requerimientos de la nación. También nos parece imprescindible resaltar el desarrollo que significó el proyecto y ejecución del bosque de pinos caribes de Uverito para lo que le dio absoluto respaldo a ese otro singular venezolano J.J. Cabrera-Malo. A esta obra que ya sería suficientemente importante, le compite la organización de la transición de la industria petrolera que en los años setenta y cinco a ochenta y tres, cuando el biografiado acomete la organización de una corporación que compitió de quién a quien con las entonces famosas "siete hermanas" y logró una eficiencia admirable. Para ello exigió y obtuvo una independencia empresarial y administrativa que estuvo perfectamente enmarcada dentro de lo que le convenía a Venezuela, a sus ciudadanos y a las circunstancias vigentes en ese especializado mercado. PDVSA fue la segunda empresa petrolera del mundo. Se dice fácil. Terminada esa insigne labor, el eminente venezolano dedicó por catorce años, importantes días de trabajo al frente de la empresa que fundó su padre, compartiendo los primeros cinco con el inteligente desempeñó como Senador de la República y no dejó de llenar importantísima actividad desde la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales donde quedó testimonio de su inmensa e importante labor profesional. De la imprescindible lectura de la obra de Arráiz Lucca sobre el periplo vital de Alfonzo Ravard, obtenemos importantes enseñanzas. En primer lugar vimos como un hombre formado en los mejores institutos educacionales tanto de índole militar como de enseñanza de la ingeniería. Su formación, sembrada en una mente inteligente y bien formada, le dió el criterio necesario para pensar y conducir la nave en las situaciones más diversas y con los mejores resultados posibles, teniendo como insumos fundamentales la profesionalidad, la honestidad y la colocación de los intereses superiores de la colectividad por encima de cualquier consideración mezquina. En segundo lugar debemos resaltar su actuación, formación y conducción de equipos de hombres que entendieron de la mejor manera sus pensamientos y objetivos. Y en tercer lugar debemos resaltar la forma cómo logró no sólo el respeto, sino la continuidad política, técnica y administrativa de todos los gobiernos en los que le correspondió actuar. La descripción que hace nuestro querido tocayo está, absolutamente, en sintonía con la labor emprendida y lograda. Felicitaciones! Fuente: http://opinionynoticias.com/opinioncultura/26281--rafael-alfonzo-ravard Nota editorial para La afición histórica (https://www.facebook.com/Hereditatis):
Nos encontramos con el texto de
Antonio Díaz Casanova que luego linkearemos, en torno a Rafael Alfonzo Ravard.
De reciente factura, si se quiere, toda una hazaña editorial debido a las
consabidas circunstancias económicas actuales, la reseña del libro de Rafael
Arráiz Lucca suscita una rápida reflexión sobre nuestras premuras y olvidos.
En efecto, por una parte,
nuestras labores de supervivencia impiden la atención más pausada a estos
sucesos editoriales, inversión aparte. Vamos galopando la crisis y, por
fortuna, aparecen sendas referencias del pasado que nos resultan indispensables
si deseamos explicarlo con una vocación de futuro. Toda crisis suelta las
válvulas del sentido necesario: el que debemos recobrar inmediatamente. Pero ha
sido tan distorsionada, manipulada y distorsionada la historia, que el dato
histórico constituye el sacrificio inicial que garantiza su extensión.
Por otra, parece mentira que,
para bien o para mal, RAR fuese en su momento (algo más que un momento, pues
cubrió un largo período de exposición pública), tan conocido como hoy olvidado.
Puede decirse quizá de un tecnócrata militar que desempeñó varias
responsabilidades de Estado, más que de gobierno, remitiéndonos a otro aspecto
contrastante: un militar muy diferente al burócrata de todos estos años, el que
edificó el régimen a partir del Plan Bolívar 2000. Cuestionemos o no su labor
(y para ello, hay que fajarse), lo cierto es que ese desempeño fue exitoso y
eficaz, como pocas veces se ve. Por lo demás, bajo regímenes distintos.
Por último, ya no teniendo
deliberadamente PDVSA el protagonismo de
otros tiempos, convendremos en el acierto de su designación para presidirla a
mediados de los setenta del XX, al fundarla. Una empresa conducida por gente
especializada y conocedora de negocio, cuyo modelo pudo ser objeto de
controversias, pero que jamás llegó a desastre actual. Puede aseverarse, hubo
una “escuela de RAR” en ella. No es el
momento para abrir una polémica, pero aceptemos que la partidización de la
otrora poderosa transnacional venezolana, le hizo y todavía hace un inmenso
daño. Históricamente, puede ubicarse una causa remota, pero que no fue suficiente para afectarla, con la designación
que hizo Luis Herrera Campins de Humberto Calderón Berti como presidente de la
compañía. No es porque careciera de credenciales, sino por el juego político:
finalizaba el período presidencial, con o sin el triunfo de Lusinchi, no lucía
aconsejable dejar al frente a quien fuere ministro del Petróleo. Después, muy
después, la hecatombe. Lo recordaba José Toro Hardy en una conferencia de días
pasados: otro hubiese sido el cantar de haberse cumplidos los planes originales
de PDVSA en el siglo XXI: estaríamos produciendo alrededor de 5 millones b/d
con refinerías capaces de procesarlos y empresas en el extranjero de
comerciaizarlo, con la orimulsión en pie.
Ahorraremos y buscaremos el libro
de Arráiz Lucca.
(LB)
Fotografía: RAR con Mons. Francisco Javier Zabaleta, por cierto, tomada de una una entrevista realizada a la historiadora Hildelisa Cabello, por Vanessa Galvis a propósito de Puerto Ordaz.
Hildelisa Cabello
Hildelisa Cabello
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viernes, 13 de mayo de 2016
LA PREMURA Y EL OLVIDO
Rafael Alfonzo Ravard
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