Luis
Barragán
A
finales de abril del presente año, Mario Vargas Llosa visitó Chile y, con motivo del doctorado honoris
causa otorgado por la Universidad Diego Portales, el discurso versó en torno a
su ya conocida, lenta y segura conversión ideológica. Afortunadamente, la
institución no tardó en publicar el estupendo testimonio, confirmando que la
utilidad de las redes sólo depende de una actuación diligente (https://www.youtube.com/watch?v=G6Zgq6voolo).
Deseamos
reivindicar tres aspectos de la magistral intervención, tan llena de ricos y sugestivos detalles
capaces de dar con los más serios indicios para una futura e inédita
investigación. ´Ésta, por lo general, depende del acto académico sobrio y
disciplinado.
Dato
obvio, el celebérrimo autor tiende al testimonio informado por las referencias
constatables que ofrece, la franqueza de una espontaneidad responsable y,
digamos, una interpretación de los hechos que no teme al juicio ajeno. Pocos intelectuales
se exponen públicamente con la solvencia deseada y, quizá obligado por el
regular aporte de una opinión
periodística, como ocurre con Vargas Llosa, tienen una mirada entrenada por la
noticia, intentan una versión verificable de sí mismos y fuerzan a una
apreciación lo más sensata posible.
Dato
siempre necesario de recordar, busca la postura política justa, pues, luego del
deslumbramiento que padeció por el fenómeno cubano de los sesenta del XX a
veces tan lejano, su prédica liberal tiene por mejor certeza la precaución
frente al radicalismo. Hay liberales – señaló en su discurso – fanáticos,
cuadriculados y temibles, como “números encarnados que creen que el mercado
resuelve todos los problemas y que basta que haya mercado y que basta que haya
competencia como para que la solución de los problemas políticos, económicos,
culturales, individuales, esté ahí”, peligrosos cuales comisarios marxistas,
Acota, “porque simplemente la vida no se resuelve a través de la competencia y
del mercado”, pues, éste, “es un sistema absolutamente extraordinario para que
las personas entiendan, para que las personas descubran sus necesidades y las
resuelvan (…) para traer progreso material sin ninguna duda”, siendo
correlativa la libertad económica a la política, cultural e individual, dándole
rostro humano y tolerante al liberalismo.
Dato
ya dispensable, la revolución cubana constituyó una poderosa ilusión que, en su
conferencia, retrata con la primera visita que hizo el escritor a la isla hasta
que el caso Padilla la desenmascaró definitivamente, tardando muchos otros en
percatarse. Lo curioso es que algo semejante no ocurrió – en diferentes
circunstancias - con la mentada
revolución bolivariana que nunca escatimó en esfuerzos y recursos petroleros
para promoverse.
30/05/2016
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